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Sin comparaciones

BRISTOL -- Manejaba el auto al lado de uno de uno de mis seis hermanos, cuando llegamos a lo de siempre: hablar de deportes. Entre mis hermanos hay de todo, hay quien opina de política, economía, medicina, mercadeo, relaciones exteriores o veterinaria. Todo tendemos a hablar siempre de una misma cosa y en deporte hay uno en particular con quien suelo tener las charlas históricas más enriquecedoras.

Esta tarde hablábamos de Michael Phelps, creo que buena parte del mundo ha dedicado alguna charla al atleta de mayor atractivo mediático de estos Juegos. Superada la marca de nueve medallas doradas en Juegos Olímpicos, Phelps es ahora objeto de discusión. Cómo la que tuve con mi hermano: ¿Es el mejor atleta de la historia? No.

Tener más medallas doradas que nadie antes que él en la historia no lo hace el mejor de todos los tiempos. Simplemente lo convierte en el atleta olímpico con más medallas doradas, en el más laureado. Quizá en el mejor atleta en los Juegos Olímpicos de su era. Comparar lo hecho por Phelps con otros a quienes ya ha superado como Paavo Nurmi, Larissa Latynina, Carl Lewis o Mark Spitz, es comparar épocas distintas, deportes diferentes. Como es el caso con Spitz, condiciones completamente distintas aún y cuando el deporte es el mismo.

Vivimos en una era en la que parece obligatorio jerarquizar atletas y eventos, en el proceso perdemos de vista que hay variables que no pueden compararse, aunque parezcan similares. Lo del finlandés Nurmi se dio en una década en la que los calendarios olímpicos no se ajustaban para favorecer al atleta. En París 1924 ganó los 5.000m menos de dos horas después de ganar los 1.500m. Latynina ganó una medalla en cada evento que participó por espacio de tres Juegos, la única mujer que ha ganado nueve doradas. Carl Lewis ganó el salto de longitud evento en cuatro Juegos consecutivos. Fue el mejor saltador durante doce años. Mark Spitz ganó siete doradas en Munich, con siete récords mundiales, en una era con un calendario limitado.

Phelps ha logrado superar lo que antes hicieron grandes atletas de sus respectivas épocas, en sus respectivos deportes. Cada uno en su momento. Con mi hermano seguimos hablando de deportes. Después hablamos de Federer y la camiseta firmada que le regaló al salvadoreño Arévalo, #447 del mundo y a quién derrotó en la segunda ronda del torneo. Comparamos a Federer con otros tenistas de otras épocas. No hay comparación. Federer es un grande, como pocos los ha habido. Nada más.