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Amargura a la italiana

ROMA -- La tercera fecha de la UEFA Champions League fue muy amarga para los italianos, puesto que Juventus obtuvo su tercer empate consecutivo, esta vez por 1-1 en cancha del débil Nordsjaelland, mientras que Milan perdió su primer desafío continental al caer en Málaga por 1-0.

Más allá de los resultados, hay que evaluar las performances de ambos, las potencialidades lucidas y la recurrencia de algunas problemáticas que empiezan a preocupar seriamente.

Curiosamente, la condición general de la Vieja Señora permite un mayor optimismo, pero al mismo tiempo es el Diávolo el equipo mejor parado en este momento en la clasificación del torneo europeo, de manera que parece sumar más chances de pasar a la segunda fase respecto a los bianconeri.

ALERGIA INTRASEMANAL
Tres empates de tres dejan pensar a un problema de mentalidad. Igualar en tres ocasiones, indiferentemente si se enfrentó el campeón en carga, si se desafió a un equipo que no tiene ni cancha para jugar en Champions o si se jugó en casa o afuera, no pueden ser una coincidencia e indican un problema real y recurrente.

En realidad, tal dificultad demostrada por Juventus no se identifica con la Champions League en sí misma, sino con el hecho de jugar durante la semana. Por ahora se tuvo una sola prueba de ese hecho, pero parecería ser suficiente, considerando que el único partido de ocho en el campeonato que la Vieja Señora no ganó fue de visita a Fiorentina, justamente un martes, por encima sufriendo como nunca lo hizo y mostrando su peor cara.

En suma, de doce enfrentamientos jugados en total en esta temporada, Juventus ganó ocho y empató cuatro, exactamente los cuatro que disputó en el medio de la semana. No caben más dudas que el conjunto de Turín luce sufrir una alergia a los desafíos intrasemanales, más que a la Champions League.

La cosa va más allá de los resultados: en efecto, de martes o de miércoles los bianconeri se vieron siempre bastante apagados, nunca lograron pasar en ventaja y en Champions se despertaron sólo a la hora de tener que remontar el resultado, encontrándose cada vez abajo en el marcador.

Contra Nordsjaelland mucha culpa la tuvo el técnico, porque en un partido decisivo como éste, más allá de la mediocridad del rival en cuestión, no debía de hacer un turn-over tan abudante. Sobre todo, se debían poner otros cambios. En ese contexto, el ingreso de Bendtner se califica entre lo racionalmente incomprensible y lo "religiosamente" inaceptable. No caben dudas que parte del fracaso se construyó con esa movida.

Además, con esas decisiones Conte falló la "comunicación", porque en fin de cuentas no hizo más que relajar y quitarle presión a su equipo, justo en el momento de la semana en el que sus muchachos sufren más. Además, no hay que olvidarse que Juventus es un cuadro que hace del dinamismo, la velocidad y la concentración sus armas principales.

La mediocridad de los daneses nunca estuvo en discusión y que los italianos no hayan ganado el partido fue una injusticia, considerando también que fue el arquero local el mejor de la cancha. Pero lo de Juventus fue pobre, demasiado pobre. Especialmente en el primer tiempo, etapa totalmente regalada al conjunto local, tanto que Laudrup (hijo del ilustre campeón danés de otros tiempos) y sus compañeros, gracias sobre todo al ritmo bajo del juego, pudieron hasta lucirse con jugadas de calidad y creando unas cuantas ocasiones.

Ahora la situación se le complica a los bianconeri quienes, para pasar el turno, deberán ganar a toda costa tanto en el regreso de este desafío cuanto a la fecha siguiente, ante Chelsea, equipo que, con toda probabilidad, jugará un fútbol cerrado y defensivo apuntándole al empate, lo que les rendiría la vida muy difícil a Conte y sus muchachos.

TODO INÚTIL
Allegri sabe que se está jugando su futuro en estos días y así, a falta de soluciones de todo tipo, en Málaga sacó de la nada una defensa a tres formada por Mexés, Bonera y Acerbi, que en práctica fue casi una defensa a cinco, porque los aleros De Sciglio y Constant jugaron a menudo en la misma línea de los tres centrales.

Una solución casi desesperada, que evidentemente le apuntaba a no conceder nada atrás y poderse llevar así un punto a casa, que hubiese sido un botín precioso por como está la situación en el Grupo C y, sobre todo, por el tremendo momento por el que pasa el Diávolo.

La movida de algo sirvió: en muchos se esperaban una goleada del conjunto de Pellegrini, que venía de dos 3-0 consecutivos en Champions y que parecía poder arrasar a un Milan que en este momento parece más un "angelito" que un Diávolo.

En cambio, la defensa hizo lo suyo y los italianos lograron hasta cosechar algunas buenas ocasiones de gol, jugando peor que su rival pero rozando con mayor facilidad el 1-0 en el primer tiempo.

Sin embargo, lo que le falta al equipo son ideas, identidad y personalidad y así, a pesar del esfuerzo individual de todos los protagonistas, el conjunto milanés no les pudo hacer frente a los españoles por 90 minutos y, al final, en el complemento concedió el gol del 1-0, arriesgó sufrir otro gol más y no logró tampoco encontrar el milagro (o golpe de suerte, como ustedes prefieran) para igualar sobre la hora, acariciando nomás el 1-1 con una doble ocasión clamorosa faltando cinco minutos.

Allegri declaró que al cuadro le faltó lucidez en los últimos metros y algo de buena suerte (no es la primera vez que analiza así una derrota en esta campaña), pero la verdad, cruda e inapelable, es que en lo que va de la temporada Milan mostró una total falta de juego, que se refleja en los pocos goles anotados, 11 en otros tantos partidos, realizados por apenas 4 jugadores (Pazzini, 3 tantos todos en un partido, 6 de El Shaarawy y uno cada uno para De Jong y Emanuelson).

Jugando así, era inevitable perder en España y, probablemente, será inevitable perder también en San Siro. Algo debe cambiar y, probablemente, ese algo es justamente el entrenador, que no logró sacar absolutamente nada de un conjunto que no será formidable, pero que tampoco es tan mediocre como para jugar como lo está haciendo. Un fútbol pésimo que se refleja a la perfección en los resultados.

Nuestra impresión es que hasta ahora, en la "construcción" de este mal momento, pesaron más las decisiones del entrenador respecto a las habilidades de los jugadores y a sus personales performances.

Las decisiones tácticas, cambiando esquemas y formaciones de partido en partido, dejan muchas dudas sobre la claridad en las ideas del entrenador, pero aún menos convencen las decisiones técnicas: alcance pensar que Bonera, el peor rossonero hasta ahora, el año pasado era el suplente de los suplentes, detrás de Yepes y Mexés, mientras que este año es el titular inamovible de la defensa. Algo no encaja en los conceptos de Allegri, pero sobre todo parece que ya no encaja más él en este club.

Sólo el tiempo, quizás, podrá decirnos de quien es la culpa. Pero la cuestión es que en momentos en los que nada funciona, algo hay que cambiar, porque no se puede seguir para adelante como si nada esperando que las soluciones lleguen como por milagro. Y ese algo, en el fútbol, suele ser el entrenador.