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¡Pobres Chivas...! Guarida de saboteadores y traidores

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Nuevas indisciplinas se dan a conocer en Chivas, más jugadores son separados del plantel (2:03)

Los jugadores Alexis Peña, Eduardo López y José Juan Vázquez, no están considerados para enfrentar a Pumas. (2:03)

LOS ÁNGELES -- Cuánta miseria. Cuánta mezquindad. Pobres Chivas, contrataron a mercenarios, a saboteadores, a traidores.

Se equivocó quien los contrató. Y quienes los han alcahueteado. Y se equivoca quien de inmediato no los arroje a la calle.

¡Pobres Chivas! Tan lejos de Jorge Vergara (QEPD) y tan cerca de su hijo Amaury y de Ricardo Peláez.

2020 ha sido un año de escándalos en Chivas. Comienza con el positivo de Víctor Guzmán (irresponsabilidad absoluta de Pachuca), ha continuado con su propia epidemia de Coronavirus y se ha desatado una epidemia aún peor, la de indisciplina, la de rebeldía, la de burla, la de vejación al club mismo y a los valores que supuestamente promueve.

Quede claro: a todos los involucrados, especialmente en actos de indisciplina, aún con las órdenes de confinamiento, sólo se les pueden imponer los peores cargos posibles contra un deportista,bajo sueldo y contra un ser humano.

Masivamente, deben ser acusados de traición, de deserción y de sabotaje. Todos. Y será difícil precisar si hay inocentes. Será difícil precisar si todos aquellos que han callado merecen consideración alguna.

Todos. Los futbolistas que callaron, los miembros del cuerpo técnico que fingieron no darse cuenta y los directivos que a sabiendas de lo que ocurría, prefirieron refundirse en el caparazón de la pusilanimidad y no hacer nada.

Apenas el viernes, Dieter Villalpando aceptó estar involucrado en un delito sexual. Este sábado, el Guadalajara, que prefiere tapar el pozo después de tantos ahogados, separa del equipo a La Chofis López (no me diga que se sorprende), al reincidente Alexis Peña, y al ya casi otoñal para estas actividades caligulescas, el Gallito Vázquez.

Hay algo incluso más lamentable que el aluvión de acusaciones que se hizo apenas público, ya era secreto a voces en el seno del equipo. Prácticamente, desde mediados de semana, todos estaban enterados.

Insisto en el término: el silencio de los inocentes no los convierte en menos culpables. Peor aún, son compinches silenciados por la cobardía. Si la plantilla sabía y calló, es culpable. Si el cuerpo técnico, en verdad sabía y calló, es culpable. Y si los rumores habían llegado a oídos de Peláez y Vergara, y fingieron no saber, son aún más responsables.

Chivas creyó contratar refuerzos y lo que hizo fue engendrar una camarilla de malandros. Revise los nombres y en la lista, curiosamente, el que menos felón aparece, termina siendo Víctor Guzmán, tal vez porque no tuvo más tiempo.

Puro ejemplar deleznable: Chicote Calderón, Uriel Antuna, Alexis Vega, La Chofis López (VIP del desmadre), Dieter Villalpando, José Juan Vázquez y ya pasan a menor plano, los excesos rumberos del Pollo Briseño y hasta el zarandeo del Pocho Ponce con aficionados.

Pero, no se olvide, a todos ellos, hay bobalicones o almas gemelas entre los aficionados que los defienden a muerte. Mellizos de la mezquindad.

“Un equipo familiar, que refleje lo que es una familia mexicana”, dijo alguna vez Jorge Vergara. Una familia muy disfuncional la que ha armado su hijo Amaury.

Ante semejantes muestras de irresponsabilidad, de insubordinación, indisciplina, desacato, amotinamiento y traición, es el momento oportuno para que Amaury Vergara y Ricardo Peláez dejen sentada la autoridad, si es que la tienen, si es que la saben ejercer.

Sí, es el momento de echarlos a todos sin goce de sueldo, pero no sólo a los infractores, sino a quienes los cubrieron, porque ésta es una forma de traición y porque, si ya alcahuetearon una vez, lo volverán a hacer. Los buitres y la carroña son pareja de vida.

Curioso: ninguno de los infractores directos es de cuna rojiblanca, porque el especialista en trenecitos en jacuzzi, La Chofis López, fue un cáncer que les injertaron con mentiras y dinero mal habido, desde Torreón. Claro, tampoco es que Chivas produzca tantos futbolistas de casa.

¿Serán tan valientes Amaury y Peláez para confrontar a su afición y decirles que deben hacer limpia y que llevará dos o tres años el proyecto de armar un equipo competitivo, sano, genuinamente rojiblanco?

¿Y la afición creerá que ambos están capacitados, convencidos, deseosos, responsabilizados para poder dar este gran paso?

Insisto: esa expresión de Jorge Vergara, de llamar “niños caguengues” a sus jugadores, seguramente aprendió a usarla en su propia casa.

Ojo: las redes sociales, han mostrado también el otro lado de la podredumbre que infesta a Chivas, y desde la trinchera que debería ser la más noble: su afición. Numerosos seguidores justifican a los jugadores.

Que “si es su tiempo libre, pueden hacer lo que quieran”, dicen promiscuos en potencia que se proclaman seguidores de Chivas.

Que “pobrecitos, imagínate, encerrados todo el tiempo, sin poder disfrutar de los millones de dólares anuales que se les pagan puntualmente”, esgrimen otros aficionados, lambiscones genuinos que esperan un 'like' de su ofensor favorito, para congraciarse.

Este texto verá la luz antes del juego ante Pumas. Seguramente, si Chivas saca un buen resultado, no faltarán los aficionados villamelones que salgan a defender a los infractores, porque, a final de cuentas, --dirán ellos--, sus comportamientos, insisto, algunos casi delincuenciales, no afectan al equipo.

Y toda esa recua de aficionados defensora de los jugadores y de sus vicios, al final, terminan siendo de la misma catadura que los futbolistas mismos y quienes los protegieron, es decir, son tan traidores, desertores, saboteadores y perniciosos como los actores mismos.

¡Pobres Chivas… tan lejos de Jorge Vergara (QEPD) y tan cerca de Amaury y de Peláez!