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Chile fue el mejor cómplice para México

SANTIAGO -- Chile debió ser el enterrador del Tri. Debía ser el verdugo de México. Debía ser el sepulturero de los vestigios del once aventurero de Miguel Herrera.

Ocurrió lo contrario. Chile fue cómplice de México. Lo resucitó al tercer día del esperpento que fue ante Bolivia. En lugar de montar la lápida, le dio respiración de boca a boca.

Obvio: el mérito absoluto es del Tri. Se enderezó de su propia catacumba. Ante Bolivia estuvo más cerca de la derrota que del triunfo. El 0-0 fue un acto de clemencia de la fortuna. Miguel Herrera quiso maquillar el lamento de su equipo aduciendo que le dejaron de marcar cuatro goles.

Chile consagra su futbol al exquisito deber de atacar. En esa devoción, comete descuidos. En esa obsesión, sus temerarios bajan los escudos y enristran la lanza. Más que matar o morir, para Chiles es, de ser necesario, matar muriendo o morir matando.

Y ahí, Jorge Sampaoli decidió despedazarse a bofetadas con Miguel Herrera. Concedió que su Chile A fuera al asalto sobre México B.

Lo aceptaría después Sampaoli en conferencia de prensa: el trabalenguas que le tiró 'El Piojo' "le resultó demasiado complejo".

Era evidente que Sampaoli no tenía una maldita referencia de lo que era México. Su único video válido sobre este nuevo Tri, estaba en blanco y negro, y era el 0-0 con Bolivia. Para Sampaoli, México jugaba con peones, pero le saltaron alfiles.

Y ahí, Chile resucitó a México. Miguel Herrera lo sabía. Encontraría espacios. Habría poca oposición física, sin lucha corporal. Sabía que para Chile, defender, significa que el rival se equivoque.

Y sabía 'El Piojo' que Chile sabe eludir el dos a uno en la marca, pero que sucumbe ante el dos a uno en el ataque. Y los dúos fueron demasiado dinámicos. El mejor equipo del Tri fueron los comandos en parejas: 'Tecatito'-Aldrete, Vuoso-Jiménez, y Jerry Flores alternando citas.

Y tras minutos de acoso, pero con el nervio de no mostrar nervios, México es quien marca primero. Sabe que la defensa chilena no tiene filtros en media cancha y queda desprotegida.

Y a jugadores redimidos, rebeldes, renegados del destino de fracaso con que se les enquista su futuro, La arenga de Herrera los estremece. Ya sólo necesitaba dos héroes accidentales, esos que buscan, desesperados, agobiados, atormentados, y por lo tanto encolerizados consigo mismos y con su entorno. Vuoso y Jiménez levantan la mano.

Miguel Herrera leyó las memorias de Sampaoli con Brasil. Sampaoli encontró vacío el archivo de 'El Piojo' con este México B.
Y a ambos, al final, se agradece la insensatez, la intrepidez y la locura, de no gestionar candados y cerrojos, cuando tuvieron ventaja. Ni México se encerró con el 1-0 y el 2-1, ni Chile lo hizo con el 3-2.

Al final, México no ha cumplido su misión. Ha transitado de manera fascinante en ese péndulo de 180 grados, del oscurantismo ante Bolivia a la esplendidez ante Chile, pero, igual, no está clasificado a Cuartos de Final.

El viernes le aguarda Ecuador en Rancagua. Tiene la ventaja el Tri de que su rival no puede ser indolente y condescendiente como ante Bolivia, ni esconderse en la gruta de su especulación como ante Chile. Ganar o ser eliminado, es la disyuntiva. Exactamente igual que para México. Y esa ansiedad, fragiliza a Ecuador, y lo obligará, tarde o temprano, a ir al asalto sobre el Tri, que ha demostrado ser paciente.

Puede, entonces, al final, Ecuador ser el cómplice propiciatorio, como lo fue Chile para la resurrección de México.