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Copa envenenada

ROMA - No caben dudas de que Palermo cometió una buena cantidad de errores, tanto a la hora de definir cuanto, sobre todo, en fase defensiva, que terminaron por costarle el partido.

Sin embargo, al final del encuentro, a la hora de hacer las cuentas, los yerros del referí se demostraron aún más decisivos, porque los rosanegros no se vieron cobrar dos claros penales en su favor y, por encima, en los últimos minutos no pudieron tirarse con todo a buscar el empate por culpa de la inexplicable expulsión de Muñóz.

Así, entre fallos sicilianos y arbitrales y gracias a los goles de Samuel Eto'o (doblete) y Diego Milito, Inter pudo vencer ante Palermo por 3 a 1, para levantar en el estadio Olímpico de Roma la Coppa Italia.

Es justo subrayar que también el tanto del conjunto de Delio Rossi fue viciado por un error del arbitro, puesto que el córner en ocasióen del cual Ezequiel Muñóz pudo anotar el momentáneo 2 a 1 (dos minutos antes de su expulsión) fue mal cobrado.

De todas maneras, si bien el resultado final fue sin dudas una injusticia, lo positivo fue que se vio un grande espectáculo en la capital italiana, con el equipo más chico luciendo un gran fútbol y el más grande festejando por haber conquistado cuanto menos un título tras el triplete de la pasada temporada.

EL MATCH
El conjunto siciliano, respetando las que son sus características, salió enseguida a dominar el partido, cosa que hizo desde el comienzo hasta el final.

Su juego fue tan bonito y eficaz, que los nerazzurri raramente lograron mostrarse en fase ofensiva, obligados a contener la maniobra rival, que abundó en variantes.

En efecto, los rosanegros empujaron mucho sobre las franjas, con un Balzaretti muy activo, pero jugaron mucho también entre las líneas y en profundidad, con un Pastore monumental a la hora de crear juego y un Hernández imparable en velocidad.

Si Palermo, como dicho, abundó en variantes, careció en precisión: el "diez" argentino falló dos veces el control a la hora de presentarse mano a mano contra Julio César, el delantero uruguayo nunca logró rematar con eficacia y casi todos los demás equivocaron muchas veces el último pase.

Contrariamente, Inter no supo crear mucho, pero le alcanzó una jugada para ponerse en ventaja: el error defensivo de los hombres de Rossi fue evidente en la ocasión, con Acquah regalando el esférico en el medio, Cassani olvidándose de Eto'o y Carrozzieri (recién entrado por el lesionado Goian) dormido en el medio, habilitando al africano.

Sin embargo, el camerunés metió un gran gol, corriendo para entrar por izquierda como una gacela y definiendo con la frialdad de un killer despiadado. El gol trabó un poco las piernas de los sicilianos, que de todas maneras siguieron haciendo el gasto.

Ya en esa etapa parecía haber un penal en su favor (falta sobre Ilicic), pero si en esa ocasión quedó alguna duda, seguramente no había ninguna cuando, al comienzo del complemento, Chivu lo bajó a Hernández, habilitado por un gran pase de Pastore.

Palermo, sin desmoralizarse, siguió para adelante y hasta atacó con mayor determinación cuando, al décimo del segundo tiempo, Miccoli tomó el puesto de Acquah.

El talentoso atacante rosanegro tuvo enseguida una grande chance de cabeza, muy bien neutralizada por Julio Cesar, y más tarde tuvo una ocasión clamorosa, cuando tuvo hasta el tiempo de parar el balón sobre el punto de penal, tomar la puntería y rematar de zurda, pero terminó por estrellarlo sobre el cuerpo de un rival.

Otra vez más, a Inter le alcanzó una situación favorable para anotar, demostrando una eficacia y un cinismo envidiables: esta vez el error más grave fue de Pastore, quien perdió en su propia mitad de la cancha el balón, que Sneijder transformó de primera en una asistencia perfecta para Eto'o. El africano, esta vez entrando por derecha, definió nuevamente con un diagonal rasante que no le dejó chances al arquero Sirigu, para anotar el gol que prácticamente liquidaba el desafío.

La fuerza de Palermo estuvo sobre todo en el hecho de no rendirse nunca: efectivamente, el equipo de Rossi siguió atacando y, tras otro penal negado (este fue increíble, porque Pinilla saltó en vertical, fue atropellado por Lucio y el referí dio falta para Inter), logró descontar con un cabezazo de Muñóz, en jugada de tiro de esquina.

Era el gol de las esperanzas, pero nuevamente el arbitro le cortó las piernas a Palermo, en esta ocasión mostrándole la roja directa a Muñóz por un cierre perfecto que no fue falta y que, también si lo hubiera sido, no justificaba la expulsión.

En el tiempo que quedó Cassani se exhibió en otro bochornoso error, regalándole la pelota a Pandev: el macedonio fue hábil en aprovechar del regalo y servirlo a Milito en el medio del área, para un gol fácil que selló definitivamente el destino del enceuntro.

EL DESTINO
De cada deporte se pueden hacer muchas análisis técnicas, tácticas y estadísticas, más o menos justificables y, por ende, creíbles. Sin embargo, un detalle que acomuna cada deporte es el de la fuerza del destino, que a las veces determina un resultado a pesar de cada aspecto técnico demostrado por los contendientes.

Un Eto'o en semejante estado de forma, capaz de transformar en oro puro cada balón que tocó, un referí evidentemente confundido, algunas tapadas de Julio César y una serie de errores inusuales para jugadores del nivel de Miccoli, Pastore o Hernández, son indicios muy claros de que era destino que los nerazzurri ganaran o, quizás, que Palermo perdiera.

Sea como sea, el equipo siciliano demostró tener un gran nivel, pero también una profunda inmadurez, así como Inter ratificó su condición de "Grande", en cuanto capaz de vencer también los desafíos más sufridos y difíciles. Probablemente este trofeo pueda ser fundamental para el conjunto de Milán, porque deja bien claro que el cuadro no necesita una total renovación y que aún sabe como salir a ganar.

Además, quizás que este primer trofeo no lo "destrabe" al técnico Leonardo, quien ahora, con un título en el bolsillo, ya puede demostrar de no ser un perdedor, como muchos quisieron insinuar en estas dos temporadas de su breve pero intensa carrera de entrenador.