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Deporte impecable e implacable

Hace muchos años que he considerado al boxeo como un deporte único. Obviamente se necesita talento para triunfar, disciplina para brillar y gallardía para tocar el corazón de miles de fanáticos, aunque a veces, eso no basta. Es una pasión tan impecable como implacable.

A diferencia de muchos otros deportes, el boxeo es más celoso de lo normal. Aquí no sólo se trata de perder un juego, fallar una anotación, salir abucheado o, el mal menor, ver el encuentro desde la banca. Aquí se pone en juego la vida misma.

Por ello mismo, el boxeo reforma vidas, da fama, dinero, gloria y hasta abre de un mítico sitio llamado Recinto de los Inmortales. Te hace trascender y ser parte de la gloria deportiva de una familia, de una región, de una nación, de todo el mundo.

El jueves pasado, tuve la oportunidad de hablar con Óscar González, a quien conocía desde hacía muchos años porque me había recomendado Érik Morales le siguiera, pues pensaba que el entonces 'Finito' y después 'Fantasma', sería su sucesor.

Le seguí la pista, era casual verlo al lado de Érik en sus concentraciones y funciones, hasta que hace unos meses se separaron, pues Óscar buscó el empujón final hacia la gloria, y decidió tocar base con Canelo Promotions, con quienes había llegado muy motivado.

Óscar, favorito en su debut con la compañía, se encaminaba a un triunfo contundente. Derribó a Jesús Galicia en el primer round, pero pareció darle oportunidad de seguir. Se sintió amo de la pelea y al final del capítulo le dijo a los de su esquina que esperaba noquearlo en dos rounds más.

Avanzó la pelea, la balanza se fue inclinando para Galicia, pero pese a los golpes y el cansancio, Óscar se mantuvo en pie de guerra hasta que en el décimo asalto se desvaneció y comenzó la tragedia.

Pasadas 37 horas, Canelo Promotions confirmaba su deceso por un paro cardiaco tras haber llegado con traumatismo craneoencefálico severo, hematoma subdural agudo frontoparietal izquierdo laminar, lesión isquémica hemisférica izquierda y daño axonal del tallo cerebral.

El fallecimiento de Óscar, es el segundo en 100 días para el boxeo mexicano tras el de Francisco Leal en octubre pasado y el tercer accidente contando el del colombiano José Carmona que está ya en casa rehabilitándose para tratar de rehacer su vida.

Lo de Óscar ha sido sin duda algo triste para el boxeo y pone a pensar nuevamente en qué hay que hacer para que este deporte, por esencia riesgoso, sea más seguro.

Lo primero, creo, debería ser concientizar, principalmente al boxeador, de lo que arriesga, de qué cosas puede y debe hacer, de qué cosas no puede ni debe hacer, de que el es el A de la ecuación y de que sin él no hay buen boxeo, de que sin él no hay boxeo.

Después de ello, seguramente este deporte tan impecable como implacable, seguramente será mejor, aunque a veces, como ahora, el destino se aparezca en un ring para recordarnos, por qué el boxeo es un deporte único.

Descansa en paz, Óscar 'Fantasma' González.