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El proteccionismo

MÉXICO -- Hernán Medford dice que tiene documentos para comprobarlo y Alexander Guimaraes aseguró que no se puede jugar ante la voluntad y los intereses de la organización del torneo. Y el problema es que los técnicos de Costa Rica y de Panamá no están demasiado lejos de la realidad.

El arbitraje del norteamericano Terry Vaughn en el México-Costa Rica y el del guatemalteco Carlos Batres en el México-Panamá fueron auténticas "obras de arte" de una Concacaf que apesta a intereses, consignas y favoritismos para los dos equipos más importantes en el era económica futbolística.

La "protección" para que México y Estados Unidos lleguen a la final de la Copa Oro es inobjetable. Es una cuestión mercadológica, totalmente económica, donde si no sucede todo de acuerdo al guión o al "script" de los organizadores, se descompone el torneo. Aquí hay órdenes de proteger, cuidar y guiar a México y Estados Unidos hasta la final de Chicago. Si alguna cosa extraña sucede, una baja de juego inusual en el favorito o una selección "chica" da la sorpresa, la implacable Concacaf se encargará del tema.

¿Sería lo mismo un domingo final de la Copa Oro con Estados Unidos ante Honduras, Costa Rica o Guadalupe? No, definitivamente, no. El fútbol es un negocio que arrastra grandes intereses de por medio. La parte romántica, la del aficionado que goza y sufre con su selección, queda muchas veces de lado para dar paso a esa "industria" futbolística que genera millones y millones al año.

Esa la única forma en que puedo entender el arbitraje del domingo y también el comportamiento de cierto sector del periodismo mexicano que tacha de "carniceros", "sucios" y "mal intencionados" a los jugadores costarricenses?

¿TIEMPO PARA HUGO?

Escucho ahora "voces" que piden más tiempo de acoplamiento para la selección mexicana. ¿Se referirán al mismo tiempo que pedía la selección de La Volpe para encontrar su nivel? ¿El mismo tiempo que Hugo no le dio a su antecesor?

Hay algunas o muchas incongruencias en el diagnóstico de la salud que rodea al tricolor mexicano. Por un lado, dicen que a este grupo de jugadores le falta acoplamiento, juego de conjunto, más minutos juntos, pero por el otro lado, se trata de un 90 o hasta 95 por ciento de los jugadores que fueron parte del último Mundial.

La otra incongruencia se refiere directamente el técnico nacional, quien ahora pide el tiempo de acoplamiento que él nunca le dio a su antecesor. Hay que ser caradura o tener poca vergüenza para comportarse de tal forma.

Lo único que le podemos pedir a Hugo es trabajo, es que la selección muestre un estilo, una forma y que él ponga su experiencia y capacidad -que imagino tiene- para poder conducir al equipo hasta los niveles que nunca ha alcanzado en la historia.

Es muy fácil perder el piso en cuanto a la selección mexicana. Además del tema de intereses económicos que rodean al equipo, también está el aspecto triunfalista que nunca escapa del mexicano. "¿De qué se quejan?", me decía un aficionado el domingo por la noche. "¿Cuántas técnicos han empezado su era con 7 triunfos en sus primeros 10 partidos y con el equipo en las semifinales de la Copa Oro?". Esa una forma muy sencilla y barata de ver la situación. Nuestra obligación es ir más allá y exigir a México que además de obtener resultados --ante rivales de poca monta-- debe jugar bien al fútbol.

¿Qué sucederá el día en que México tenga que enfrentar a rivales más desarrollados que Cuba, Honduras, Panamá, Costa Rica o Guadalupe? No falta mucho para que veamos esas catástrofes. Estados Unidos esta el domingo en Chicago y cuatro días después, en Venezuela, se asoma Brasil. ¿Estamos listos, Hugo?