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El adiós de un grande

MÉXICO (ESPNdeportes.com) -- Con 37 años de edad y 18 como futbolista, el portero americanista Adolfo Ríos se retiró paralelamente con el adiós de su equipo en la liguilla del Clausura 2004.

Adolfo, portero sobrio casi siempre, aunque también demostró que sabía salir de su arco jugando la pelota y a veces poniendo en riesgo su meta con inusitado arrojo, decidió colgar los botines finalmente, en una última etapa con el América un tanto polémica, ya que desde su llegada al conjunto, el holandés Leo Beenhakker mostró cierta animadversión hacia su persona.

Integrante activo de los "Atletas de Cristo", Ríos no dudó en dar las gracias al Creador en su retiro del futbol. "Agradezco a Dios por todo lo que como futbolista me dio", dijo, afirmando que sabía que ya era hora de colgar los botines, cosa que venía analizando desde hace varios años.

Indicó que "me voy triste, porque quería el título, pero me voy agradecido con Dios por haber podido jugar tantos años".
Su debut profesional fue en el 86, con los Pumas de la UNAM, donde se formó y comenzó a mostrarse ante el mundo.
En aquellos años Adolfo era muy jovencito y tenía abajo a Jorge Campos, quien había comenzado como delantero y al que Miguel Mejía Barón hizo portero.

Recordamos que en nuestras largas andanzas por las canchas, el "Brody" llegó a manifestar: "La verdad, yo veía muy difícil desplazar a Adolfo Ríos, que aparte de ser un gran arquero, se ha ganado la titularidad. Tiene su jerarquía".

GRAN CARISMA
A Adolfo, reconocido por noveles y experimentados, de ninguna manera se le restan méritos, pero gran parte de su éxito radicó en su gran carisma.

Ríos era constantemente asediado por las jovencitas y ya no era raro en aquellos tiempos ver desfilar a decenas de ellas en los entrenamientos de los Pumas para ver de cerca y obtener un autógrafo del "guapo" Adolfo.

Hay muchas anécdotas que nos tocó ver de este portero y que podríamos contar, pero por cuestión de espacio mencionaremos solamente algunas.

Recordamos también que este carismático jugador solía ser el último en abandonar los vestidores de Ciudad Universitaria, luego de las prácticas de su equipo. Sus propios compañeros señalaban un tanto en broma y un tanto en serio, que Ríos no había terminado aún de secarse el cabello y acomodarse los rulos, ya que hasta la secadora cargaba a los entrenamientos.

Y es que Adolfo cuidaba su aspecto como ninguno. Como todo joven, era vanidoso, pero también muy entregado a su escuadra y al trabajo. Su imagen siempre fue la de un muchacho muy recto.

Otro detalle digno de rememorar, es uno de tantos que sucedieron en el 88. Nosotros ya andábamos deambulando por esas canchas de Dios, cuando en un partido entre Toluca y Universidad, Ríos salió al campo con un suéter rojo y el árbitro le pidió que cambiara su indumentaria porque se confundía con el uniforme de los choriceros. Así que ni tardo ni perezoso, el guardavalla se arrodilló bajo los tres postes y en un involuntario streap tease (que agasajó la pupila de sus fans), se cambió el suéter.

De por sí, Adolfo siempre denotó que le gusta mantenerse en forma. De hecho, solía ocupar un tiempo especial para ejercitarse en el gimnasio.

Entonces, había quienes lo comparaban con Pedrito Fernández. Decían que se parecía al cantante de ranchero.

UNA CARACTERÍSTICA PROPIA
Después le perdimos un poco la pista porque fue transferido al Veracruz, para luego ir al Necaxa, hasta llegar al América ya como un arquero maduro (en el Invierno 99), amén de ser seleccionado nacional durante mucho tiempo.

A Adolfo se le reconocen su entrega y profesionalismo. La seriedad que depositaba en el trabajo y también el desdén que últimamente mostraba para las entrevistas, aunque jamás supimos que se haya dirigido a un periodista de mala manera. Siempre fue educado y siempre tuvo una -amplia- sonrisa para aquel que se le acercaba.

Una característica muy peculiar de Adolfo Ríos, era utilizar pants oscuros y playera en los partidos. Esta costumbre inició cuando jugaba con los Tiburones Rojos y la mantuvo hasta el final.

Así que el gran Adolfo se fue porque consideró que ya era momento de dedicarse más a su familia y de encontrar un poco de calma.

Y es que la profesión de futbolista absorbe mucho. En esto estamos de acuerdo. Le deseamos mucha suerte al experimentado arquero en lo que más adelante decida emprender.