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Hoy no hablemos de futbol en Chile

MÉXICO -- Hoy no hablemos de futbol en Chile, no hablemos del pase a la final de una selección que nunca ha alzado la Copa América, no hablémonos de la locura del peruano Zambrano, que se hizo expulsar cuando su equipo más lo necesitaba y lo dejó en desventaja numérica 70 minutos; tampoco hablemos de los planteamientos de Sampaoli, de los goles de Vargas en fuera de lugar y otro para enmarcar. No hablemos de quien será el próximoi rival.

Hablar de esto sería mezquino cuando se puede hablar de lo que vive una nación, de un deseo puro por ganar algo en su historia, de sentirse cerca, de creer en Alexis y darle el beneficio de la duda a Vidal, de perdonar el ‘dedo’ de Jara, quien es cercano a un patriota por abrir con eso a la dura Uruguay. Lo que se vivió el lunes en Santiago va más allá del futbol, de las pasiones, de un deporte.

Desde la mañana del día ‘D’, la capital chilena se pintó de rojo, de una hermandad plena, de gritar a quien pasaba por la calle con la camiseta de su selección un ‘Chi, chic, chi’, para que el otro respondiera ‘le, le,le’ y terminar al unísono con el ‘Viva Chile’. Los locales quieren la Copa, la viven, la rozan, la añoran. En cada rincón del país, por lo que muestran las imágenes de televisión, se es, al menos por una vez, un solo sentimiento.

¿Necesita muchas cosas este país? Sí, como todo Latinoamérica, desde Baja California hasta la Patagonia, pero eso no puede quitar el apreciar las pequeñas alegrías, esos detalles que dan a la vida sentido, el saber que 11 en la cancha te representan, están dejando todo por ti y sólo les falta un paso para lograr un hito histórico.

Ese es el Chile que vive hoy en la Copa, el que no se confía del rival (desde el primer duelo ante Ecuador la gente ha mostrado mucho respeto en territorio andino), el que no agrede al contrario en la calle, si no que puede platicar con ellos, ir codo a codo, hablar sobre el partido que viene o pasó. Ese es un pueblo del que cualquiera se puede enamorar, de que te dan ganas de ser parte de su gente, ya que palpas lo que sienten.

Y te da nostalgia, ganas de que México algún día pueda llevarse el torneo, gritarle a América que el Tri manda, pero no será ahora. Habrá que conformarse con ver a los chilenos y festejar sus alegrías, como ha pasado siempre en este torneo.