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Beijing tiene su Moussambani

BEIJING -- Este jueves será el primer día que pueda ingresar al cubo de agua a presenciar la sesión matutina, cuando se disputan las finales de la natación.

No habrá oro para Phelps, sólo porque no esta en ninguna, pero no descartemos otro record porque disputara las semifinales de los 200 mariposa.


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El miércoles que se fue marco un hito histórico de la natación olímpica: nunca se habían producido cinco récords mundiales en una misma jornada, y fueron casi una afrenta al sentido común y a las leyes de la física lo que hicieron Alain Bernard en la primera semifinal de los 100 libre, Federica Pellegrini en los 200 libre, Phelps en la final de los 200 libre, la australiana Stephanie Rice en los 200 combinados y la impactante posta estadounidense de 4x200, que le dio a Phelps su quinto record mundial entre otros tantos oros.

La jornada de la natación de este jueves tendrá muy atento al servicio medico de los juegos olímpicos.
¿Usted se acuerda de Eric Moussambani? ¿En serio no se acuerda? Bueno, le refresco la memoria.

En los juegos de Sidney 2000, haciendo uso del precepto de universalidad del deporte, el Comité Olímpico Internacional invito a participar en la prueba de natación a un representante de Guinea Ecuatorial, un pequeño y casi derruido país africano, que por primera vez competiría en la prueba acuática. Cuando digo por primera vez, es literal: Eric Moussambani, de el se trata jamás había corrido una carrera, ni visto una pileta olímpica, ni nadado mas de 20 metros.

Disputo la serie de los 100 metros ante dos nadadores, de Tayikistán y Níger, que estaban en su misma condición.

¿Que paso con ellos dos? Era tal el desconocimiento de las reglas básicas de competencia, que ambos se arrojaron al agua antes de tiempo y quedaron desclasificados. Desde la plataforma, casi en cuclillas, y meneando los brazos de un lado a otro, el africano observo la situación y afrontar la serie en soledad.
Cuando se lanzo a la pileta, la gente no sabia si reírse, llorar, compadecerse, llamar a la ambulancia o convocar a alguna organización de derechos humanos para que alguien se encargare de castigar a los culpables de haber permitido una verdadera degradación de la especie humana.

Moussambani no se ahogo porque tuvo suerte, pero bien le podría haber ocurrido. Llego con la boca abierta, tragando agua y escupiendo al mismo tiempo, con los ojos fuera de orbita, clamando por un poco de aire y con los sentidos alterados, como no comprendiendo donde estaba ni que hacia, y quizás tampoco sin saber quien era.

Tardo 1 minuto, 52 segundos y 72 centésimas para recorrer los 100 metros, un minuto y cuatro segundos mas que Pieter Van der Hoogenband, el extraordinario holandés que gano la medalla de oro.

¿Por qué esta historia, a cuento de qué?

Pues a cuento de que este jueves comienzan las eliminatorias de los 50 metros libre.

En la primera serie correrán tres nadadores que llegan a los juegos sin ningún registro previo. No podremos abrir juicio porque no conocemos más que sus nombres: Omar Núñez, de Nicaragua, Alois Dansou, de Benin y Omar Jasim, de Barhein.

Pero en la segunda, lo hará el congoleño Stany Kempompo Ngangola.

Este buen hombre, de 34 anos, tiene un raro privilegio: seguramente nadie en la historia de la natación llego a una competencia de velocidad con un registro de clasificación de ¡¡1 minuto y 15 segundos!! Para recorrer 50 metros.

Si proyectamos el tiempo a los 100 metros, el congoleño tardaría casi tres minutos para completarlos.
Eamon Sullivan tiene el record del mundo de la prueba con 21 segundos y 28 centésimos. En el mismo tiempo que Kempompo Ngangola recorrió 50 metros, al australiano le alcanzaría para nadar 175 metros aproximadamente, casi cuatro veces mas.

Al otro día de la prueba de Sidney, Moussambani era una estrella tan grande casi como Ian Thorpe. Contratos publicitarios, giras europeas, tapas de revistas, ciudadanos ilustre de su país y un nombre que quedo ligado a la historia del deporte luego de entrar por la puerta mas alejada de las grandes luces.

No me hubiera gustado ser Moussambani.

Tampoco me gustaría hoy ser Stany Kempompo Ngangola.