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Una final con color azulgrana

BARCELONA -- Sin De Marcos ni Muniain en el Athletic, con la duda de Luis Suárez en el Barcelona y con el ambiente enrarecido por los que se esperan en el campo al himno de España, la final de la Copa del Rey ya tomó todo el protagonismo por encima de los escándalos de la FIFA y los silencios de Villar, mudo ante cualquier insinuación de la tormenta que amenaza al fútbol. Y, quizá, a él…

La final de este sábado llega en el mejor de los momentos, como también lo hará en una semana la de Berlín. El balón aparta del plano muchas cosas y si a ello se le pueden colocar unas gotas de polémicas con las que adornar la jornada mucho mejor. A la que el Barça llega a una final de Copa, el asunto de los silbidos al Rey, al himno, a las banderas y demás símbolos del estado se convierte en trascendental.

Pero para el Barça y el Athletic es su reencuentro, o vuelta a empezar.

En 2009 fue la primera final de la era Guardiola, en 2012 la última de Pep y esta es, con Messi como hilo conductor, la ocasión de Luis Enrique. Si el equipo de Valverde sigue agarrado a la épica de romper los pronósticos y conquistar un título que el Athletic no levanta desde 1984, para el azulgrana es la ocasión de conseguir su segundo doblete en los siete últimos años, el primero desde 2009.

Sí, porque cuando el discurso se centra en el triplete, en el Camp Nou, en el vestuario del Barça, Berlín no existe.

“Solo preparo una final. La otra (la Champions) no existe y ahora no hay ningún título por encima de otro” se apresuró a recordar Luis Enrique, para quien jugar una final de Copa “es especial”.

El técnico azulgrana insinuó la presencia de Luis Suárez en el once inicial porque “ha entrenado toda la semana, está muy bien y a disposición como los demás” y rompió con el pasado, con Guardiola, advirtiendo que él no es nada favorable a los videos motivacionales como sí usaba el catalán.

“Cuando un jugador esta hipermotivado, puede lograrse el objetivo contrario, por eso no creo en ellos", aseguró Luis Enrique, quien destacó que prefiere centrarse "en las cosas que podemos controlar para que el jugador llegue en el nivel óptimo de activación”.

Hasta aquí ha llegado el Barcelona, con la Liga en el bolsillo y la Champions a la vuelta de la esquina.

Con la Copa en el primer plano. Juega en casa, lo que para no pocos es una desventaja invisible por cuanto las gradas del Camp Nou serán menos locales que nunca. Y se enfrentará a un Athletic enrabietado por hacer historia.