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No le quiten mérito al Chelsea

Mikel festeja con Drogba, uno de los grandes héroes de la final en el Allianz Arena AP

BUENOS AIRES -- La UEFA Champions League terminó consagrando a un campeón inesperado, al menos por lo que uno podía pensar una vez que se conocieron los cuatro semifinalistas.

Pero eso no le quita ni un poco de mérito al Chelsea, sino todo o contrario: el logro se agranda por haber dejado en el camino primero al Barcelona, el mejor equipo de los últimos años (y quizás de la historia), y luego al Bayern Munich, que era el favorito y que fue el dominador del trámite de la final. En ambos casos, además, en condición de visitante.

El título del Chelsea fue un triunfo de su táctica. Puede gustarnos más o menos su manera de encarar los partidos, y sobre todo los últimos tres: seguramente no sea vistoso ni lleve más gente a los estadios. Pero hacer otra cosa hubiera sido poco inteligente de parte de Di Matteo, que plantó a los suyos de manera impecable ante adversarios superiores, neutralizándolos y frustrándolos una y otra vez.

Hay un punto clave en el que se acaban las críticas y hay que rendirse ante la evidencia: el Chelsea no tuvo una agresividad excesiva, ni fue malintencionado ni hizo antijuego. Simplemente jugó tácticamente cómo le convenía, esperó a sus rivales para no sobreexponerse y aprovechó al máximo sus chances.

Esa elección, insisto, totalmente lícita, lo llevó a ser el mejor de Europa, y no creo que sus hinchas estén tristes ni planteando reparos a la validez del título.

Por eso merece el mayor de los respetos; pero además, no nos olvidemos de las circunstancias en las que se impuso en las últimas dos series. En ambas, tuvo que pelear de atrás, en condición de visitante y ante equipos con mayor poderío ofensivo, y sin embargo se las ingenió para remontar el resultado y aguantar los embates rivales.

Ante el Barcelona, se encontró con que la ventaja de la ida se le había esfumado en poco más de media hora. Consiguió volver a ponerse en carrera con un golazo de Ramires y después le puso el pecho a un Barcelona que fue una y otra vez por el gol que le faltaba. Hasta tuvo su broche de oro cuando sobre el final Fernando Torres anotó el 2-2 que le aseguraba el pasaje a Munich.

No fueron muy distintas las cosas en la final: el Chelsea una vez más neutralizó a su adversario, y el partido se jugó de la manera que más le convenía a ellos y menos al Bayern Munich. Pero así y todo, los alemanes estuvieron a dos minutos de levantar la copa gracias al gol de Thomas Müller muy cerca del cierre.

No podía ser sino a través de una de sus grandes figuras, Didier Drogba, que consiguiera el gol del empate para así sobrevivir. El marfileño hizo un movimiento ofensivo perfecto para sacar un cabezazo imparable a dos minutos del final, un premio más que merecido a todo lo que tuvo que batallar en soledad contra toda una defensa. Increíble pensar que el club no le quiera renovar para la próxima temporada...

Así como el partido solamente tuvo esos últimos 10 minutos de suspenso, en el alargue tampoco hubo mayores emociones. Solamente el penal de Robben, que consagró a la otra gran figura del Chelsea, Petr Cech, quien se lució deteniendo el disparo y recuperándose rápidamente para evitar que el holandés pudiera convertir de rebote.

Y sus dos grandes figuras se volvieron a vestir de héroes: Cech con sus atajadas en una definición desde el punto penal que también había empezado adversa para Chelsea, y Drogba convirtiendo el tiro definitivo, para desatar un festejo impensado pero merecido.

Vaya el reconocimiento individual también para otros dos elementos clave en la consagración: Frank Lampard, quien con toda su clase hace un trabajo importantísimo en el medio campo, y el técnico Roberto Di Matteo, que le cambió el ánimo al equipo cuando se hizo cargo a mitad de la temporada. Otro más que quizás no siga y también le hace a uno reflexionar sobre qué buscan las autoridades del club.

Pero más allá de cómo siga la historia, todos ellos fueron parte de la primera Champions en la historia del Chelsea, y eso no se los quita nadie.

De alguna manera, esta consagración me hace acordar a cuando con Vélez Sarsfield conseguimos la primera Libertadores y luego la primera Intercontinental en la historia de la institución, siendo un club que solamente representa a un barrio de una gran ciudad. Claro que entre un equipo y otro probablemente haya varios millones de euros de diferencia, pero no deja de ser un logro digno de destacar. En esta Champions hubo equipos con aún mayor presupuesto que el Chelsea que se quedaron en el camino.

Felicidades.