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Chile, una emotiva despedida

SANTIAGO -- Un día después... Y no es una píldora sino un estado de ánimo. Es Santiago, con su arquitectura que mezcla la historia y el presente. Las primeras intenciones de lluvia se hacen sentir sobre el adoquín de la entrada del hotel que por un mes fue nuestra casa.

Llegamos del edificio de al lado, el hermano menor de una cadena hotelera que nos atendió como sultanes en la más moderna ciudad de Latinoamérica y con todo su esplendor nos hizo sentir como en casa, aunque la nostalgia de la ausencia por momentos intentaba gobernar los sentimientos.

Se fue la Copa América, esta curiosa versión de 2015 que sólo vio a un directivo y en día de la final por esto de las búsquedas y las investigaciones que tienen bajo sospecha al mundo del Futbol. Fue futbol en estado puro que nos dejó como imagen lo difícil que es jugar en Sudamérica, en donde no se respetan ni imágenes ni apellidos. Los ilustres aquí sienten el rigor de los sistemas y terminan reducidos y dejando solo a cuenta gotas pinceladas de su genio.

No fue la Copa de los Messi, los Neymar, los James, los Cavani y muchos otros que llegaron precedidos de su fama y de su gloria. Fue la Copa de los sistemas y de las marcas, la Copa que no regaló centímetros y que se hizo más de lucha y forcejeo que de futbol espectáculo.

Ganó bien Chile, al final fue el que más propuso y a pesar del táctico parado de último juego, evitó renunciar a su estilo y su propuesta. Sampaoli logró convencer al grupo de su propuesta y de un libreto que interpreta La Roja desde que decidió mirar hacia el estilo Bielsa en busca de una identidad que hoy provoca su primera fiesta.

Quedará el reproche del “perdonazo” a Vidal o del “tacto” atrevido de Jara que le significó al zaguero estar ausente de la más grande celebración de Chile en su historia futbolera.

Un país entregado a su equipo. Los noticieros en domingo repetían las imágenes del penal de Alexis mientras buscaban respuestas deliciosamente emotivas desde Arica hasta la Patagonia. Santiago hoy es gris y amenaza con lluvia. Hace más de un mes en la capital chilena no cae una gota de agua y el paisaje de los Andes pierde el impresionante tinte plateado de sus cumbres. Hoy parece que como homenaje a La Roja lloverá y el chileno podrá, más orgulloso que nunca, mirar sus montañas andinas con la transparencia de una señal en alta definición.

“¡Chi-Chi-Chi, le-le-le, Viva Chile!”, gritan aún entusiastas aficionadas que viven su propia “caña” (resaca) postpartido y que parece apenas buscan el refugio del hogar después de horas de fiesta y alegría.

Se acabó la espera. 99 años aguantó Chile de esta Copa sin títulos y este casi siglo de espera parece valió la pena. Qué país más orgulloso de su triunfo.

A Chile hoy nadie le quita lo bailado. Se lo merecen. Lo construyeron, lo trabajaron y lo alcanzaron.

Mañana será otra historia. El 25 de julio en la hermosa San Petesburgo se realizará el sorteo de la eliminatoria mundialista. Suramérica, como siempre, será la más difícil, competida y mirada del planeta. El objetivo será Rusia 2018 y de aquí en más La Roja trazara su siguiente objetivo.