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Cortina de humo


En México no se habla de un fracaso con la Selección Mexicana en Sudáfrica. El mecanismo de cada cuatro años se empieza a aplicar para tapar todo y mantener intacto el negocio que significa la selección y el fútbol...

JOHANNESBURGO -- Históricamente, los mexicanos hemos sepultado o tapado lo que parece incomodarnos.

Muchas cosas más importantes que un resultado de futbol han quedado marginadas sin que aprendamos de la adversidad, del fracaso, del error.

Esta vez, como siempre, la cortina de humo está lista: Un informe, un comité de estudio, un nuevo técnico y otros cuatro años tirados a la basura.

El "no pasa nada" se impone históricamente en el futbol mexicano.

Javier Aguirre presentará su renuncia este miércoles. Las televisoras quieren fuera a Néstor De la Torre y proponen a Yon de Luisa o a Álvaro Dávila y el candidato más avanzado para suceder a Aguirre es José Manuel El Chepo de la Torre. A ello debemos agregar que los dirigentes manejan ahora el cuento de que la actuación de México en Sudáfrica 2010 no fue, de ninguna manera, un fracaso.

Bajo este panorama, corremos el terrible riesgo de que el traspié mexicano en estas tierras no genere ningún tipo de cambio en la pobre estructura del futbol mexicano.

"No hay que hacer tanto drama". Me dijo Jesús Martínez, el dueño de los Tuzos del Pachuca. "Yo apuesto por la continuidad del entrenador, pero si él no acepta debemos seguir avanzando en la misma dirección".

La declaración de Martínez es la primera que se produce de manera directa de un propietario de equipo del futbol mexicano y parece dibujar, exactamente, el panorama que podría presentarse.

Un nuevo técnico o incluso la continuidad de Aguirre no solucionan de fondo la problemática que realmente envuelve al futbol mexicano. Dejemos de lado la hipocresía y los montajes: el futbol mexicano o los dueños del futbol mexicano necesitan entender y aceptar que lo de Sudáfrica fue un fracaso, que el futbol mexicano está enfermo y que se requieren cambios fundamentales, no de forma, sino de fondo, para garantizar que ello no volverá a ocurrir dentro de 4 años.

Y los cambios más urgentes, usted los conoce bien: reducción de extranjeros, mejor trabajo en el desarrollo de jugadores y de entrenadores, la vuelta al torneo largo y darle más importancia a la parte deportiva que a la económica. Con o sin el grupo en el poder, con o sin las televisoras, con o sin Televisa, los dueños de equipos están obligados a empujar esos cambios. ¿Podrán hacerlo?

Lo primero, lo más difícil, sin embargo, es admitir el fracaso y aceptar la enfermedad. Negarlo es un error, una costumbre muy mexicana para tender una cortina de humo en torno a la situación.

EL MUNDIAL DE UNOS CUANTOS
Los atardeceres se van...

Se quedan las expresiones, las risas, los cantos y los bailes...

El Mundial avanza y llega a un terreno donde el futbol habla sólo con aquellos de ciertos modales, de cierto idioma, de cierta historia y abolengo que no permite espacio para plebeyos.

El Mundial se hizo selectivo, al igual que las calles, los barrios, las casas...

El Mundial no es para todos...

Tierra, techos de tejas, asentamientos irregulares. El Mundial apenas y tocó con su júbilo al barrio de Sowetto, donde los niños, en plena fiebre futbolística, juegan felices mientras sueñan con lo que sucede en el Soccer City, en el Ellis Park o algún otro escenario mundialista.

Hazel tiene 31 años, vive junto con sus tres hijos en una habitación de 2x4, espacio donde tiene todo: refrigerador, fregadero, baño, sofá, cama y televisión. Aquí, vive esperanzada en poder ser parte de la fiesta mundialista.

"No gano lo suficiente para ir al estadio. El gobierno nos prometió que nos regalaría algunos boletos, pero no he recibido nada", dice Hazel.

A Jack le gusta leer. Acaba de terminar el libro de "Invictus" y quiere algo que tenga que ver con el futbol. Él vive en esta pequeña casa, junto a dos de sus hermanos, la tía, la abuela y la madre. Jack tiene una gran habilidad para la natación y algún día espera representar a Sudáfrica en competencias internacionales. A él también el Mundial le ha pasado por un lado.

"En esta tele vimos a los Bafana Bafana. No nos perdimos ni un sólo partido. Fue emocionante verlos ganar ante Francia, pero también lloramos por su eliminación", cuenta Jack.

No debe haber mucha distancia desde esta barriada y hasta el espectacular e imponente Soccer City. Apenas un par de kilómetros. Lo que sí hay mucha distancia y diferencia entre el sudafricano que puede comprar un boleto para ser parte del Mundial y aquel que lo tiene que seguir a través de la televisión.

Y es que el sonido de las vuvuzelas apenas y se escucha sobre el populoso e histórico barrio de Sowetto.