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El círculo íntimo de Hugo

MÉXICO -- Hugo Sánchez estaba eufórico. La noche del 16 de noviembre no celebraba goles, ni "huguinas", ni onomástico, ni fiestas familiares. Fue una improvisada cena a la que invitó a sus más cercanos colaboradores y a sus más entrañables amigos.

Acompañado de 11 personas, Hugo Sánchez reservó una mesa para 12 en el restaurante "La Rural", especializado en cortes finos, que se ubica en la calle Insurgentes Sur, en la ciudad de México.

Junto a su maestro Diego Mercado Marín ("no es mi padre biológico, pero es mi segundo padre", ha dicho insistentemente) y su hijo Hugo Sánchez Portugal, quien recién se retiró de futbolista porque en los últimos equipos "me querían cobrar la factura de ser hijo de quien soy", el "Pentapichichi" quiso celebrar su nombramiento como entrenador de la selección mexicana, que se había dado unas horas antes.

Buena parte de este grupo de amigos y colaboradores lo acompañó para felicitarlo en la ciudad de Pachuca, donde los dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol, Justino Compeán y Decio de María, hicieron oficial su nombramiento, ante el intempestivo retiro como candidato del entrenador del Toluca, Américo Gallego.

Hugo brindó una y otra vez por la felicidad de haber llegado al puesto máximo a que aspira cualquier entrenador en su país. Tantas páginas en los diarios, audios en radio y minutos en televisión proponiéndose como candidato por fin tuvieron la recompensa. Su trayectoria futbolística era su aval. Sus dos títulos con Pumas, la carta de recomendación. Su marketing, el estandarte para ampliar el nicho de mercado ante los patrocinadores.

Chocó la copa una y otra vez con sus amigos, en una cena de apenas tres horas porque al día siguiente temprano tenía que cumplir otro más de sus compromisos con Televisa ("mi casa televisiva", como la llama), para una entrevista mañanera en el programa informativo Primero Noticias.

Atrás quedaba su guerra verbal que pareció interminable contra Ricardo LaVolpe ("uno de mis dos enemigos en el futbol, junto con Leo Beenhakker", ha confesado).

Esa noche era de celebración. Los distinguidos con la invitación, Diego Mercado, Hugo Sánchez Portugal, José Manuel Sanz, Olaf Heredia, Alberto Sandoval, Jaime Rivera, José Gómez, Carlos "Sobuca" García, Jesús Rodríguez, Héctor Renero y José Antonio Éboli.

Faltaron de su círculo más cercano su inseparable esposa Isabel Martín y las mellizas Isabella y Hana, además de su hija mayor, Hemma.

Pero cada uno de los asistentes a la cena tiene una singular historia personal en la vida del nuevo entrenador nacional.

Diego Mercado es "mi segundo padre"; Pepe Gómez y Alberto Sandoval, ex jugadores de la selección amateur; Olaf Heredia, compañero desde la Facultad de Odontología y nuevo entrenador de porteros de la selección; el "Sobuca" García, auxiliar técnico en Pumas; Jesús Rodríguez, uno de sus entrenadores en la olímpica; José Manuel Sanz, "mi amigo y representante", según su propia descripción; Jaime Rivera, de Ocotlán, Jalisco, otro amigo leal, que lo sigue a todas partes.

Y, finalmente, el industrial José Antonio Éboli, dueño de varias empresas del giro metal-metálico, a quien Hugo invitó a chocar su copa "porque es la única persona en el mundo que me acompañó en España a celebrar mis cinco Pichichis".

La cena concluyó. Hugo iba a pagar pero José Antonio Éboli le arrebató la cuenta de las manos, con una frase que retumbó en el restaurante: "Momento: no puedo permitir que pague el nuevo entrenador de la selección nacional, esta gloria del deporte mexicano. Esta primera cena como técnico nacional va por mi cuenta".

De su cartera sacó un grueso fajo de billetes y pagó la cena de los 12 comensales. Después, abrazos, sonrisas, felicitaciones y la reafirmación de que este pequeño grupo será quien proteja y asesore a Hugo Sánchez en su propósito de que "México sea campeón del mundo".