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El abuelo cuenta cuentos

JOHANNESBURGO -- Este abuelo no contaba cuentos de terror para ablandar las travesuras del niño. Ni mencionaba lobos o monstruos que no le permitieran dormir por las noches. Ni contaba cuentos en una silla mecedora, hasta cansar al nieto. Este abuelo contaba sólo un cuento sobre una canchita de futbol, a donde acudían todos los domingos para convivir en familia. Era un terreno de la familia Balcázar Anaya frente al aeropuerto de Guadalajara.

Este abuelo cuenta-cuentos siempre le hablaba de futbol al hijo de Silvia Balcázar y Javier El Chícharo Hernández. Y su único cuento se remontaba hasta Suiza 1954.

"¿De veras anotaste un gol en un Mundial?". Y el abuelo, orondo, hinchándose de orgullo, respondía: "Sí, mi niño, le anoté un gol a Francia. Con ese gol empatamos. Pero luego el árbitro nos marcó un penal injusto y el gran Raymond Kopa lo cobró muy bien y nos ganaron casi en el último minuto". Asombrado, con los ojos saltones y la boca abierta, Javiercito Hernández preguntaba otra vez: "¿Pero de veras anotaste un gol en un Mundial?". Y el abuelo reafirmaba: "Claro, m'hijo".

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El Chicharito, todavía incrédulo, acudió ante un testigo que no podía engañarlo: "Oye, abuela", le decía a Luchita de Balcázar (Luz María Anaya). "¿Es cierto que mi abuelo anotó un gol en un Mundial". Y la abuela orgullosa le reafirmaba: "Así es mi niño. Su abuelo le anotó a Francia".
Ese fue el cuento más recurrente en la infancia de Javier Hernández Balcázar.

Tomás Balcázar tiene seis hijos. De los varones, ninguno fue futbolista. Su hija Silvia se casó con Javier El Chícharo Hernández hace casi 23 años. Ellos tienen dos hijos: Javier y Ana Silvia. Tomás, el suegro, y Javier, el yerno, participaron en los mundiales de Suiza 1954 y México 1986. Tomás jugó y anotó ante Francia. Javier no jugó, pero estuvo en la lista de 22 mundialistas de México. Y hoy, completando el hecho insólito, el nieto de Tomás y el hijo del Chícharo, participa en este Mundial de Sudáfrica 2010.

Tres generaciones del tronco Balcázar-Hernández han estado enlistados con la Selección Mexicana en tres mundiales distintos. Un caso quizá único en el mundo.

Y una curiosidad más: cuando Tomás participó en el Mundial de Suiza 1954 no había nacido Javier El Chícharo Hernández. Y cuando Javier Hernández estuvo en el Mundial de México 1986, su hijo El Chicharito tampoco había nacido.

Esta noche fue día de fiesta para 120 millones de mexicanos en territorio azteca y para otros 25 millones que persiguen el sueño americano en los Estados Unidos. Pero una familia en particular está feliz: la familia Balcázar Hernández.

"Yo lloré, lloré y lloré. No me podía controlar. En cuanto mi niño metió el gol se me salieron las lágrimas. Son lágrimas de alegría. Estoy tan feliz", dijo por teléfono su abuela Luchita Anaya de Balcázar desde su casa de Ciudad del Sol, en la zona metropolitana de Guadalajara.

"Y mi viejo está igual de feliz. Hablé con él y también lloró mucho. Él anda por allá en Sudáfrica, estuvo en el estadio. ¿Te acuerdas cuando Tomás le platicaba a mi niño que le había metido un gol a Francia en un Mundial? ¿Te acuerdas de su cara de asombro? Y pensar que ahora él también le metió un gol a Francia, como su abuelo". No pudo más. La línea telefónica se llenó de lágrimas.

Hoy, feliz por su nieto, Luchita recuerda que "el gran Balcázar, mi viejo", como le llama cariñosamente, comenzó la tradición familiar de anotarle goles a Francia en Copas del Mundo.

La memoria recorre 15, 16 o 17 años de distancia, de un domingo cualquiera, para recordar aquel retrato mental con la cara de asombro de Javier El Chicharito Hernández, que seguía incrédulo preguntándole a Tomás Balcázar, el abuelo cuenta-cuentos: "¿De veras le anotaste a Francia en un Mundial?".

Una vez obtenida la respuesta, dejó el remanso del abuelo para, con balón en mano, seguir jugando futbol en la canchita de la familia Balcázar Anaya. Alguno de los ahí presentes le escuchamos musitar: "Yo también le anotaré a Francia en una Copa del Mundo... algún día".