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Un equipo, un mismo sueño

Es la 2ª medalla consecutiva para la pareja argentina Getty Images

QINGDAO -- Los argentinos Santiago Lange y Carlos Espínola, que lograron su segunda medalla de bronce en la clase Tornado tras el obtenido en Atenas 2004, forman un gran equipo, unido y perfectamente compenetrado y con un mismo sueño, el triunfo olímpico.

Santiago, el más veterano de los dos, nació en San Isidro el 22 de septiembre de 1961. Animado por su padre Enrique, olímpico en Helsinki'52, se inició pronto en el deporte de la vela, a los seis años, y desde temprano demostró tener una gran capacidad competitiva que le llevó pronto a las primeras competiciones internacionales.

Como todos los regatistas de alto nivel sus primeros pasos los dio abordo de un Optimist, clase en la que participó en el Campeonato del Mundo de Dinamarca en 1975.

Su inquietud como navegante le ha llevado a probar distintas clases de embarcaciones, tanto de vela ligera como de crucero, con las que siempre ha demostrado un gran espíritu de superación.

En sus primeros Juegos Olímpicos, los de Seúl'88 la clase elegida fue el Soling, con el que terminó noveno, puesto que repitió en la siguiente cita olímpica, Atlanta'96, aunque en esta fue el Laser la modalidad elegida.

Tras esa competición realizó un nuevo cambio de clase y se pasó al Tornado, con la que compitió en Sydney 2000 para finalizar décimo. Sin embargo, lo más importante de aquella experiencia no fue la competición, sino la alianza que surgió en tierras australianas entre este ingeniero naval por la Universidad de Southampton (GBR) y su compatriota Carlos Espínola, flamante medalla de plata en Mistral.

Espínola, conocido con el sobrenombre de Camau, nació en Corrientes el 5 de octubre de 1971. Sus primeros bordos los dio en el Club Náutico de La Totora y la modalidad fue el windsurf para pasarse pronto a la modalidad olímpica Mistral.

Con ella logró en 1991 la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de La Habana para, en los siguientes, disputados en Mar del Plata, colgarse la medalla de oro.

Estaba listo para su primera cita olímpica, Atlanta'96, y para cumplir con su sueño, alcanzar una medalla. En un campo de regatas complicado como pocos Camau se hizo con la medalla de plata, pero le quedó un sabor agridulce, pues el oro se le escapó por muy poco.

Durante el siguiente periodo olímpico Espínola intensificó su preparación y se hizo con el primer puesto del Campeonato de Europa disputado en Grecia. Su nuevo asalto a la medalla de oro se estaba fraguando.

Viajó pronto a Australia, donde se concentró meses antes de que Sydney 2000 se pusiera en marcha. Nada podía dejarse a la improvisación, el oro por fin debía ser suyo. Sin embargo, ni la suerte ni el dios Eolo estuvieron de su lado o, por lo menos como él esperaba, pues volvió a repetir plata.

Tras saberse subcampeón olímpico Carlos se abrazó a Santiago Lange y ese mismo momento sellaron su alianza para buscar juntos el oro que les había sido esquivo a ambos.

"Sentí -afirmó Camau- que se había cumplido una etapa aunque en la clase Mistral podía tener mejores resultados o logros, pero en mi vida necesitaba otros desafíos, como persona quería crecer y saber que estaba vivo. Con Santiago teníamos ese sueño olímpico".

Dicho y hecho. Santiago y Camau se pusieron manos a la obra y en su primera gran competición juntos, el mundial de Martha's Vineyard, en Estados Unidos, fueron quintos.

Pronto se dieron cuenta que, además de su preparación, necesitaban disponer de los materiales más avanzados para poder competir en igualdad de condiciones con los mejores del mundo. Su obsesión por disponer de lo último les llevó a probar constantemente cosas nuevas, desde velas a palos.

En el Campeonato del Mundo de clases olímpicas de Cádiz 2003 fueron terceros, mientras que en el siguiente, disputado en El Arenal, se hicieron con el título mundial. El asalto al oro estaba preparado.

No dejaron nada al azar en su preparación, ni técnica, ni física ni siquiera la mental quedó descuidada, pues contaron con profesor de yoga que les ayudara a fortalecer su mente. El resultado fue una medalla de bronce que les llenó de felicidad.

En el siguiente periodo preolímpico Lange, tras un merecido descanso, se decidió, como tantos otros, embarcarse en la Copa del América de Valencia. Lo hizo abordo del Victory sueco, en el que hizo labores de navegante.

Tras esta aventura volvieron al Tornado, aunque sin demasiada suerte en los dos mundiales que disputaron previos a la cita de Pekín.

Sin embargo, pusieron todo su empeño en volver a estar en lo más alto. La obligada reducción de peso para las condiciones de poco viento de Qingdao les llevó a realizar un estricto régimen, a la vez que se entrenaron exhaustivamente para sacar el máximo rendimiento a su Tornado cuando hay poca presión de viento. La medalla de bronce lograda da fe de que lo hicieron bien.