<
>

El ocaso del goleador

Jared no ha decidido si es momento de colgar la camiseta Mexsport

BRISTOL -- Algo muy extraño debe ocurrir dentro de un cerebro de alta competencia. Algo muy poderoso debe ser parte de la última batalla. Algo muy angustiante abruma las neuronas que deben tomar la decisión.

Jared Borgetti no es el primero y tampoco será el último de los grandes deportistas que no saben o no pueden tomar el camino correcto en la parte final de su carrera.

Luego de casi 15 años de trayectoria, más de 240 goles en el torneo domestico, una incursión internacional que le permitió ser el primer mexicano en la Liga Premiere de Inglaterra, el máximo anotador en la historia de las selecciones mexicanas no sabe como poner fin a sus gloriosos días sobre una cancha de fútbol.

Luego de su pobre actuación con el Monterrey en la ultima temporada, hay un preanuncio que le coloca ya en León de la división de ascenso y apenas el martes el técnico de los Tigres, Manolo Lapuente, le "ha abierto" las puertas del club.

Va a cumplir 36 años de edad en el próximo verano. Ha jugado dos Mundiales de Fútbol, su nombre se maneja junto al de las figuras más sagradas en la historia del fútbol mexicano, tiene una bonita y amorosa familia y ha cuidado cada centavo que se ha ganado con derecho en la cancha... ¿Por qué alargar una decisión que parece inevitable? ¿Por qué arrastrar el prestigio que con tanto esfuerzo se obtuvo en la cancha? ¿Por qué, Jared? ¿Por qué, Borgetti?

Tal parece que el problema no es tomar la decisión y bajar el telón de los días de jugador activo. El problema principal radica en qué hacer al día siguiente de que comienza un retiro. La carrera de un jugador de fútbol es relativamente corta y aunque deben estar listos para cuando llegue el momento final, salvo raras excepciones, la mayor parte sufre en ese período.

Es difícil para cualquiera de nosotros --que no competimos de manera profesional en las canchas-- entender lo que pasa por la mente de un hombre de 35 años que lo ha ganado todo en el fútbol y que sabe que ha llegado el momento de decir adiós.

Con todo el dolor que nos pueda provocar, los días del gran goleador, de las redes agitadas y de los suspiros prolongados en la tribuna, se han agotado.

Ni lo merece Jared Borgetti ni lo merece el fútbol mexicano.