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Todos los ojos en San Luis están sobre Yadier Molina

JUPITER, Fla. - Cuando se le quitó el yeso a Yadier Molina de su pulgar izquierdo, el que ha sido operado en par de ocasiones, generó titulares a nivel nacional. Cuando se puso los aperos de receptor un día de la semana pasada, todo el mundo en el camerino lo notó.

Cuando se agachó detrás del plato y comenzó a atrapar los pitcheos de Adam Wainwright el lunes en la mañana, cada reportero en el campo de entrenamiento se puso a tomar fotos y videos con sus teléfonos.

El campamento primaveral de los Cardenales de San Luis se ha convertido en una sala de espera, con todos los presentes esperando ansiosamente alguna comunicación del equipo médico del equipo sobre el progreso de Molina. Cuando y, más importante aún, cómo se recuperará de esta lesión podría ser el punto de apoyo sobre el que se sostienen las esperanzas del equipo en esta temporada.

Así de vital es Molina para el modo en que opera este equipo.

"Cuando se habla de los otros receptores que tenemos en los entrenamientos, todos son receptores de calidad. Pero en este caso estamos hablando de posiblemente el mejor receptor defensivo de nuestra generación, por lo menos, y alguien que tiene que estar entre los mencionados para ser el mejor receptor defensivo de la historia. Tiene que ser mencionado", dijo Wainwright. "Así que, cuando te das cuenta de eso, no se trata de que no podamos vivir y hacer lo que tenemos que hacer sin Yadier. Es que lo podríamos hacer mucho mejor con él".

Molina podría ser el jugador defensivo de mayor impacto en el béisbol, pero da la casualidad que juega en una posición que afecta los partidos en formas que siguen siendo difíciles de cuantificar. No es que los números no nos den una imagen favorecedora. Durante las pasadas cinco temporadas, los Cardenales han logrado porcentaje de victorias de .593 con Molina en la receptoría, y de .503 cuando no está detrás del plato. La efectividad colectiva es de 3.35 con él al mando y de 3.94 con él en la banca. Desde su primera temporada completa, ningún equipo ha permitido menos bases robadas, menos intentos de robos o ha permitido un porcentaje de robos menor que los Cardenales.

El único receptor en el béisbol que ha generado una mayor cantidad de Victorias Sobre Reemplazo (WAR, por sus siglas en inglés) que Molina en las pasadas cinco temporadas es Buster Posey, quien participa en cerca de 40 juegos al año en la primera base.

Pero Molina, de 33 años, es probablemente más importante que lo que indica sus números. Su impacto en el cuerpo de lanzadores del equipo, el mejor en las mayores el año pasado, es directo, pero también es difícil de cuantificar. Parte de la evidencia es anecdótica o intangible. Está la forma en que el entonces manager de los Dodgers de Los Angeles Don Mattingly juró que Molina se metió en la mente de Yasiel Puig hace dos postemporadas por los pitcheos que pidió. Está la confianza que Molina infunde en los lanzadores de los Cardenales por la habilidad que tiene de controlar el juego de la velocidad del equipo contrario, el conocimiento de los swings de los rivales y su habilidad de bloquear pelotas en el suelo.

Para Wainwright, la influencia emocional de Molina fue más notable en el Clásico Mundial de Béisbol del 2013, cuando Puerto Rico llegó a la final con un cuerpo de lanzadores de 20 y 21 años, algunos de los cuales ni siquiera han llegado a Grandes Ligas.

"Ellos eran unos bebés", dijo Wainwright. "Lo que todos ellos dijeron fue que, cuando él estaba de nuevo allí, les dio un nivel de confianza que les permitió llegar al siguiente nivel y eso es exactamente lo que él hace para nosotros. Yo llevo haciendo haciendo esto hace tiempo, pero yo aceptó toda la ayuda que pueda obtener".

Molina hace muchos de sus ejercicios de fortalecimiento temprano en la mañana, y entonces merodea en los campos de entrenamiento primaveral de los Cardenales en la mayoría de las tardes, pasando de ejercicio en ejercicio y pasando tanto tiempo como pueda con los nuevos lanzadores. Se ha impuesto una meta especial de conocer bien al relevista Seung Hwan Oh, en ocasiones reuniéndose con el lanzador coreano y su intérprete en la tarde.

"Tengo mucho tiempo para hablar con ellos. Solo intento mantenerme en contacto con ellos y saber lo que están trabajando", dijo Molina. "Uno tiene que comunicarse".

Su trabajo real vendrá cuando la temporada se ponga en marcha, cuando él esté estudiando los swings de los contrarios en el cuarto de video y en las reuniones vespertinas con el abridor de ese día. Una vez comience el juego, él ajusta el plan de juego por instinto y observación.

"Mi primera vez, él habló conmigo y me dijo, 'Lo que tú quieras lanzar, no tengas miedo en decírmelo. Yo quiero hablar contigo, OK. Si no te sientes cómodo lanzando algo, no quiero que lo hagas'", recordó el relevista Carlos Martínez.

"Él suele poner más preparación y trabajo en cada juego que cualquier otro jugador que yo haya visto", dijo Michael Wacha.

Jaime García dijo que ha tenido juegos en los que sus lanzamientos simplemente no han resultado y Molina le ha ayudado a mantenerse enfocado en la tarea pendiente: vencer al otro equipo.

"Muchas veces como lanzador, uno se siente como que, 'No tengo nada en la bola hoy'. Entonces él habla contigo y te ayuda a sobrellevar eso y no permite que te rindas", dijo García. "'Él trabaja con lo que tengas".

Por supuesto, Molina prácticamente nació para ser receptor. Sus hermanos mayores, Bengie y José, tuvieron carreras productivas como ligamayoristas y receptores defensivos. Lo que puso a Yadier en un nivel aparte en el 2012 y 2013 y lo colocó en la mezcla como candidato al JMV fue su impacto como bateador en el medio de la alineación. La pasada temporada, su OPS de .660 fue el menor desde su segunda temporada completa.

Por eso es que el siguiente paso, el agarrar un bate, será el obstáculo crucial y final antes de que los Cardenales puedan saber si su jugador más importante va a estar listo para el Día Inaugural. Tengan por seguro que cuando eso ocurra, será bien analizado.