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La historia de como Messi casi se fue del Barcelona

Leo Messi, quien está cercano a prolongar su contrato con el Barcelona amenazó con abandonar el club en el verano de 2016 y tenía decidido marcharse al Manchester City con Pep Guardiola, cansado como estaba de lo que consideraba una persecución implacable por parte de la Hacienda española.

Esto es, al menos, lo que publicó este miércoles el diario Mundo Deportivo, sacando a la luz unos hechos que ocurrieron entre los meses de junio y julio del año pasado y que arrancaron con la derrota de la selección argentina en en la final de la Copa América y acabaron con una cena entre el crack y Luis Suárez en la que el delantero uruguayo le acabó de convencer para dar marcha atrás a su idea.

Esta fue, siempre de acuerdo a lo publicado este miércoles por Mundo Deportivo, la cronología de los hechos:

La historia arrancó de manera contundente el 7 de julio de 2016, fecha en que el Tribunal Supremo confirmó la decisión condenatoria de la Audiencia de Barcelona y sentenció a 21 meses de prisión a Messi. Aquel suceso provocó que el futbolista explotase con sus íntimos y trasladase a Josep María Bartomeu su decisión de marcharse inmediatamente del Barça.

Leo pidió al Barcelona que le traspasara al Manchester City y ante la negativa del presidente azulgrana le comunicó su predisposición, incluso, a ser él quien lo dijera públicamente para evitar que el asunto salpicara a Bartomeu personalmente. Quería, asegura en su nota Mundo Deportivo, marcharse a toda costa de España por considerar injusta la sentencia condenatoria que interpretaba, en el fondo, como si fuera un simple peón en un enfrentamiento más profundo entre Cataluña y España en el que nada tenía que ver.

El Barcelona, a través de Bartomeu y el vicepresidente Jordi Mestre, le dejaron claro que no entrarían en ninguna clase de negociación y que la única manera de cerrar su salida sería a través del pago íntegro de la cláusula de rescisión, 250 millones de euros, que el City no quería pagar, aunque se mostraría dispuesto a entrar en unas conversaciones para, con el acuerdo azulgrana, ofrecer hasta 150 millones.

En plena crisis, en medio de la tormenta, Bartomeu y Mestre viajaron de incógnito a Miami para reunirse de forma urgente con Jorge Messi para intentar apaciguar los ánimos a través del padre del crack, algo que no consiguieron, y el 19 de julio el presidente le comunicó a Luis Enrique, ya en plena pretemporada, que Messi le había soltado la bomba.

LA SOLUCIÓN

Aquella misma tarde los dos dirigentes volvieron a verse cara a cara con Leo, esta vez en su domicilio de Castelldefels, en un encuentro que duró más de tres horas y mantuvieron un perfil tranquilizador, haciéndole ver que el club estaba, y estaría siempre, a su lado, con el objetivo de hacerle recapacitar…

Con un talante más optimista, sin embargo, la luz se encendió a través de Luis Suárez, amigo íntimo de Messi y que en cuanto supo de la situación no dudó en tomar cartas en el asunto. Habló a solas con él, se lo llevó a cenar y consiguió, de entrada, que el crack decidiera avanzar su reingreso a los entrenamientos.

Entendió, afirma la información del medio catalán, que en su hábitat, con un balón en el césped y la compañía de sus colegas de profesión el enfado iría disminuyendo y sería más fácil reconducir el asunto… Y llegó entonces el anuncio, por sorpresa, de Messi de su decisión de incorporarse a la pretemporada el 25 de julio para el viaje a Gran Bretaña. La bomba se desactivó suavemente. Y de forma secreta.

La reacción, nerviosa pero firme, de la dirigencia del club y, como colofón, la intervención de Luis Suárez acabaron con una tormenta de verano que, desconocida por todo el mundo, amenazó con ser un verdadero tsunami.