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El bono que lo cambió todo

A pesar de que no muchos cazatalentos podrían ponerse de acuerdo para definir un momento en particular en la historia de los bonos por firma de contrato, hay un evento seminal que puede haber hecho más por darle forma a la actual estructura de bonos que cualquier otro.

En 1994, un jugador de cuadro de 16 años llamado D'Angelo Jiménez firmó un contrato de $25.000 con los Yankees de Nueva York que cambiaría para siempre el modo en que jugadores y equipos encaran sus negociaciones.
Hasta entonces, los mejores jugadores de Latinoamérica firmaban por cifras en el rango de los $2.000 y $5.000. jugadores muy especiales recibían $10.000.

"Entonces, las puertas se abrieron para todos los jugadores jóvenes", dijo Jiménez sobre su firma.

"En realidad, él fue el primer producto del boom de bonos en Latinoamérica", dijo el coordinador de los Yankees para la región, Víctor Mata, sobre Jiménez.

Es difícil imaginar ahora cuánto ayudó Jiménez a que todo cambie. Tras una carrera muy poco espectacular en las ligas mayores (promedió .263), Jiménez juega ahora en México. Es pequeño de tamaño y de peso. Usa lentes porque su visión no es muy buena.

Este invierno, Jiménez participó en el equipo dominicano que jugó en la Serie del Caribe, pero casi no jugó.

Pero en algún punto de su carrera, no hubo un jugador latinoamericano más deseado que Jiménez. A comienzos de 1994, Jiménez comenzó a entrenar en la academia de los Florida Marlins. Ahí notó que no solo uno sino varios equipos estaban interesados en firmarlo. Jiménez supo que estaba a punto de cobrar un dinero más que importante.

Lo que nadie tenía previsto fue la agresiva jugada de los Yankees. En ese momento, los gloriosos Yankees no competían mucho en la escena internacional, con apenas un puñado de empleados buscando talentos en el plano mundial. "Teníamos una sola persona que ni siquiera tenía auto. Tenía que ir a todas partes a pie", dijo Mata. Pero entonces contrataron al director de cazatalentos internacionales Rudy Santin y repentinamente, junto a Mata, tenían un equipo completo de gente lista para hacer que los Yankees pasen a apostar fuerte en el mercado internacional.

"Le dije a Santin que no teníamos muchos prospectos en Latinoamérica", dijo Mata. "Teníamos que subir el monto que le dábamos a los jugadores".

En ese momento, no había en Latinoamérica un jugador mejor y sin contrato que no fuera Jiménez. Eventualmente, Jiménez y su familia (su tío manejaba sus negocios) limitaron sus elecciones a los Yankees y los Bravos de Atlanta. Las negociaciones tomaron fuerza. Los Bravos ofrecían cierto monto y casi inmediatamente los Yankees hacían una contraoferta. La apuesta había llegado a casi $15.000, una cantidad inaudita para la época, cuando las negociaciones llegaron a un punto culminante en el verano.

Un día, Mata llegó a la casa de Jiménez y se encontró con Carlos Ríos, director de cazatalentos internacionales para los Bravos, que ya estaba ahí negociando. "Vayan a buscarlo", le dijo Mata a la familia de Jiménez.

D'Angelo estaba en la escuela, estudiando para un exámen de algebra, pero se le pidió que fuera a su casa. Cuando llegó, Jiménez fue informado de que los Yankees le ofrecían $25.000. No llevó demasiado tiempo para que la familia decida que su destino estaba en los Yankees.

"Fue una gran competencia entre nosotros y los Yankees", dijo Rene Francisco, cazatalentos de los Bravos en Latinoamérica en ese momento, y ahora al frente de las operaciones latinoamericanas de cazatalentos de los Royals. "Renunciamos porque sabíamos que los Yankees no iban a detenerse".

Finalmente, los Yankees tuvieron a su tan publicitado jugador latinoamericano.

"No voy a mentir, me sorprendió mucho ver cuánto dinero le dieron", dijo Mata. "Creo que cambiamos todo el panorama. Cuando firmamos a D'Angelo, eso tuvo mucha repercussion con todos los demás prospectos".

Jiménez piensa ahora que probablemente hubiese logrado más dinero de haber sido representado por un agente. Y no pasó mucho tiempo después de esa firma antes de que naciera la representación por agentes de los prospectos dominicanos.

"Yo creo", dijo Jiménez, "que le abrí las puertas a muchos muchachos dominicanos".