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Conducido al éxito

El padre de Pedro Álvarez fue vital en el desarrollo como jugador de su hijo AP

NUEVA YORK -- Luego de no poder conseguir un trabajo decente para sostener su familia, conducir un taxi en la ciudad de Nueva York puede ser en ocasiones la última opción para muchos hombres dominicanos que emigran a esta ciudad de ciudades conocidas y pueblos desconocidos en la República Dominicana.

Y mientras estos taxistas trabajan en su propio itinerario y no tienen que responderle a un jefe, el peligro siempre ronda sus mentes ya que muchos han sido agredidos y hasta asesinados mientras buscan ese cliente extra que les dará el dinero adicional para llevar la comida a casa y pagar la renta y utilidades del mes. Se por experiencia ya que mi padre condujo hacia arriba y abajo de Broadway por 20 años, siendo víctima de asaltantes en más de una ocasión.

El padre de Pedro Álvarez, antesalista novato de los Piratas de Pittsburgh, Pedro, hizo el sacrificio. Dejó atrás un trabajo de 9 a 5 con buena paga y pasó 18 años detrás de un volante de taxi mientras trabajaba en diferentes compañías en Washington Heights, el lugar que llamaban su hogar, para poder pasar más tiempo con su hijo, que perseguía su sueño de jugar béisbol mientras estelarizaba para la Preparatoria Horace Mann en Riverdale, N.Y. y en los parques de pelota de la ciudad.

"Sí, y pensé sobre (los peligros) pero al menos no trabajaba de noche, que es cuando la mayoría de las cosas suceden", dijo el joven Álvarez una hora y media antes de su primera aparición como jugador de Grandes Ligas en la Gran Manzana frente a amigos y familiares en una serie sin consecuencias entre los Piratas y los Mets en Citi Field. "Él trabajaba durante el día. Sabía que no era un trabajo de lujo y que un día lo ayudaría para que no tuviese que preocuparse de trabajar y esforzarse".

"Papá sacrificó todo, un buen trabajo para estar con la familia, con nosotros, con mi mamá. Por eso conducía un taxi, para estar cerca de nosotros. Todo lo que mi hermana y yo necesitábamos, lo tuvimos", dijo el jugador, segunda selección en el sorteo de 2008 de los Piratas, lo más alto para un producto de Washington Heights. "(Pero) no supimos lo que eran vacaciones. No sabía lo que eran esos parques con montañas rusas. Lo que sí tuvimos en casa fue amor. Tuvimos un hogar y comida que era lo que necesitábamos. Pero lo dio todo por nosotros. Usted podría decir que mi mamá sacrificó toda su vida".

Mientras Álvarez padre se asomaba frente al dugout de los Piratas en Citi Field, quizás todo comenzaba a hacer sentido el miércoles en la noche mientras esperaba que su hijo y los Piratas tomaran el terreno de juego para la práctica de bateo después de comer arroz y frijoles con pollo que trabo al estadio como su comida pre juego.

Conducir taxis y ganarle los clientes a otros taxistas a través de radios CB para varias compañías fue quizás la mejor decisión que haya tomado jamás. Para que su hijo pudiese salir de Washington Heights, un sector en el norte de Manhattan desafortunadamente conocido por drogas y violencia, no tenía otras opciones.

"Como usted conoce, el deportes es un poco difícil. Tiene que dedicarle mucho tiempo y atención. Trabajando por una compañía, iba a ser casi imposible el seguir a mi hijo a todos los lugares que iba. Si trabajo para usted, usted puede darme permiso por un día, pero el próximo día no me lo concederá. Así que tomé la decisión de dejar mi trabajo que me pagaba un buen salario para el sustento de mi familia", dijo Álvarez padre.

"Estoy orgullos del trabajo que hice aunque era arriesgado. No le diré que no hubo momentos de tensión por cosas que sucedieron. Pero creo que todos los trabajos tienen sus altas y bajas aunque algunos son más peligrosos que otros, pero gracias a dios usted se prepara para que salgan bien las cosas".