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Espejismo

David Faitelson ESPN

Dos juegos, dos triunfos, seis puntos, paso perfecto; pero no es la realidad con respecto al nivel de juego de la Selección Mexicana. En algún momento, la era de Gerardo Martino en el equipo mexicano se ha desvirtuado. En el verano, el equipo dejó de ser eficiente, perdió dos finales ante Estados Unidos, y ahora, con victorias, bajo la clara mediocridad de los rivales y del área. Hay otro “peligro” en este mismo sendero: que los “defensores” del negocio estén inmersos en el proceso de “inflar el globo”, es decir, proteger el negocio por encima de cualquier otro aspecto. En medio de esos “peligros”, el de la irrefutable pobreza futbolística de su área y en manos de personajes que solo ven al futbol como dinero y negocio, está el “espejismo” de la Selección Mexicana de futbol…

SAN DIEGO, California.-Aparentemente, no es tan complejo: jugar mejor, para ganar y para crecer futbolísticamente.

Pero hay quienes creen y sostienen que hay momentos en los que se puede o vale la pena “traicionar” la propia ideología del juego en aras del resultado. Y entonces, aparecen frases como: “Ganar como sea”, “las eliminatorias se juegan así”, “ya habrá tiempo de mejorar”. El problema es que ese tiempo se ha vuelto eterno e infranqueable para el futbol mexicano, que se regodea en las eliminatorias de su área futbolística sin ninguna clase de obstáculos y que cuando debe afrontar otro nivel competitivo, en los Mundiales, ve como se desvanecen sus espejismos y enfrenta su cruel realidad.

México ha ganado seis puntos en sus primeros dos partidos rumbo a Qatar 2022 producto de la mediocridad de sus rivales y no de un futbol propio que nos indique que la era de Gerardo Martino marcha en el camino adecuado. Ni la actuación del jueves en Estadio Azteca ante una debilitada Jamaica, ni la del domingo en San José frente a una Costa Rica débil e impotente, triunfos por la mínima diferencia en ambos casos, llenan las expectativas que se tienen sobre este grupo de futbolistas. A esta altura del proceso, y más allá de las ausencias justificadas o injustificadas de algunos de sus futbolistas estelares, tendría que verse un avance cualitativo en esta selección. Qué quiere, cómo lo quiere y cual es la forma de hacerlo. Algo, sin embrago, parece haberse descarrilado en la era de Martino. Desde el verano, el juego de México ha dejado ser efectivo, perdió dos finales ante los Estados Unidos, y también ha perdido ciertos fundamentos que llegó a mostrar en sus inicios. Parecía que la selección del ‘Tata’ jugaba o intentaba jugar a algo. Hoy, está perdida y maniatada por la necesidad de sacar resultados (puntos).

Más que el poder del juego de México, hasta ahora, se ha impuesto la debilidad de sus rivales. Es verdad que las ausencias de Raúl Jiménez, de Hirving Lozano y de Héctor Herrera pueden pesar, pero uno esperaría que la Selección Mexicana encontrara las formas de suplirlos y que el nivel de su juego no decayera tanto.

Y mientras tanto, aparece la duda que siempre se cierne sobre este panorama: ¿Cómo saber, cómo medir el verdadero nivel del futbol mexicano entre tanta mediocridad y pobreza? La respuesta ha llegado, generalmente, en pleno Mundial de futbol, donde no te alcanza con esa cuota de juego para alcanzar los objetivos de un crecimiento pleno y es, entonces, cuando el futbol mexicano “se cae de la cama” y despierta abruptamente de su sueño. Hoy, podríamos estar inmersos en el tradicional proceso de “inflar el globo”. Muchos antes de ser objetivo futbolístico o deportivo, la Selección Mexicana de futbol es un negocio y, como tal, debe atender a las necesidades propias de la industria. Esa industria establece la necesidad de clasificarse a como de lugar, sin importar las formas, las maneras, los modos que después te darán “las armas” competitivas para cuando el juego escale en nivel. El negocio puede permitirse tal “mediocridad”, pero nunca la posibilidad de perderse un Mundial.

El día en que ello estuvo en predicamento, durante las eliminatorias para el Mundial del 2014, el propio nivel del área se encargó de resolver la situación y clasificar “milagrosamente” a México para Brasil. Se supone que Martino esta preparando a una selección que logre lo que otras no han podido hacer. Trascender internacionalmente. Darle a México el paso de calidad que históricamente se le ha negado. Acercarlo, lo más que se pueda, las grandes potencias del juego. El único sitio donde puede hacerlo es en el Mundial, pero para llegar en condiciones optimas a esa cita debe jugar con un estilo propio y llevarlo a un nivel competitivo importante. La Concacaf no le exige eso. Por el contrario, le permite “navegar” con banderas desplegadas en medio de un mar tranquilo, donde ganas hasta cuando no mereces ganar y donde los espejismos se imponen en aras de “inflar el globo” del negocio, que luego se pincha y revienta dramáticamente cuando trata de atravesar la barrera del quinto juego de un Mundial.

El espejismo del área. Ganas, eres líder, te aplauden, los defensores del negocio, aunque tu futbol esté metido y sea parte de la mediocridad de la zona. La historia de siempre del futbol mexicano…

@Faitelson_ESPN