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Con Mares de amor propio

LOS ÁNGELES -- Cuando Abner Mares piensa en el 4 de mayo se imagina muchas banderas mexicanas ondeando en las gradas de la arena del MGM Grand de Las Vegas. En la mente del púgil se ve una gran batalla de mexicanos contra Daniel Ponce de León.

Mares se imagina una noche en la que se robará el espectáculo, no obstante la presencia de un hombre de leyenda como lo es Floyd Mayweather Jr., y también sueña con los gritos de toda la gente, los gritos de aclamación de "¡Ma-res, Ma-res!".

"Es un fin de semana de México, así que no le íbamos a dejar a Mayweather que se robara una noche de mexicanos", dice Mares.
Hacer realidad sus sueños no es algo extraño para Abner Mares.

Con determinación y valentía, con esfuerzo y tenacidad, y también con hambre, figurada y literalmente, él ha llegado a ser alguien en el boxeo y en la vida. Un triunfo el 4 de mayo contra su compatriota Ponce de León le uniría con los más grandes de la historia del boxeo mexicano como campeones del mundo indiscutibles en tres distintos pesos.

Pero para Mares, el camino que lo trajo hasta aquí, desde aquellos tiempos en los que él y sus hermanos tenían que comer de los desperdicios, ha sido largo y sufrido; la ruta para alcanzar este punto desde los días en los que su promisoria carrera profesional parecía tocar pared ante el riesgo de perder un ojo, ha sido peligrosa y, a la luz de los hechos, satisfactoria.

En el boxeo, las historias dramáticas y espeluznantes no faltan. La de Abner Mares es una de ellas, con la virtud de que hasta ahora el balance es totalmente positivo.

"Estoy joven, pero hasta el momento me siento satisfecho de mi trabajo, de todo lo que he logrado, porque yo, en serio, he empezado de cero", dice Mares en entrevista con ESPNDeportes.com. "He empezado de nada, de comer comida de basura, de estar pidiendo, de llegar de indocumentado con mi familia, así que estar donde estoy ahorita, me siento muy orgulloso".

Mares había llegado a Los Ángeles desde niño como indocumentado, junto a su mamá y varios hermanos. Eventualmente fueron 11 hijos creciendo en el conflictivo barrio de Hawaiian Gardens. Muchas veces, como el mismo boxeador lo ha dicho, les tocó ir en busca de comida de desperdicio a las afueras de los supermercados.

EL VIAJE QUE LO CAMBIÓ

Pasaron algunos años y Abner empezó a conocer la cruda vida de las calles de la ciudad más pequeña y una de las más peligrosas del Condado de Los Ángeles. Muchos de sus amigos y conocidos eran miembros de pandillas; algunos eran asesinados o arrestados. Cuando él tenía 15 años de edad, con malas amistades y ya metiéndose en problemas, sus padres tomaron una decisión que resultaría el parteaguas en la vida del ahora campeón mundial.

"Fue la decisión de mi mamá y mi papá mandarme de regreso a México", recuerda Mares. "Al hacer eso, ya cambió mi vida totalmente. Nueva vida, nuevos amigos y fue cuando tomé al boxeo en serio".

En México, Abner se abrió camino como boxeador, demostrando cualidades desde muy pronto ya en el boxeo organizado, por lo que fue tomado en cuenta para representar a México en competencias internacionales. Su carrera amateur incluye un campeonato mundial sub-17 en 2002, la medalla de oro de los Juegos Centroamericanos del mismo año, plata en los Juegos Panamericanos de 2003 y un boleto a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Muchos mexicanos abandonan su país con destino al norte para buscar una mejor vida. Curiosamente, para Mares fue un poco al revés: tuvo que ir al sur, de regreso a su México, para encontrar un camino a seguir, un porvenir.

Dice Mares sobre ese viaje: "Algo difícil para mi papá y mi mamá que les respeto; mandarme a mí solo, separarme de la familia con tal de que yo hiciera algo de mi vida. Es algo que siempre les voy a agradecer y sin duda que soy la persona que soy ahorita por todo eso que pasé y la decisión que tomaron".

Después de Atenas 2004, donde fue eliminado pronto en una decisión discutida, Mares fue firmado por Golden Boy Promotions para emprender una carrera profesional que le ha traído muy buenos triunfos y una historia de éxito digna de ser contada.

"Abner Mares viene de la humildad, pero nunca pierde su enfoque", comenta su manejador, Frank Espinoza. "Tiene un corazón grande, es un hombre de familia, y nunca olvida sus raíces. Ama a México. Abner nunca ha cambiado como persona. Es un hombre especial".

UN OJO EN JUEGO

Espinoza, quien también maneja la carrera de Ponce de León, el oponente de Mares el 4 de mayo, firmó a éste luego de su 18ª pelea profesional. Mares había ganado todas, pero una enorme intriga le rodeaba al peleador de Guadalajara. En 2008, Mares derrotó a Jonathan Arias en el casino Morongo de Cabazon, California. Pero en ese pleito sufrió una seria lesión del ojo izquierdo.

Los médicos le recomendaron a Mares dejar de boxear. Él consideraba, a veces entre lágrimas, la posibilidad de retirarse. Una exitosa operación cambió el panorama y Mares asumió el riesgo. Reapareció en el ring 11 meses más tarde con un triunfo sobre Jonathan Pérez en Las Vegas, justamente en una función cercana al 5 de mayo, encabezada por Manny Pacquiao.

Mares se sintió bien del ojo en esos cruciales combates llenos de expectación y desde entonces no ha tenido mayores complicaciones.

Él asegura que su ojo está bien y explica que el haber tenido ese problema le hizo evolucionar como púgil.

"Me ayudó bastante porque ahora trato de que me peguen lo menos posible, así que me hice un peleador mucho más defensivo con tal de que ya no me pegaran tanto en la cara", explica Mares, quien en 2011 se coronó campeón mundial de peso gallo al superar a Joseph Agbeko.

Pero esa victoria fue muy cuestionable. Un golpe bajo de Mares fue contado como caída oficial por el réferi y eso marcó la diferencia. Al menos Mares se sacó la espina a finales de ese año cuando venció a Agbeko con autoridad en la revancha en Anaheim.

En abril de 2012, el peleador mexicano sumó la corona de peso súper gallo con una decisión unánime sobre el puertorriqueño Eric Morel en El Paso, Texas. Ese título lo defendió en noviembre pasado contra el panameño Anselmo Moreno en el Staples Center. Mares, entonces, quería una pelea contra el filipino-americano Nonito Donaire. Cuando las diferencias entre empresas promotoras y cadenas de televisión lo impidieron, decidió brincar a peso pluma y retar a su compatriota Ponce de León.

"Abner no es peleador unidimensional", indica su manejador Espinoza. "Se mueve bien en el ring. Entra, ataca, muestra distintos ángulos. Abner tiene todo para ser el siguiente ícono del boxeo de México".

QUIERE AYUDAR A LOS JÓVENES

Ser ícono del boxeo mexicano son palabras mayores. Julio César Chávez, Erik Morales, Marco Antonio Barrera, Juan Manuel Márquez, Fernando Montiel y Jorge Arce son los únicos púgiles de México que se coronaron campeones del mundo indiscutibles en tres distintas divisiones. Mares haría crecer la lista si le quita a Ponce de León su cetro pluma del Consejo Mundial de Boxeo.

"Es muy importante para mí pero trato de no pensar en eso", dice él sobre la posible proeza. A Mares le entusiasma poder ser el segundo más joven en conseguirlo a sus 27 años solamente detrás de Chávez. Ambicioso, comenta que le gustaría seguir escalando divisiones, tal vez subiendo a peso ligero en dos o tres años, y no parar allí.

"En serio es lo que yo quiero", afirma. "Se ve imposible pero nada es imposible. Manny Pacquiao viene de las 106 libras. Juan Manuel Márquez viene de un peso igual que yo y subió a las 140 libras, así que no es imposible, si tienes las habilidades".

Obviamente, Mares quiere seguir causando impacto como atleta. Pero él también tiene en mente causar impacto en la comunidad, sirviendo como un buen ejemplo.

"Sé que puedo ser un ejemplo para la juventud, personas que están pasando por lo que yo pasé, y darles a conocer que hay otra vida, que todo es posible", comenta. "Espero, más adelante, estar en una posición donde yo pueda ayudar a la juventud de una manera u otra".

Entre sus ideas figuran ofrecer charlas o ayudar mediante fundaciones. "Es más, si yo tengo que dar de mi propio dinero a alguien necesitado, estoy más que dispuesto. La cosa es que Dios me ha bendecido, así que yo también [quiero] poder dar a esa gente que está en esa situación en que yo estuve años atrás".

La hora de la pelea que podría llevar a Abner Mares al siguiente nivel está cerca. Él dice, con modestia, que le "falta mucho".
Pero no es poco lo que ya ha conseguido, sobre todo considerando la vida dura que le tocó enfrentar.