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Entrevista con Ken Griffey

¡Usted es el mejor, el mejor que ojos algunos hayan visto!

Fueron las palabras de Johnny Sylvester años después (aquel niño que Ruth visitó en el hospital y a quien le dio su palabra de pegar dos cuadrangulares en un juego, si él le prometía sanarse) mientras lo veía desaparecer bajo la oscuridad del túnel que llevaba a los camerinos, en una escena de la película "El Bambino" (The Babe en su título original), en la cual el actor John Goodman hacía el papel de Babe Ruth.

Inspirado en esta película, tomé mi grabadora, papel y lápiz en mano, me lancé a la aventura de entrevistar a quien, quizás para muchos de nosotros, sea el mejor jugador que nuestros ojos hayan visto. "El natural", según la opinión de los expertos y grandes jugadores de Grandes Ligas, el señor George Kenneth "Ken" Griffey Jr.

Con la extraordinaria y amistosa sonrisa que siempre lo ha caracterizado ante los demás, entramos acompañados al cuarto de entrevistas de camarógrafos y un par de reporteros que curiosos querían saber lo que estaba pasando. Las luces se encendieron, las cámaras comenzaron a grabar y los micrófonos se abrieron para escuchar las respuestas del más grande y famoso Marinero de todos los tiempos.

M.B.: Ken, nosotros siempre hemos escuchado la famosa expresión "nació para jugar béisbol", las personas que te han visto jugar durante toda tu carrera dicen que si alguien en el mundo le pega ese dicho es a ti. ¿Tú crees que eso es cierto y que naciste para jugar béisbol?

K.G.J.: No, yo no pienso igual. Cuando miro el historial de mi familia puedo ver que desde varias generaciones muchos de los hombres que la componemos hemos sido buenos atletas, muchos jugamos fútbol americano. Mi padre era mejor jugador de fútbol que de béisbol al igual que mi hermano y varios de mis tíos; hasta cierta edad también lo fui.

Yo no era el mejor jugador de mi equipo de pelota, siempre había alguien que era mejor bateador, alguien que tenía más fuerza. Defensivamente sí era el mejor pero en la ofensiva nunca. En fútbol llegué a jugar varias posiciones, desde recibidor abierto hasta guardador de línea, podía hacerlo casi todo; como puedes ver nosotros siempre fuimos mejores en fútbol que en béisbol. Mi primo rompió todo los récords de la escuela en correr el balón, mi padre es el dueño de todos los récords de la gran 33 del lado oeste de Pensilvania, marcas que nunca serán rotas porque esa escuela ya cerró y siempre que tengo la oportunidad se lo lanzo en cara. Como vez nuestra familia siempre fue buena en fútbol, la única razón por la cual mi padre eligió jugar béisbol fue porque yo había nacido y tuvo que decidir entre perseguir su sueño de jugar fútbol o jugar béisbol y ganar dinero para mantener a su familia.

El teléfono de uno de los camarógrafos timbró, interrumpiendo la entrevista y todos lo miramos con cara de enojo por un segundo antes de que estalláramos de risa, voltee de nuevo hacía mi invitado y usando sus palabras lo puse contra la espada y la pared.

M.B.: Muchas personas creen que los hijos de ex jugadores tienen ventaja sobre el resto de los demás, pero el que tu padre haya jugado béisbol no garantiza, ni justifica tu enorme calidad de talento para jugar pelota. ¿Tú crees que es una herencia genética o que naciste con la bendición de un talento en especial?

K.G.J.: Yo creo que es genética. Sé que en la vida hay misterios; por ejemplo Stanley Musial nació en la misma ciudad que yo nací, el mismo día también, 21 de noviembre. Eso no es fácil de encontrar, dos jugadores como nosotros, nacidos en la misma ciudad, el mismo día, pero en diferentes eras. Musial jugó con mi abuelo y siempre dijo que mi abuelo era el mejor atleta con el que había jugado en toda su vida. Luego llegó mi padre y después yo, como puedes ver traigo una herencia deportiva en mi sangre. Genéticamente muchas generaciones heredan lo mejor de ambos padres y se convierten en mejores atletas.

Cuando mi hermano jugaba fútbol había una sola persona en todo el país más rápida que él y era Rocket Ismail, o sea que él sacó toda la rapidez de la familia, yo la fuerza y el buen ojo para batear.

M.B.: Alguien una vez le preguntó a Barry Bonds si él pensaba que él era bueno porque su padre lo había sido y él contestó que "donde estaban los padres de Babe Ruth, Mickey Mantle, Hank Aaron?". Sus padres nunca jugaron.

K.G.J.: Bueno, quizás no jugaron béisbol pero trabajaban en oficios que les ayudaron a desarrollar fuerza, buena vista, partes y cosas que sus hijos heredaron y que los llevaron a ser quienes fueron en el béisbol.

M.B.: ¿Entonces tú estás convencido de que en realidad es todo genética?

K.G.J.: Claro que sí. Cuando uno mira cuál era en tiempos atrás el promedio de estatura de un hombre no era más que 5 pies 7 pulgadas, ahora es 5'9". La humanidad está cambiando, ahora hay jugadores más rápidos y más fuertes que antes; por ejemplo, mi hijo mayor mide 6'2" y pesa 170 libras con tan sólo 15 años de edad. A su edad yo sólo pesaba 130 y lo mismo pasaba con mi padre. Cuando uno examina a sus hijos se puede sacar muchas veces un mapa genético de todas sus partes de dónde vienen; por ejemplo mi hijo tiene mi trasero y el estómago de su madre, mis hombros y brazos pero las caderas de mi padre, y así sucesivamente.

Ken Griffey Jr.

Bateador designado
Marineros de Seattle

Perfil

M.B.: Volviendo al tema del béisbol, esta es una pregunta muy importante porque quizás tú seas la única persona en la historia de este deporte que no tenga la opción de decir cómo quiere que la gente lo recuerde. Y la razón es simple: muchas personas dicen que tú cambiaste la imagen del juego con tu estilo, que eres el icono del jugador del futuro, que fuiste el primero que comenzó usando la gorra hacía atrás, que eras el niñito "bacano" con su estilo propio, siempre riéndose y que jugaba junto con su padre.

Una suave sonrisa iluminó su rostro y sus ojos parpadearon varias veces.

K.G.J.: Me gustaría pensar que sí tengo una opción. Todo el mundo cuando es pequeño quiere usar las cosas de sus padres, como una niña cuando se pone los tacones de su madre aunque le queden grandes, o un niño que usa las prendas de vestir de su papá y camina por la casa arrastrando los ruedos de los pantalones. Yo quería usar las cosas de mi padre. Mi papá cuando jugaba béisbol tenía un afro, yo sólo tenía siete años en ese entonces y quería siempre usar su gorra, salir al terreno, lanzar y atrapar la pelota, pero cada vez que me la ponía siempre se deslizaba y me tapaba la cara, porque era muy grande para mí, de la única forma que podía usarla era volteándola hacía atrás. Así fue como todo empezó.

M.B.: Los historiadores de este juego argumentan que ese es tu estilo y que tú comenzaste con el jugador sonriente, el niño feliz de estar en las mayores.

K.G.J.: Si vas a jugar este deporte tienes que divertirte. ¿Para qué te vas a dedicar a algo que no te gusta?

Uno invierte mucho tiempo de su vida jugando béisbol, cuando es niño en el patio de la casa, sin las preocupaciones del deporte profesional, sólo por el amor a este juego. Entonces, si amas este deporte, disfrútalo. No hay razón que por el hecho que te paguen por hacerlo eso cambie.

La gente siempre dice que los jugadores cuando llega la hora tienen que tener lo que todos llaman la cara de jugar. Cualquiera puede ir allá afuera y tener la cara de ogro, pero el gran secreto está en poder divertirse mientras te ganas la vida.

Cuando llegué a Las Grandes Ligas con 19 años, no tenía mucho de qué preocuparme, todo era divertido para mí, por eso siempre estaba sonriendo. Alguien tropezaba y se caía y yo soltaba la risa, ahora que tengo 39 sé que hay cosas de las cuales uno se debe reír y otras de las que no, pero hay algunas de las que siempre me voy a reír.

M.B.: Tú eres uno de los seis jugadores en la historia del béisbol que han pegado 600 cuadrangulares o más. ¿La experiencia, el sentimiento cuando conectas un cuadrangular varía con cada peldaño? ¿Se siente lo mismo cuando pegas el 500 ó el 600 como cuando conectas el primero?

K.G.J.: Te diré la verdad, uno nunca olvida el primero. Siempre recuerdas ese lanzamiento y cómo te sentías cuando ibas corriendo las bases como un tonto mientras tratabas de disimular tu entusiasmo. Cuando vas subiendo los escalafones de la fama tienes un sentimiento conmovedor al alcanzarlo, pero yo siempre trato de controlar mis emociones. No he querido nunca avergonzar a nadie; nunca he querido ser uno de esos que pega brincos o hace un ritual en el plato cada vez que conecta un cuadrangular.

Mi padre siempre me dijo, "Sé siempre tú, reacciona como si ya hubieras hecho eso antes". Y todo comenzó cuando tenía como 14 años, en un partido pegué un largo cuadrangular y tan pronto le pegué a la bola comencé a batir mi puño como el comediante Steve Garvey. Cuando llegué al plato mi padre desde las graderías me estaba haciendo señas para que me acercara y me dijo, "Nunca hagas eso otra vez, el cometió un error, tú sabes que cometió un error. Por eso no tienes que avergonzarlo".

M.B.: Conectar cuadrangulares es algo a lo cual tú debes estar muy acostumbrado ya que lo has hecho más de 600 veces, pero si tuvieras que describirlo con palabras, para aquellos que nunca lo han hecho ¿qué se siente pegarle a la pelota en la masa del bate y ver cómo miles de personas se ponen de pie al mismo tiempo y con sus rostros llenos de emoción miran el recorrido de la bola, esperando ver dónde caerá esta vez?

K.G.J.: No creo que tenga palabras para explicarlo. Cuando uno conecta un buen batazo no siente el contacto del bate con la bola, por esa razón sabes que le pegaste bien. Es como ustedes los lanzadores, cuando hacen un lanzamiento y desde que sale de tu mano sabes que el bateador no tiene chance de pegarle, porque salió de una forma perfecta. Nosotros sentimos lo mismo, vemos la trayectoria de la pelota y como al salir del bate lleva buena rotación ya sabes que se va ir.

Yo nunca he sido el tipo de jugador que pega muchos cuadrangulares de 500 y tantos pies donde ves a la gente gritar "¡Waoo!". En Cincinnati la gente me llamaba el Don Juan de las primeras filas porque la mayoría de mis cuadrangulares caían entre las primeras tres o cuatro hileras de los asientos.

M.B.: Tú has sido increíblemente bueno tanto a la defensiva como a la ofensiva. Una vez te escuché decir en una entrevista que para ti la defensiva era más importante. ¿Por qué?

K.G.J.: En este juego para poder permanecer tienes que tener buena defensiva. Si te fijas bien, no son muchos los jugadores que sólo fueron buenos ofensivamente y que han podido mantenerse por mucho tiempo, todo el mundo necesita buena defensa. Cuando era joven fue algo que aprendí muy bien. Cada noche necesitaremos 27 outs para ganar. Tú puedes fallar en un turno y tu compañero puede venir tras de ti y pegar el batazo, pero a la defensa, si cometes el error todo el equipo lo sufre, al lanzador lo pones en aprietos, el cuadro ahora debe jugar para doble matanza, la responsabilidad es mucho más grande.

M.B.: Sé que has oído el dicho que dice "no creas todo lo que leas". Muchos de nosotros hemos leído muchos cosas de ti a través de tu carrera, pero para los que no te conocemos, ¿quién eres en realidad?

K.G.J.: Soy el tipo que siempre está dispuesto a ganar. Soy muy supersticioso cuando se trata del juego. En varias ocasiones he cambiado el coche que manejo, pues si lo compré y en esa semana no pegué de hit, lo devuelvo al dealer y saco otro. Si un compañero me pide uno de mis bates se lo doy, pero no lo uso más. No me gusta que nadie ponga su mano en mi guante; cuando mi hijo tenía cuatro años una vez tomó mi guante, yo me quedé mirándolo decepcionado y mi esposa me puso la mano en el hombro y me dijo, "Es tu hijo, recuérdalo". ¡Sí, pero está usando mi guante!