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Oro para cicatrizar

El atleta estadounidense especialista en 400 metros llanos LaShawn Merritt es el poseedor de la medalla olímpica dorada de Beijing 2008. Tiene un título mundial. Es el actual subcampeón del planeta. Y tiene otra presea mundial de plata en su haber. Pero todos lo recuerdan por otra cosa.

"Ah, es el que se quiso alargar el pene", me dice un colega cuando le pregunto por el paradero de Merritt.

Todo dicho.

A principios de 2010 se detectó que el estadounidense, campeón olímpico y mundial reinante en ese momento, había dado positivo en tres controles antidopaje. Apenas fue informado, el atleta reconoció su culpabilidad y explicó que todo había sido a causa de una negligencia de su parte.

Merritt admitió que había comenzado un tratamiento para alargar su pene, pero sin percatarse de que las pastillas que le habían recetado para tal fin contenían DHEA, una prehormona considerada como sustancia dopante.

Más allá de sus razones, fue suspendido por 21 meses a partir de su primera infracción, en octubre de 2009.

Ese fue uno de los momentos de quiebre en la vida de Merritt. El otro, aun mucho más profundo, fue en 1999. Ese año, su hermano mayor Antwan falleció en misteriosas circunstancias al caer desde el balcón de un dormitorio en su universidad de Carolina del Norte.

Antwan era su mentor. "Era un ejemplo a seguir para LaShawn. Cuando Antwan jugó al football (americano), LaShawn comenzó a jugar football; cuando Antwan empezó a tocar la trompeta, él también comenzó", contó Brenda, la madre de Merritt.

Su muerte cambió todo. A los trece años, Merritt pasó por una crisis que le hizo replantearse su vida. Cuando volvió a la escuela, abandonó el beisbol. No estaba como para jugar a nada.

Sin embargo, al poco tiempo advirtió que necesitaba canalizar su energía por algún lado. De no ser así, ella podía hacerle daño. En el atletismo encontró donde enfocarla. Y quedó claro que era energía en enormes cantidades.

"Ganar otro oro olímpico en los 400 metros sería poner mi sello en el legado del atletismo"

--LaShawn Merritt

En poco tiempo se transformó en una estrella estatal. Ganó cada competencia en la que participó. Si alguien lo vencía en una prueba, volvía recargado a la siguiente y se llevaba el triunfo. "Cuando estaba en la escuela secundaria, correr era como una experiencia fuera del cuerpo. Como si los dos, Antwan y yo, estuvieramos corriendo juntos", reveló hace poco el atleta.

Con esa filosofía, tuvo la fuerza necesaria para extender al primer nivel mundial la competitividad que mostró en la escuela secundaria y en la Universidad.

Para 2006 ya estaba instalado definitivamente entre los mejores. Ese año dio las primeras señales de que podía ser el futuro dominador de los 400 metros llanos, cuyo rey en aquel momento era su compatriota Jeremy Wariner.

Fue tercero en las Finales Mundiales de la IAAF, en Stuttgart, Alemania, y una semana después ganó el título en la Copa del Mundo de la IAAF, en Atenas.

En 2007, Wariner todavía era la referencia, pero LaShawn se acercaba a él más y más. Quedó demostrado en el Mundial de Atletismo de Osaka, donde el más experimentado logró el título, pero con Merritt pisándole los talones sobre el final.

Llegó el año 2008 y con él, la instalación definitiva de LaShawn en la cima del mundo. Venció a Wariner en la cita más importante para cualquier atleta del mundo: los Juegos Olímpicos. Fue en Beijing, el 22 de agosto. Merritt se llevó el oro olímpico en su primer intento, con Wariner en segundo puesto.

Para lograrlo, el estadounidense corrió justo ahí, en el momento indicado, más rápido que nunca en su vida. Marcó 43.75 segundos, la quinta mejor marca de la historia.

La estela de este gran triunfo se expandió hasta el mundial de atletismo del año siguiente, cuando en Berlin, volvió a hacer morder el polvo a Wariner. Le ganó en la final y obtuvo el título.

El resto es historia. En el piso más alto del mundo, cuando miraba todo desde arriba, llegó el dóping positivo. Casi dos años de inactividad.

Volvió a las pistas justo para competir en el Mundial Daegu 2011. Con escasísimo roce en el primer nivel tras la condena, se las arregló para conseguir la plata allí, sólo superado por Kirani James, probablemente su gran rival en los Juegos .

"En Londres estaré en la mejor forma de toda mi carrera", asegura por estos días Merritt. Tiene una obsesión parecida a la de Usain Bolt: "Ganar otro oro olímpico en los 400 metros sería poner mi sello en el legado del atletismo", señala.

Hay una cosa que es segura. Cuando pise la pista de Londres tendrá una forma de abstraerse de todo. Incluso, de la humillación por la que pasó a causa de sus malditas pastillas. Tocará el suelo, se besará esa mano y después señalará al cielo. Es el ritual que cumple en todas y cada una de sus carreras en honor a su hermano Antwan.