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Una promesa familiar

AGUASCALIENTES -- La influencia "genética y por ejemplo" de sus padres, Isabel Márquez y Héctor Sánchez fueron determinantes para que Hugo Sánchez forjara un carácter a prueba de balas, reconoció el entrenador que recién se retiró del Necaxa para, como todos lo pronostican, tomar el control de la selección nacional, en el anuncio que harán el jueves los dueños de equipos de la primera división en su reunión de Pachuca, Hidalgo.

Hugo enseñó una faceta humana desconocida, en una larguísima charla con ESPNdeportes.com en la ciudad de Aguascalientes.

"Cuando era niño mi madre me dijo: tú tienes que ser el mejor en todo. El mejor hijo, el mejor hermano, el mejor alumno, el mejor compañero, el mejor amigo, el mejor novio, el mejor amante, el mejor esposo, el mejor dentista, el mejor futbolista. El mejor en todo", explicó sobre la relación que lleva con doña Isabel Márquez.


Hugo se convirtió, con sus actuaciones en México y en España, en el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos. Y recuerda otra estampa familiar, de un fanático del futbol, como es su padre Héctor Sánchez: "Cuando era niño, mi padre estaba jugando dominó con sus compadres y amigos. Era sábado o domingo. Yo llegué todo cansado y sudoroso de jugar en la calle. Y mi padre me sentó en sus piernas y les preguntó a sus compadres: '¿Saben quién es este niño?'. Sí. Tu hijo, le dijeron. Y él contestó: 'Este niño va a ser el mejor jugador de la historia de México'. ¡Imagínense! Le vi una seguridad tan grande que lo miré y (guiñó el ojo) le dije sin palabras: 'No te voy a fallar'. Esas dos situaciones significaron mucho en mi vida. Me propuse triunfar en todo lo que hiciera".

Dice que "día con día" su mente estaba fija en triunfar. "No pensaba en otra cosa mas que triunfar. Al jugar en la calle, en la escuela, durante el recreo. Ganar se me convirtió en una obsesión", explica.
En cuanto terminaba sus clases, salía de la escuela a jugar futbol en la calle, donde siempre quería ganar.

"En el patio de mi casa me ponía a dominar el balón para mejorar mi técnica, con la izquierda, con la derecha, con la cabeza, como fuera. Hacía apuestas con mis hermanos para ver quién do minaba más la pelota, quién hacia las cosas más acrobáticas. Todos los días presente la fijación de triunfar para conseguir lo que mi padre había pronosticado, ese día en que le dije delante de sus compadres: 'No te voy a fallar'. Y porque sabía que a ki madre también le producían orgullo mis triunfos escolares o deportivos".

Hugo no olvida "la cara de satisfacción" de doña Isabel Márquez cuando le entregó una boleta escolar "con puros dieces". Y recuerda que "fue sin hacer mucho esfuerzo" porque como alumno también fue aplicado y obtenía buenas calificaciones.

"Mi madre me educó en la casa para pedir las cosas por favor y para dar las gracias. Eso a nivel de educación familiar. Pero también me mentalizó para el triunfo. Sabía que ella se sentiría orgullosa, como todas las mamás, si yo triunfaba en la vida y en el deporte. Pero la firmeza como ella me lo decía, me sirvió mucho. Le hacía caso en todo. En las tareas, en el esfuerzo de todos los días", explica.

Y recuerda una escena familiar: "Cuando le entregué la primera boleta de calificaciones y ella vio puros dieces, al ver su expresión de orgullo y felicidad, pensé: ese es el camino. El rostro de alegría de mi madre me quedó dibujado para siempre".

Hugo habla del triunfo como una necesidad vital. Nació para ganar.

"Soy ambicioso en todo. Me gusta ganar en todo. La culpa la tiene mi madre porque me dijo que tenía que ser el mejor en todo. Y para ser el mejor en todo hay que ganar, ¿no? Procuro ser siempre el mejor. Y si no soy el mejor, por lo menos estoy cerca de serlo porque me esfuerzo en conseguirlo. Estoy más cerca de lograrlo que quienes no lo intentan. Así pensé siempre como estudiante, como futbolista y ahora pienso lo mismo como entrenador".

Sus logros como jugadores quiere igualarlos o superarlos como entrenador. Por eso la selección es su oportunidad. Ha luchado por ser el técnico nacional. Y está más cerca que nunca de lograrlo.

Pero Hugo no siente que sea el único mexicano que ha dado glorias deportivas al país. En futbol es un paradigma, pero "en la historia de México hay muchos mexicanos que han hecho su propia historia por sus logros en diferentes especialidades. Políticos, cantantes, actores, escritores, pintores, doctores, astrónomos. México es un país rico en talento. Hay intelectuales con mucha calidad".

Lo que nos falta, dice Hugo, "es trabajar en equipo". Como no se hace, "se triunfa en forma individual, pero en equipo nos hace falta tener esa humildad como para entregarnos por la misma causa".

Hugo recuerda que cuando fue a pedir una oportunidad a la selección olímpica mexicana tenía 14 años de edad. Y desde su primero prueba fue aceptado en el equipo. Un año después, le prometió a su entrenador Diego Mercado: "Voy a ser el mejor jugador mexicano de todos los tiempos".

Y, al igual que cuando era niño, le guiñó el ojo, sabedor de que la historia lo recordaría así.

"Hay que ser ambicioso. Mientras tenga ilusión, mientras tenga fe, mientras tenga fuerzas y mientras tenga pues esa determinación para seguir consiguiendo las metas, aspiraré a lo máximo.

Realmente no me quiero limitar. Al revés: quiero darme gusto", explica.

Por eso ahora quiere la selección mexicana, que encaja en el objetivo que ha sido el oxígeno de su carrera: "Ser el mejor en todo".