<
>

Una previa de bajo perfil para un duelo de alto vuelo

LONDRES -- ¿Alguna vez había pasado tan desapercibido un enfrentamiento entre los líderes de la Premier League y el equipo en tercer lugar?

Tan poco se esperaba del partido del Arsenal contra Southampton que ninguno de los titulares de los derechos de televisión británicos decidieron pasarlo, optando en cambio por el derbi de Merseyside y la visita del Chelsea al West Ham. Lamentablemente, cuando los líderes de Arsene Wenger se enfrenten al paquete sorpresa de Mauricio Pochettino, los únicos fans británicos legalmente autorizados a ver el juego serán los presentes en el Emirates Stadium.

Sin embargo, éste sin duda es el partido más importante del fin de semana. Es una oportunidad para el Arsenal de encaminar su lucha por el título tras la decepcionante derrota ante el Manchester United en Old Trafford. Más que eso, es una oportunidad para ver qué tan bueno es Southampton en realidad.

El equipo de Pochettino ha sido vencido una sola vez en la liga esta temporada, una derrota por 0-1 en Norwich que parece haber sido más una aberración inexplicable que una lectura precisa de su talento.

Desde entonces, han permitido apenas tres goles en ocho partidos, superando al Liverpool y empatando con el Manchester United en el proceso. Juegan con tal ritmo y brío que no resulta tan difícil de imaginar que puedan añadir el nombre del Arsenal a su ilustre lista.

Ni siquiera ha pasado un año desde el polémico nombramiento de Pochettino, pero ha transformado tanto a los Saints que ya no se reconocen. La destitución de su predecesor, Nigel Adkins, un hombre que había conducido al club a dos promociones consecutivas, fue un acto repulsivo, pero resulta difícil argumentar que el fin no ha justificado los medios. Adkins fue un entrenador simpático cuyo lugar en la historia de Southampton nunca debería ser olvidado, pero Pochettino los ha llevado al siguiente nivel.

El sólido inicio de Southampton se ha construido a fuerza de presión, con una invasión de gran intensidad al espacio personal que fuerza errores hasta de los mejores jugadores. En vez de atormentar a sus oponentes de forma individual, los jugadores de Pochettino atacan en manada, pisando tobillos hasta que logran robar el balón.

Esta ética implacable de juego en equipo también es evidente en su forma de avanzar, rompiendo con velocidad y apoyo. Jay Rodriguez y Adam Lallana, quienes debutaron para Inglaterra la semana pasada, son fuerzas creativas incansables, mientras que jugadores como el defensor Dejan Lovren y el mediocampista Morgan Schneiderlin son simplemente indomables.

Ya hemos visto en el pasado que el Arsenal no lo pasa bien con ellos. Los Bolton Wanderers de Sam Allardyce fueron uno de los primeros equipos en utilizar sistemáticamente la estrategia refinada y delicada de atiborrar a cualquiera con camiseta roja, y ciertamente no fueron los últimos.

Wenger siempre ha criticado este enfoque como agresividad innecesaria, tal vez sin darse cuenta de que los equipos que carecen de los ingresos regulares de la Champions League no pueden darse el lujo de emplear la clase de jugadores que podrían medirse ante los Gunners mano a mano. Una y otra vez, su joven equipo se encogía y fracasaba.

Pero este Arsenal es diferente. No se marchita ante la imagen de la agresividad con la misma facilidad de antes, y un gol concedido tontamente ya no es presagio de un horrible colapso mental.

Per Mertesacker, vencedor de Inglaterra a mediados de semana, finalmente tiene la autoridad esperada de un hombre de su tamaño, y si bien la expulsión de Laurent Koscielny de su seleccionado nacional fue decepcionante, su asociación con el francés es una de las más sólidas de la Premier League. Solamente dos equipos han permitido menos golpes que el Arsenal esta temporada. Lamentablemente, uno de ellos es Southampton.

Los Gunners, por supuesto, tienen sus propias fuerzas de ataque. Mesut Özil, en el supuesto de que Wenger le haya rescatado del gran agujero en el que se escondió en Old Trafford, ha tenido un efecto tonificante sobre los jugadores que lo rodean.

Si vuelve a estar en condiciones -- y debería estar fresco tras haber sido descansado por Alemania a mediados de semana -- podría darle a Southampton un problema para el cual tal vez no tenga solución.

Para ambos equipos, se trata de un examen importante, una oportunidad para demostrarles a los cínicos que sus nuevas aspiraciones no son idealistas. Cuando comenzó la temporada, ninguno de estos equipos podía creer de manera realista que estaría en esta posición, pero lo curioso del éxito es que sólo genera aún más hambre de éxito.

Al haber arrancado tan bien, ninguno de estos equipos querrá tomarse las cosas con calma.