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La diversión de apostar en el Mundial

LONDRES -- Una de las pocas cosas que ahora distingue al Reino Unido de los Estados Unidos, culturalmente, es nuestra visión de las apuestas como una forma de entretenimiento general y la consideración de los corredores de apuestas como una parte legítima y respetable de nuestra cultura de los negocios. William Hill, Ladbrokes y el resto son nuestros Starbucks y McDonalds -- o lo serían, si no tuviéramos miles de Starbucks y McDonalds.

Incluso una pequeña galería de compras cuenta con un local de apuestas, y apostamos a todo -- la política, el clima, el Premio Booker, los concursos de talentos, los nombres de los bebés de la realeza -- en estos días por lo general lo hacemos online, una opción que aún es ilegal en los Estados Unidos. En el descanso de los juegos televisados de la Premier League, un famoso actor aparece en la pantalla para decirnos las probabilidades para la segunda mitad y los goleadores. Nuestras segunda, tercera y cuarta divisiones son patrocinadas por Sky Bet. Nottingham Trent University cuenta con un profesor de estudios de apuestas.

Así que, por supuesto, Gran Bretaña está haciendo apuestas en la Copa del Mundo. La apuesta es algo patriótico, porque al hacerlo estamos apoyando una de nuestras pocas industrias con crecimiento real. También apostamos patrióticamente. Costa Rica (en el primer puesto del Grupo D, con dos victorias en dos partidos) estaba 4/1 para terminar sin victorias y sin puntos dando como favorito al equipo de Inglaterra la otra noche. Y mi propia familia ha cumplido con su deber, muchas veces.

Introduje a mis hijos pequeños en el mundo de las apuestas durante el último Mundial, en Sudáfrica, ya que eran demasiado jóvenes para sentarse durante los partidos completos sin molestar a todos en la habitación; una apuesta de cincuenta peniques en las esquinas tuvo el efecto mágico de la estimulación hacia un enfoque total en el juego. Por un lado, fue algo estúpido, peligroso y moralmente reprobable, y por el otro, pude ver todo el partido de Eslovaquia frente a Paraguay sin interrupciones. Te propongo que hagas las cuentas. Por favor. Yo tengo demasiado miedo de hacerlas.

Y este año, hasta el momento, estamos ganando por una sencilla razón: ha habido un extraordinario número de goles, una cifra récord en la fase de grupos, y haces una apuesta por más de dos en cada juego, a continuación, al momento de escribir, estarías muy adelantado. El fútbol ha cambiado. El inglés tiende a olvidar que el torneo de 1990 -- recordado con cariño aquí a causa de la aparición de la selección nacional en las semifinales, y mitificada en consecuencia -- fue tan aplastantemente negativo que obligó a un cambio en las reglas del juego.

La nueva regla prohibió que los arqueros recogieran con sus manos un pase hacia atrás, y sin dudas ha sido un éxito; esa es sólo una de las razones por las que se ha vuelto más o menos imposible odiar a un equipo simplemente por cómo lleva adelante el juego, en la forma en que uno podría odiar al viejo sistema italiano del catenaccio.

"En el fútbol, la defensa fue siempre superior al ataque", dijo una vez Michel Platini, pero ahora, al parecer, lo contrario es cierto, y no simplemente porque hay un espíritu nuevo y aventurero en el extranjero. La defensa es un arte que parece menos interesante para los nuevos jugadores multimillonarios, y el inalterable y muy practicado fondo de cuatro es una rareza incluso en el juego de clubes.

Los jugadores cambian de equipo con demasiada frecuencia; los planteles son muy grandes y necesitan rotación; los defensores pasan mucho más tiempo suspendidos que antes. Es difícil ver a un solo país en el torneo que podría confiarse en bloquear el avance de un equipo con la esperanza de ganar pellizcando un gol de un tiro libre en el otro extremo. Los rusos fueron aburridos -fueron entrenados por Fabio Capello, después de todo- pero también tuvieron un juego insuficiente en ambos extremos de la cancha.

Sin embargo, paradójicamente, los verdaderos goleadores están en falta. Doscientos millones de personas viven en Brasil, y casi todos y cada uno de ellos respira fútbol. ¿Por qué Fred está jugando de centrodelantero?

España era el campeón reinante del mundo y de Europa de cara a este torneo, y sin embargo, los únicos delanteros que pudieron convocar fueron el envejecido David Villa del Melbourne City; el desafortunado Fernando Torres, cuya falta de confianza en el último par de años ha sido horrible de ver; y Diego Costa, que incomprensiblemente hizo dos apariciones para Brasil en 2013 y tuvo que soportar un torneo miserable de todos modos.

Miroslav Klose es, por supuesto, un verdadero delantero, pero si le hubieses dicho en el torneo de 2002 que iba a estar jugando para Alemania en 2014, se hubiese reído a carcajadas. Klose celebró su cumpleaños número 36 justo antes de que arranque esta Copa del Mundo, y él podría haber esperado razonablemente que una superpotencia futbolística del mundo hubiese encontrado a alguien más para esta competencia.

La mayoría de los seguidores del Arsenal también ha quedado un poco desconcertada al ver a Lukas Podolski sentado en el banco alemán. En el Emirates estamos acostumbrados a verlo sentado en la banca, no es eso. Pero como el Arsenal no está sobrecargado de delanteros de alta calidad, presumimos que su pobre temporada significaba que no tenía ni una esperanza remota de llegar a ninguna parte cerca de un equipo que tiene una buena posibilidad de ganar el torneo.

Klose es el único delantero ortodoxo entre los 23 jugadores de Alemania, pero sus mediocampistas ofensivos más que compensan la necesidad de goleadores. (Nadie sabe a ciencia cierta de qué juega Thomas Müller, pero es uno de los máximos goleadores en lo que va del Mundial de Brasil). El "agujero" en el que ahora todo el mundo parece querer jugar, pronto será tan grande como un cráter lunar.

¿Qué pasa con todos ellos? He aquí un plan de carrera: permanece alrededor del arco, espera un rebote en un defensor, patéalo desde unos dos metros y conviértete en un héroe nacional. Funcionó para Gary Lineker y Gerd Müller.

Mientras tanto, Jonathan Brack, un profesor sueco, hizo la mejor y más sagaz apuesta del torneo: apostó 175/1 a que Luis Suárez mordería a un rival, y ganó £ 1.200 (pendiente, presumiblemente, de la apelación desesperada y vergonzosa de Uruguay).

Suárez ha proporcionado uno de los momentos del torneo hasta la fecha que se repetirá en la televisión durante el tiempo que sean televisadas las Copas del Mundo. Un par de otros momentos tuvieron lugar en el extraordinario, triste y emocionante partido entre Holanda y España, pero el cabezazo de Robin van Persie tras el brillante cruce de Daley Blind, y la electrizante carrera de Arjen Robben contra Gerard Piqué sólo produjeron goles, sin embargo, y los goles, incluso los más grandiosos, son predecibles en el contexto de un partido de fútbol.

El episodio de Suárez, a pesar de haber sido uno deplorablemente antideportivo, fue uno de esos momentos que hacen que el deporte sea tan adictivo: una noticia de primera plana que es a la vez comprensible, relativamente inofensiva, incluso para la víctima, y sorprendente. La vida, por desgracia, no es así, y debemos hacer todo lo posible para retrasar su regreso después del 14 de julio.