DETROIT -- Desde las arenosas orillas del Lago Michigan hasta las escarpadas calles de Flint, la gente escuchó a Ernie Harwell contar los cuentos de los Tigres de Detroit durante más de 40 años.
Adorado por las generaciones de fanáticos del béisbol que crecieron embelesados por su rica voz, su cadencia sureña y sus peculiares frases de radio, Harwell murió el martes tras meses de batallar contra el cáncer. Tenía 92 años.
El locutor veterano de los Tigres murió alrededor de las 7:30 pm en su apartamento del Fox Run Village and Retirement Center, en el suburbio de Novi, Detroit, según comentó su abogado y viejo amigo, S. Gary Spicer.
Su esposa de 68 años, Lulu, y sus dos hijos y dos hijas estaban a su lado, agregó Spicer.
"Te echaremos de menos, Ernie Harwell. Serás por siempre la voz del verano", escribió la gobernadora de Michigan, Jennifer Granholm.
Harwell, locutor del Salón de la Fama quien fue adquirido por los Brooklyn Dodgers por un receptor en 1948, reveló en septiembre que le habían diagnosticado un cáncer inoperable en el conducto biliar. Tomó la noticia con su característico aplomo, diciendo que planeaba seguir trabajando en un libro y otros proyectos.
"Pase lo que pase, estoy listo para enfrentarlo", le dijo Harwell a The Associated Press el 4 de septiembre del 2009. "Tengo mucha fe en Dios y en Jesús".
El cuerpo de Harwell descansará en el Comerica Park a partir las 7 de la mañana del jueves "hasta que la última persona que desee presentarle sus respetos" lo haya hecho, dijo Spicer.
"La vigilia podría durar toda la noche", agregó.
No habrá un funeral público, y la familia celebrará un servicio privado en un lugar que Spicer se negó a revelar.
Los Tigres estaban en Minnesota el martes por la noche. En la séptima entrada, los Mellizos anunciaron que Harwell había muerto, y los aficionados lo homenajearon con una ovación de pie.
"Todos en las Grandes Ligas estamos de luto esta noche tras enterarnos de la pérdida de un gigante de nuestro juego", dijo el comisionado Bud Selig. "Este hijo de Georgia era la voz de los Tigres de Detroit y uno de los locutores iconos del juego para los aficionados de todo el país, siempre representando lo mejor de nuestro pasatiempo nacional a sus generaciones de oyentes#.
"Sin duda, Ernie fue uno de los mejores y más distinguidos caballeros que he conocido", dijo Selig.
Poco después de que Harwell anunciara que estaba enfermo, los Tigres lo homenajearon con un video durante un partido contra los Reales de Kansas City y le dieron la oportunidad de dirigirse a la multitud en el Comerica Park.
"En mis casi 92 años en esta tierra, el buen señor me ha bendecido con un gran viaje," dijo Harwell en un micrófono detrás del plato. "La parte bendita de este viaje es que va a terminar aquí, en el gran estado de Michigan".
Harwell pasó 42 de sus 55 años como locutor de los Tigres, uniéndose a Mel Allen, Jack Buck, Harry Caray y otros entre las voces más famosas del deporte jugada-por-jugada.
Comentó los juegos de Detroit por radio desde 1960 hasta 1991, nuevamente en 1993 y luego de 1999 al 2002. Presentó juegos en televisión por aire y cable de 1960 al 64 y de 1994 al 98.
Al retirarse después de su último juego en el 2002, Harwell fue tan elocuente como siempre.
"Es hora de decir adiós, pero creo que las despedidas son tristes y realmente preferiría decir hola. Hola a una nueva aventura. No me voy, amigos. Voy a seguir con ustedes, viviendo mi vida en Michigan -- mi estado natal -- rodeado de familiares y amigos", dijo.
"Y en vez de decir adiós, permítanme darles las gracias. Gracias por dejarme ser parte de su familia. Gracias por llevarme con ustedes a aquella cabaña del norte, a la playa, al picnic, a su lugar de trabajo y a su jardín. Gracias por ocultar la radio debajo de la almohada cuando crecían amando a los Tigres. Ahora, tal vez yo haya sido una pequeña parte de sus vidas. Pero ustedes han sido una parte muy importante de la mía. Y para mí es un privilegio y un honor compartir con ustedes el mejor juego de todos", dijo.
El locutor del Salón de la Fama Vin Scully comenzó a presentar los juegos de los Dodgers en 1950, la temporada después de la partida de Harwell.
"Probablemente la mejor palabra es que era dulce. Y se notaba. Le importaba la gente y le encantaba el béisbol", dijo Scully. "Puedes comprender por qué la gente de Detroit simplemente lo amaba. Lo seguí a Brooklyn, y luego lo seguí al Salón. Era un hombre encantador. Como sea que se defina esa palabra, ese era Ernie".
El fallecimiento de Harwell llegó una temporada después de la muerte de otro querido locutor de béisbol, Harry Kalas de los Filis de Filadelfia.
"Qué voz", dijo el torpedero de los Tigres Alan Trammell, el JMV de la Serie Mundial la última vez que los Tigres salieron campeones en 1984. "Lo hacía con clase, lo hacía con dignidad. Hemos derramado una lágrima esta noche, eso es seguro".
Los Tigres y su estación principal de radio, WJR, permitieron que el contrato de Harwell expirara después de la campaña de 1991, en lo que se convirtió en una pesadilla de relaciones públicas. El entonces presidente de los Tigres, Bo Schembechler, ex entrenador de fútbol americano de Michigan, fue quien cargó con la culpa. El gerente general de WJR, Jim Long, más tarde asumió la responsabilidad por el movimiento.
Cuando Mike Ilitch le compró la franquicia a Tom Monaghan, volvió a poner a Harwell en la cabina en 1993. Harwell decidió retirarse después de la campaña 2002.
"Ernie Harwell era la figura más popular del deporte en el estado de Michigan", dijo Ilitch, quien también es propietario de los Detroit Red Wings.
La gran oportunidad de Harwell llegó de forma poco ortodoxa.
El locutor de radio de los Dodgers, Red Barber, enfermó en 1948, y el gerente general Branch Rickey necesitaba un reemplazo. Al enterarse de que los Atlanta Crackers de las ligas menores necesitaban un receptor, Rickey envió al catcher Cliff Dapper a Atlanta y Harwell se unió a los Dodgers.
Harwell dijo que su juego más memorable fue en la postemporada de 1951 entre los Dodgers y los Gigantes de Nueva York por el banderín de la Liga Nacional, ganada por Bobby Thomson con un jonrón, pero muy pocos -- o nadie -- recuerdan su recuento del "Batazo escuchado en todo el mundo", en el Polo Grounds aquel día.
La exclamación "¡Los Gigantes ganan el banderín!" de Russ Hodges en la radio se convirtió en uno de los momentos más famosos en la historia de la transmisión de deportes. Harwell, mientras tanto, estaba presentando el primer evento deportivo de gran magnitud televisado de costa a costa en los Estados Unidos. Su trabajo de ese día ha quedado en el olvido.
"Sólo dije '¡Se fue!', y luego aparecieron las imágenes", recordó.
Según sus propias cuentas, Harwell presentó más de 8.300 juegos en las Grandes Ligas, comenzando con los Dodgers y continuando con los Gigantes y los Orioles de Baltimore antes de unirse a los Tigres. Se perdió dos juegos fuera de la temporada de 1992: uno por el funeral de su hermano en 1968, y el otro cuando fue exaltado al Salón de la Fama de la Asociación Nacional de Comentaristas y Escritores Deportivos en 1989.
Su carácter tolerante y su amor por el béisbol le ganaron el cariño de generaciones de aficionados de los Tigres, elevando los mejores momentos del club y haciendo más soportables los momentos difíciles.
Hasta los fanáticos casuales podían repetir las frases de Harwell: "Looooooong gone!" para un jonrón; "Se quedó ahí parado como la casa al costado de la calle y la vio pasar" para un bateador en el tercer strike; y "¡Dos por el precio de uno!" para una doble matanza.
Las bolas de foul que se iban a las gradas eran "atrapadas por un hombre de [cualquier ciudad del área que le viniera a la mente]".
"Comencé con eso al llegar a Detroit en 1961 o 1962, y sucedió por accidente", explicó Harwell. "Dije: 'Un tipo de Grosse Pointe atrapó esa bola de foul', luego las demás fueron capturadas por un hombre de Saginaw o una señora de Lansing".
El Salón de la Fama del béisbol homenajeó a Harwell en 1981 con el Ford C. Frick Award, otorgado anualmente a un locutor por sus contribuciones importantes al béisbol.
Una estatua de tamaño real de Harwell permanece erguida en la entrada del Comerica Park y su palco de prensa se llama "The Ernie Harwell Media Center".
"Creo que todos sabemos adónde se dirige", dijo Trammell. "¡Qué caballero, qué gran persona! Es un día triste para el béisbol".
Harwell se enorgullecía de sus escasas visitas al estadio y de no hacer mucho trabajo de jugada a jugada como jubilado. Pero sí apareció como invitado en ESPN Radio durante la cuarta entrada del Juego de Estrellas 2005 en Detroit. También presentó la primera bola ceremonial a los grandes Al Kaline y Willie Horton de los Tigres antes del Juego 1 de la Serie Mundial 2006, cuando Detroit recibió a los Cardenales de San Luis.
"Por demás está decir que Ernie Harwell fue uno de los más grandes en la historia de nuestra profesión", dijo el locutor del Salón de la Fama Marty Brennaman en un comunicado. "No obstante, más importante que eso es que fue una de las mejores personas que he conocido. Tuve el privilegio de llamar a Ernie mi amigo. Voy a extrañarlo mucho".
Harwell nació el 25 de enero de 1918 en Washington, Georgia, con un defecto en el habla que lo cohibía. Mediante terapias y obligándose a participar en debates y discusiones en clase, ya había superado su impedimento para cuando se graduó de la Universidad de Emory.
Entre los sobrevivientes de Harwell se cuentan siete nietos y siete bisnietos.