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¿Sin derecho a roce?

Messi fue amonestado y sufrió la marca ante Colombia. AP

BUENOS AIRES -- El fútbol sudamericano tiene fama de duro, difícil. Se juega con pocos espacios, hay más marca, más infracciones, más cortes en el juego. Pura “maña”. Y los habilidosos son los que más lo sufren.

Lionel Messi lo tiene bien claro. “En Sudamérica los partidos son más trabados, más luchados. Se juega menos, hay más roce”, declaró la Pulga luego del duro choque contra Colombia que, tras los penales, le dio el pasaje a la Argentina a las semis de la Copa América.

Habría que decirle al astro de Barcelona, entonces, que vaya preparando una fuerte protección para las piernas y los tobillos, porque se viene la etapa decisiva del certamen y los rivales de turno serán los duros y aguerridos paraguayos de Ramón Díaz.

A esta altura, algo está claro: Messi no rinde igual en el Barcelona que en la Selección. Los motivos son muchos, y van desde la personalidad del jugador hasta factores anímicos y futbolísticos.

En este caso, podríamos detenernos en las palabras del rosarino para entender un poco más qué le pasa cuando se pone la celeste y blanca, por qué baja tanto su rendimiento.

Sin dudas, el roce, la marca pegajosa y escalonada, los agarrones, la prepotencia “verbal” a la que es sometido muchas veces dentro del fútbol sudamericano generan una merma en su rendimiento. Los rivales lo saben y apuestan a ese recurso para sacarlo de partido, para hacerlo sentir incómodo.

Hasta ahí, nada anormal o antirreglamentario: el fútbol es un deporte donde el contacto forma parte fundamental del juego y los equipos se mueven al límite dentro de lo que marca la ley. La idea es potenciar las virtudes propias y anular en todo lo que se pueda las del rival. No hay ningún secreto en esto.

Por supuesto, para el bien del espectáculo, todos quisiéramos que a Messi lo marcaran poco, le dejaran espacios y lo mimaran para que él pudiera explotar al máximo su talento. Claro, en el fútbol profesional (bah, y en el potrero también) esto es una utopía.

La pregunta es: ¿en Europa lo marcan distinto? Es probable. Pero también es cierto que muchos de los rivales de turno, en Copa América o Mundiales, son los mismos del Viejo Continente. Sin embargo, en el Barsa los sufre menos. Es que allá está en su casa, más contenido, rodeado de figuras de primer orden internacional. Acá también, pero el contexto le resulta desfavorable al astro de los catalanes.

Entiéndase por contexto cuestiones como: la presión por ganar algo con la selección, el fantasma “Maradona” dando vueltas, eternamente, los estadios, el estado de los campos de juego, los gritos hostiles del público, la adaptación a otra manera de jugar y a otros compañeros, la animosidad de los rivales… Todo esto, evidentemente, incomoda al capitán argentino, no lo deja rendir en su mejor versión.

Pero el derecho a roce está, existe. Messi, Martino y compañía lo saben. Y tienen que seguir trabajando para que estas cuestiones, que se van a repetir en cada presentación del equipo nacional, se noten lo menos posible.