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Discriminación

BRISTOL -- Los primeros brotes de discriminación llegan incluso antes de que el hecho se convierta en realidad, pero habría que considerar como una amenaza o como una bendición si el Daniel, El Hachita, Ladueña decide naturalizarse y jugar por la selección mexicana de futbol.

Las primeras reacciones del medio: "Un abuso"; "Una vergüenza"; "Ya basta"; "¿Otro más?"; "Qué acto de cinismo".

Pero yo me pregunto: ¿cuál es la diferencia entre Vuoso, Sinha, Leandro, Franco, Ayala y Ludueña? ¿Hay acaso límites para una selección? ¿Hay un reglamento interno que lo prohíba? ¿Hay mexicanos de primera, de segunda y de tercera? ¿Hay dos constituciones diferentes dependiendo de la clase de mexicano?

En caso de que ello exista me parece una violación artera y tortuosa a las leyes de un país. Si alguien accede a la nacionalidad mexicana --bajo la ley y amparado siempre en la ley-- tiene los mismos derechos como mexicano, entre ellos, jugar en la representación futbolística del país.

Daniel Ludueña, jugador argentino, de buenas condiciones, considerado uno de los mejores en su especialidad que ha llegado a México, fue muy claro: "Me encantaría ponerme la playera verde porque no cualquier jugador puede vestir una camiseta tan importante, como lo es la Selección de México, sería un orgullo para mí y la defendería a muerte".

¿Acaso dijo algo malo? No, ratificó que su deseo es ser mexicano y que en ese deseo --dado que él es futbolista-- le gustaría jugar en la selección de ese país. Yo no le veo ningún tipo de mala intención ni un deseo de aprovecharse de las leyes de un país para sacar ventaja, ni está pidiendo asilo político, ni está transgrediendo los principios básicos de una nación ni nada por el estilo.

Ya si llena las expectativas o si el técnico lo quiere llamar es otra historia.

Limitar el numero de naturalizados o predisponer una posible convocatoria sí que seria una práctica desleal, inmoral, racista y discriminatoria.