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El TRIste

BRISTOL -- Hablemos en serio. Pongamos las cosas en su lugar, dejemos de pensar en referencias históricas que se van diluyendo con el correr de los partidos. El gigantismo con el que se pretende instalar permanentemente a la Selección mexicana de fútbol, ya no existe. Lo de México en San Pedro Sula, fue digno de cualquier equipo "chico" de la región. Digno de cualquier "don nadie" de la CONCACAF. México no llegó a menospreciar al rival, se menospreció solo.

No fue un lindo partido. Estos encuentros ofrecen licencia para jugar mal y pesa más la pelea y la vorágine. No hay excusa por el campo de juego, porque fue malo para los dos, el agua no despreció a los hondureños y les cayó por igual. Analizar el juego por lo táctico es tirar un manto negro sobre lo que merece crítica.

Hay una desproporcionada valoración del jugador mexicano y nadie se ofrece para colocarlo en su justa tarima. Los que entraron ayer, salvo algo de Márquez y Guardado, no pasaron por ser más que irregulares representantes de un fútbol comercialmente exitoso, pero con muchas falencias conceptuales como para sustentar que son el mejor equipo de la región. Honduras le ganó a un equipo más, del montón.

México estará en el Mundial. No me cabe duda que con 15 puntos en casa, y una o dos victorias fuera, le alcanza. Pero no puede aspirar a pelear por un lugar en la alta sociedad futbolista, que es adonde pretenden llevarlo desde el discurso exacerbado. No es un equipo de altura, es un equipo que se cuelga a la altitud de su estadio para esconder su falta de actitud.