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¿Deuda de sangre?

MÉXICO -- No todo en el boxeo es una farsa, pero algunas cosas se acercan mucho a ese temible calificativo.

Los promotores, las arenas, los casinos y la televisión sólo requieren de algunos datos para inventar, vender ilusiones y cuentos que no son totalmente verdaderos.

Julio Cesar Chávez Júnior, el "chico maravilla" del boxeo mexicano, a quien muchos consideran el baluarte del futuro en la divisiones intermedias, subirá este sábado al ring del Madison Square Garden neoyorquino para enfrentar lo que la promoción llama una "deuda de sangre" ante el hombre que venció a su legendario padre en la última pelea de su sagrada carrera.

Para empezar quiero dejar en claro que soy un admirador completo de lo que Chávez le aporto al boxeo mexicano e internacional. Asimismo, me declaro también un simpatizante absoluto de la carrera que ha emprendido su joven hijo por alcanzar la gloria. La confusión de la promoción, sin es que existe, no es culpa de Chávez Júnior. Él saldrá a hacer su trabajo y punto.

La "deuda de sangre" que anuncian los promotores no existe. En el papel parece una historia linda, con sed de venganza, identificada en la relación padre e hijo y apta que los productores hollywodenses y el mismismo Stallone, pero sobre el ring, la realidad es diferente.

Estuve aquella noche de septiembre del 2005 en la America West Arena de Phoenix, en lo que el libro de records marca como la última pelea del glorioso JC Chávez, pero todos lo que saben un poco de boxeo y todos los que no quisieron involucrarse en su difícil y falso proceso de retiro, sabían que la ultima pelea del llamado "César del boxeo mexicano" había ocurrido años antes, ahí mismo en Phoenix, cuando cayo de forma abrupta ante el ruso australiano Kostza Tszyu.

Grover Wiley no le ganó a Chávez en aquella velada del 17 de septiembre. Fue el mismo Julio el que llevo su carrera al extremo precario de no prepararse, de distraerse y hasta de intoxicar su cuerpo a una cuantas horas de subir al ring. El desenlace fue terrible para todos aquellos que lastimosamente tuvimos oportunidad de seguir aquella pelea.

Wiley no existía hasta aquella noche en Phoenix y no existe tampoco hoy, cuando finalmente, por una buena cantidad de dólares, se da el lujo de darle la revancha a Chávez a través de su hijo.

Desde que le "ganó" a Chávez aquella vez, Wiley ha sostenido tres peleas y ha perdido de forma categórica las tres ante rivales de muy poca monta: DU en 10 ante Said Qualli, TKO2 ante Julio César García y DU 10 ante Dmitry Salita.

Chávez Júnior le va a "tirar la cabeza" a Wiley el sábado en Nueva York y de acuerdo a los promotores habrá de vengar aquella derrota de su padre. No es así, la historia auténtica es otra, completamente distinta, pero está claro que el boxeo vive de vender expectativas. Aquí está otra de ellas.

Separando a su rival de este sábado, Chávez Júnior es, en efecto, la máxima carta que tiene el boxeo mexicano a futuro y de paso una de los grandes ases del boxeo internacional en divisiones intermedias. Su promotor, Fernando Beltrán, ha anunciado que después de presentarlo en el Madison Square Garden, el heredero de los Chávez peleara ante el veterano italo-canadiense Arturo Gatti, lo que marcara la primera gran prueba de su carrera profesional.

Lo de este sábado servirá como parte de un camino profesional a la espera de ese 10 de noviembre en Atlantic City, donde se espera, le enseñe la puerta del retiro a un histórico como Gatti.

"¿Deuda de sangre?". No, no lo creo. El legendario Chávez no requiere que nadie vengue en su nombre, ni siquiera su hijo, casi una copia al carbón suya en el ring, que derrocha inteligencia, alegría y frescura al boxeo de nuestro tiempo.