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Orgullo de Santa Clara

PHOENIX -- "Son parte de esta tierra todos mis huesos,
Soy polvo de este polvo, que fue mi abuelo.
Si esta tierra no es mía no es nadie,
Es mía por destino, también por sangre."

Con estas palabras describe su amor por la patria el maestro Alberto Cortéz en la canción "Texto esta es mi tierra y canción de amor para mi patria".

Mi invitado de esta semana es quizás por capricho del destino uno de los más indicados para encarnar las letras de esta canción; su vida no ha sido del todo llena de flores, pero lo que si tiene color, de acuerdo con sus palabras es el recuerdo de su amada tierra cubana. El señor Yuniesky Betancourt.

Con una tierna mirada y tímida sonrisa tomó asiento frente a mi camerino, trató disimuladamente de evitar el contacto directo de nuestros ojos y con su fuerte acento regional respondió a esta pregunta.

Yuni, tú tienes la fortuna de formar parte de uno de los países productores de los mejores jugadores de béisbol en el mundo, pero la contradicción es que aunque son de Grandes Ligas, son los únicos jugadores que enorgullecen a una tierra a la que no pueden volver.
"Es algo que en verdad es una pena para nosotros; uno tomó la decisión de dejar su patria por la oportunidad de un mejor futuro, pero cargamos con la tristeza de no poder volver a nuestra tierra, de no volver a ver a nuestros amigos y de jugar de nuevo en los estadios donde uno se hizo pelotero. Lo más doloroso para mi, creo, es el factor que uno no puede jugar de nuevo para la gente que le aplaudía cuando eras un jovencito y ahora que eres mejor jugador no puedes volver a buscar sus aplausos y su cariño".

Todo el mundo sabe que nosotros los jugadores latinos jugamos con la patria encima de nuestros hombros, pero ustedes tienen una patria que los sigue muchas veces clandestinamente.
"Para mi, aparte de que me duele que nuestros fanáticos no nos pueden seguir con la libertad con la que siguen a los dominicanos, venezolanos o mexicanos; me da mucho orgullo saber que nuestra gente se arriesga a vernos y escucharnos a escondidas, ya que eso es prácticamente ilegal en Cuba. Eso es algo que me hace salir al terreno cada día con más amor y entusiasmo, porque además de que juego por mi y para mi familia, se que tengo gente que arriesga su vida por saber como me va, como me está yendo aquí día a día, en Las mayores".

Tú que eres un producto del béisbol cubano podrías decirnos, ¿cuál es la diferencia entre el béisbol de tu país y el de Estados Unidos?
"Bueno, el béisbol de Cuba es de excelente calidad, pero yo creo que el béisbol americano tiene más consistencia. Por ejemplo en Cuba no hay los scout que hay aquí, donde te ven y te informan si un jugador está o no está bateando bien, en Cuba no hay las cámaras que hay aquí, allá tú no sabes lo que un lanzador hace hasta que no estás en el plato enfrentándolo, acá la tecnología y la consistencia del negocio le dan un gran avance por encima de todos nuestros países latinos, algo que actúa en tu favor y también en tu contra, ya que el contrario también sabe lo que estás haciendo tú.
El Béisbol de Cuba como el de todos nuestros países latinos tiene una chispa, más sabor que el americano y eso todo el mundo lo sabe, es por nuestra gente, nuestro público.

¿Tú crees que nuestro béisbol es más familiar que la pelota americana?
"En nuestros países la pelota es mas divertida, aquí es mas un negocio que otra cosa. En Cuba quien no juega pelota no es cubano, desde que naces, lo primero que hacen es darte un bate y una pelota o la tapa plástica de una botella y un palo de escoba para que juegues en la calle y aprendas a batear. La pelota es algo de lo que quieres formar parte; ¡la pelota en mi Cuba es pasión!

¿Qué es lo que más te gusta de la pelota de Cuba?
En ese momento el brillo de sus ojos comenzó a crecer rápidamente, su mirada parecía perderse en los recuerdos de su isla y una sonrisa iluminó su rostro "El público; toda esa gente gritando y las bandas tocando música en las graderías. Allá el béisbol es estricto pero no como aquí, allá se goza junto con la gente y quizás es eso lo que más me gusta. Cuando uno gana en los playoffs la gente al otro día va a trabajar con más ánimo, todo lo que se habla en la ciudad, es sólo sobre béisbol. Eso lo llegue yo a vivir en mi pueblo de Santa Clara una vez que pasamos a las finales, la gente se iba vestida para el juego y de ahí salían para las discotecas".

¿Por qué crees que es tan buena la calidad de los jugadores cubanos?
"Lo que pasa es que en Cuba el jugar béisbol es una profesión, es el sustento de vida para muchos de nosotros y aunque no es como el de aquí, es nuestro trabajo. Yo me atrevería a decir que el hambre de ser reconocido por tu gente, salir a la calle y que el público te estreche la mano y te comente lo bien que jugaste el día anterior, da al jugador cubano la responsabilidad de ser bueno. Uno comienza siendo héroe de barrio, luego de la comunidad y después de la provincia, hasta que todo el país sabe ya quien eres.
Para mi, lo mas lindo son esos niños que se acercan, nos saludan y nos admiran con tanto fervor y dicen "Que monstro ere Rikimbili, vi el palo que pegaste ayer" En Cuba no pagan por jugar béisbol, el amor de nuestra gente es nuestra riqueza.
La gente en Cuba le pone sobrenombres a los jugadores y se identifican con ellos, por ejemplo a mi me dicen Rikimbili, que en verdad es una especie de injerto de una bicicleta con un motor de gasolina que inventaron, pero en realidad el nombre me vino desde que era niño por una jugada que hice y la cual yo dije que me quedó Rikimbili y de ahí salió el apodo.

Explícanos ¿qué sienten los jugadores cubanos cuando se juntan en esta patria extraña y hablan de su tierra?
"Lo primero que siempre sale en la conversación es la época cuando jugábamos en Cuba y como luego de los juegos nos poníamos a jugar dominó en los hoteles; en el terrenos éramos rivales, pero después del partido siempre éramos amigos".

¿Fuiste fanático de la pelota cubana?
"Muchacho, ¡seguro! Cuando yo era pequeño para los playoffs, en mi ciudad de Santa Clara, había que ir desde la mañana para asegurar tu asiento; nosotros llevábamos sabanas blancas y cubríamos los lugares donde nos queríamos sentar, cinco o seis, dependía que tan grande fuera tu familia y tenías que quedarte ahí atendiendo que no te los quitaran. El estadio abría a las diez de la mañana y el juego no era hasta la siete de la noche, teníamos que hacer turno de dos en dos, uno se iba a comer y luego volvía mientras que los otros se iban y se bañaban y así era hasta que empezaba el partido.
Por eso es que para mí, el béisbol cubano es tan especial, yo que hacía todo eso para ver los juegos luego era la estrella que la gente venía a ver jugar, yo que me sentaba en esas gradas y gritaba por los jugadores ahora soy el que está en el terreno jugando para su gente.
Uno juega con tanta jocosidad que la vida tiene otro valor, muchas veces cuando la orquesta tocaba y yo estaba en el terreno de juego me ponía a bailar entre lanzamiento y lanzamiento y los fanáticos me gritaban "¡Dale Rikimbili, menea las nalgas!

Tu que viste tanto talento pasar por las ligas de Cuba ¿cómo crees que hubiera sido si se les hubiesen permitido a esos grandes peloteros, que nunca han podido salir de la isla, jugar en Las Grandes Ligas?
"Yo creo que Cuba hubiera sido una potencia en el béisbol como lo es Dominicana o Venezuela por ejemplo. En Cuba se va un pelotero hoy y aparece otro mañana; yo en casa tengo una programación especial para ver los juegos de la liga cubana y ya hay un grupo nuevo de jóvenes que no conozco, se ven que son muy buenos. Nosotros los cubanos de Miami seguimos los juegos de Cuba como si estuviéramos allá, ponlo de esta manera, Miami para nosotros no es más que una "Cuba con comida, porque allá se vive y se goza todo lo de Cuba".

Busqué el momento oportuno para cercarlo con mi última pregunta y escucharlo tratar de explicar con palabras su más grande deseo.

¿Si algún día en tu ciudad de Santa Clara se te reconociera bautizando un estadio en tu nombre y con el tiempo un niño mirando hacía el campo le preguntara a su padre quien fue Yuniesky Betancourt, qué te gustaría que el padre respondiera?
"Me gustaría que le dijera que yo era un joven de este pueblo que le gustaba jugar para su gente, que su mayor emoción era ver a ese público parado gritando y gozando el béisbol. Un jugador del pueblo, alguien que era de nosotros y que se nos fue un día a jugar en Las Mayores".
En ese momento su mirada se menguó y la nostalgia pareció cubrir sus ojos "Mi más grande sueño en estos momentos es poder jugar el último juego de mi carrera en el Augusto César Sandino de mi pueblo, con y enfrente de toda mi gente".

Bajé mi cabeza y traté de visualizar la imagen, sólo logré compartir la añoranza por la tierra, el pueblo y el dolor de la distancia.