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La importancia del base armador

LeBron James

(Getty Images)

LeBron James podría necesitar un colega en el traslado para explotar como debe

BUENOS AIRES -- El domingo pasado, Erick Spoelstra, entrenador de Miami Heat, le dijo al periódico Miami Herald que LeBron James podía ser uno de los bases del equipo: "LeBron jugará varios minutos como base y tendrá la pelota mucho tiempo en su poder. Será un armador de jugadas. Pero también ha sido un campeón anotador. Estará al final de las jugadas, pero también será un facilitador. Será tantas cosas. Queremos aprovechar todas sus habilidades".

Con estas palabras, podemos entender que James se desempeñará en tres posiciones: base, alero pequeño y ala-pivote.

El día anterior, sábado, Spoelstra había dicho que no sabía aún quién iba a ser el base titular del equipo. "LeBron James y Dwyane pueden trasladar seguido. Mario Chalmers y Carlos Arroyo también. Mike Miller tiene una gran habilidad para subir la pelota. Quiero empezar el campo de entrenamiento ya", dijo el coach.

Podemos concluir algo: el entrenador del Heat no sabe aún quien será el cerebro de Miami.

La realidad es que no es una decisión fácil. Controlar los egos del flamante Big Three compuesto por James, Wade y Chris Bosh, será la ardua tarea de quien lleve la pelota. Y su importancia -créanme que mucha- no se verá en la serie regular, sino cuando la pelota se convierta en una bola de fuego en partidos trascendentales de playoffs.

Es cierto, James, Miller o Wade pueden pasar del otro lado de la mitad de cancha con dribbling. Pero pretender que sean los bases por definición es como jugar al dentista con un león: puede funcionar un rato, pero tarde o temprano habrá que rendirse ante su esencia, su naturaleza.

Por lo tanto, pensemos en el roster del Heat. ¿Cómo pueden Chalmers o Arroyo controlar la fiereza deportiva de los tres talentos del equipo de la Península de Florida? ¿Tienen acaso el carácter necesario para poner en órbita a estos jugadores cuando estén en baja? Suena, en primera instancia, difícil de ver.

Chalmers ingresará a su tercer año en la Liga y, si bien su crecimiento en la estructura del Heat ha sido importante, no podemos hablar de un base natural. En pocas palabras, y pese a que Dwyane Wade lo haya pedido como armador de apertura en una entrevista, Chalmers es un escolta disfrazado de base por necesidad. Sus números en asistencias no mienten: 3.4 en la temporada pasada, con 1.7 pérdidas por aparición.

Pero vayamos a lo que no tiene que ver con los números. Spoelstra tiene un plan para Chalmers y es mejorar su lanzamiento de tres puntos, para que no sea sólo un pasador sino también una amenaza a distancia. Sería una locura decir que Chalmers es un lanzador errático, pero en un equipo en el que tomará pocos lanzamientos, siempre es mejor estar por encima de ese 34.6 por ciento desde detrás del arco. De todos modos, la situación de Chalmers pasa por el costado defensivo. En sus dos temporadas en la NBA, su desplazamiento lateral para controlar a los armadores rivales no ha sido el ideal. ¿Puede acaso Chalmers ser titular en este equipo? Puede ser que sí. Pero estará lejos del ideal que necesita este roster.

El caso de Arroyo es diferente. Si uno tuviese que elegir un base para iniciar en el quinteto de Miami, no dudaría en elegir al puertorriqueño, por la simple razón que es el único armador natural del equipo, y que posee bastante experiencia en la Liga. Pese a esto, Arroyo no es el base que necesita el Heat. ¿Por qué? Corresponde al estilo de armador veloz, anotador, vertiginoso, que juega buenos partidos cuando sus puntos se imprimen en las planillas. Si nos ponemos a pensar, 3.1 asistencias por aparición tampoco es un número para decir Voilá. Por lo tanto, de nada sirve anotar seguido cuando están Wade, James o Bosh en un mismo equipo. Aquí, la lógica por encima de cualquier presunción.

Okey, algunos hablarán de Eddie House: es exactamente lo mismo que Arroyo, pero en una versión ultra excitada. Decir que House es un base natural suena a hipocresía. La suya ha sido una vida con el aro entre ceja y ceja. Lo hace muy bien, tiene una mano prodigia para lanzar desde la tercera dimensión, pero por favor, no lo situemos como una opción en el traslado. Es un revulsivo, un jugador para poner al equipo en 220 voltios, no para conservar la calma y aprovechar las restantes opciones en ofensivas estacionadas.

En el caso de Patrick Beverley, el novato de Arkansas, podemos considerarlo como un armador más, pero no se espera que tenga una gran cantidad de minutos a las órdenes de Spoelstra.

Por lo tanto, cada vez que se escucha algo del Heat tiene que ver con el potencial de lo que pueden dar sus tres jugadores estrella, o de lo bien que se movió la dirigencia en la agencia libre. No está errado el concepto, pero no debemos olvidar que esto puede haber sido como colocar un exceso de voltaje en un lugar limitado: sin un catalizador acorde, la explosión puede ser inminente.

Pensemos en algunos de los equipos contendientes. Todos tienen un armador natural de experiencia para controlar a sus anotadores de calidad: Derek Fisher y Steve Blake en Lakers, Rajon Rondo en Celtics, Jameer Nelson en Magic, Tony Parker en Spurs, Steve Nash en Suns, Chauncey Billups en Nuggets, Deron Williams en Jazz... y la lista continúa.

Para aquellos que no me creen, pueden pensar en Mo Williams, Daniel Gibson y Delonte West en los Cavaliers la temporada pasada, tres jugadores de buen rendimiento ofensivo que alternaban en la base pero con más estirpe de francotiradores que de armadores. A la larga, cuando la pelota quemó ante un rival de nivel, el resultado fue evidente.

No decimos que James, Miller o Wade no puedan trasladar el balón. Pero no son bases naturales, podrán asistir compañeros pero no sacrificarán su poderío anotador en función del juego grupal. En pocas palabras, llevarán la pelota para jugar al estilo dos contra dos de NBA: cortina del interno para jugar pick and roll, con pasaje directo hacia el aro o lanzamiento a distancia.

La importancia del base armador, en este juego, es trascendental.

Spoelstra, a su manera, dejó en claro que lo sabe.