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FMF y Decio siguen dando palos de ciego

LOS ÁNGELES -- México no tiene tiempo, pero tampoco tiene prisa. Dos amistosos en septiembre (T&T y Argentina), y en octubre el Juicio Final por el boleto para la Confederaciones Rusia 2017 ante EEUU.

Los federativos hurgan allende fronteras. Los nombres han saltado y asaltado de manera irracional. Todos veneran a Marcelo Bielsa. Su pasaje por el Atlas deja agridulces memorias, pero su sello es indeleble. Y en el mundo, se le rinde pleitesía, pese al indecoro argentino en el Mundial 2002.

Sondean a Jorge Sampaoli, y hasta hay quien alardeaba de un Alejandro Sabella, que prefirió la sombra vitalicia y pomposa de los pozos petroleros.

En el vecindario se susurra hasta a Luis Fernando Tena, mientras Caixinha y Matosas se bajaron del carrusel ventajista. Vucetich juega con la camiseta del abstencionismo, y hacia Javier Aguirre hay escalofríos por su conflicto legal por presunto amaño de partidos en España.

Afortunadamente Jorge Vergara ya dijo que no prestaría al Chepo de la Torre, mientras que veta a Ricardo LaVolpe, es decir higieniza el panorama por descarte.

Ya de entrada hay algo grave. De ser ciertos los nombres que se han colgado en los tendederos prolíficos de la especulación, queda claro que Decio de María y sus eventuales asesores, no saben lo que buscan, ni lo que quieren.

No hay afinidad en ideologías, en personalidades, en apetitos futbolísticos, en métodos, en antecedentes, en logros, en proyectos, entre todos los que han sido mencionados.

Es decir, hoy si tantos nombres son verídicos y están en la carpeta de Decio, el opulento y aparatoso nuevo presidente de la FMF, da palos de ciego. Y es muy probable que así sea, más allá de que Alejandro Irarragorri sea en este momento su brazo derecho.

Es decir, buscan a un cocinero, pero no saben el menú que quieren, con ese paladar dañado, incapaz de distinguir entre los platillos delicatesen o la vulgar comida rápida.

O tal vez, astutos, Decio y sus secuaces, están ofreciendo al aficionado servirle platillos artesanales, pero al final terminarán con infelices hamburguesas del menú de un dólar.

Lo curioso, sin embargo, es que un técnico extranjero, poco conocedor o poco actualizado del futbol mexicano, no va a querer comprometerse a ganar el boleto a la Copa Confederaciones. Para ello, el 9 de octubre, en el Rose Bowl de Pasadena, debe vencer a EEUU.

Y lo irónico sería que después de una Copa Oro tan desgastante, termine minimizándose el trámite a la Confederaciones. Y desgastante hablo desde las lesiones, los conflictos que se generaron en el entorno, hasta los arbitrajes descarados que bendijeron ante Costa Rica y Panamá al Tri, y el despido de Miguel Herrera.

Después de semejante conflagración en tantos escenarios del torneo conkakafkiano, con el caprichito de los seleccionados hacia los medios, abandonando como colegialas atufadas, moñudas e indignadas la zona mixta, resultaría que deja de ser una prioridad absoluta vencer a EEUU para ir a Rusia 2017.

Sería para carcajearse sin duda: tantos daño, tantos damnificados, para que en la cancha se pierda un boleto que al pitazo final de la Copa Oro, parecía accesible.

Con los dos amistosos en Fecha FIFA, difícilmente, hasta un astuto, intuitivo y actualizado técnico como Bielsa, sufriría para saber elegir a sus once guerreros y a su capitán, pese, incluso a que le han acercado ya nombres como Pável Pardo, para asesores inmediatos.

¿Seguimos pensando que todos los europeos deben estar siempre en la selección mexicana? ¿El equipo de Copa Oro debería ser la base para confrontar a EEUU en el Rose Bowl?

Cuidado, porque la primera indagación que ha hecho el representante de Bielsa, sin que esté en una etapa de consumación de la firma con el Tri, ha sido sobre los jugadores naturalizados mexicanos elegibles para la selección mexicana.

Es decir, no dude que en un plan emergente, ante la contingencia de ser competitivo el 9 de octubre, de repente la selección sea menos mexicana, por nacimiento, de lo que ha sido.

Sin duda, con dos juegos de preparación, es injusto exigir a un técnico sin raíces algunas o nuevas, frescas, con el futbol mexicano, que se le plantee la obligación de arrancarle el boleto, del que tiene la mitad bien agarrada, al seleccionado que dirige Klinsmann.

Apenas un entrenador del medio podría llegar a descifrar los misterios para poner un equipo mexicano competitivo en pie de guerra, más aún después del pesaroso peregrinar en la Copa Oro, donde sólo hubo dos momentos de solaz futbol: en el debut ante la menguada Cuba, y en el cierre, inobjetable, ante Jamaica. Entre esos extremos, sólo decepciones, y resultados viciados por los silbantes, como ante Costa Rica y Panamá.

Lo cierto es que si Miguel Herrera había asumido como obligatoriedad, ganar el salvoconducto a la Confederaciones, quien lo supla debe heredar la responsabilidad de igual manera, y si no, como el miso Piojo lo advirtió, debe considerarse un fracaso.

Y mientras tanto, cada que salta un nombre nuevo, me convenzo más que Decio, sus asesores y la FMF en general, están dando palos de ciego... para tropezarse nuevamente.