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De camino a Cooperstown

Sólo el tiempo dirá qué rostros terminarán colgados en estas paredes Getty Images

Cuando Manny Ramírez fue atrapado utilizando una sustancia prohibida, los puristas del béisbol insistieron en que el pelotero había quedado descalificado de la consideración para el Salón de la Fama. La lógica es simple: la Regla 5 del Salón dice que la elección debe estar basada en el "récord, la habilidad, integridad, caballerosidad, carácter y contribución a los equipos en el que jugó" cada pelotero. Dado que Manny no cumple con la cláusula de integridad, debe ser castigado -- excluido.

Pero yo no creo en eso. Investigando para mi libro, Cooperstown Confidential, encontré que el Salón, como cualquier santuario, está lleno de secretos. Y este es el secreto peor guardado de todos: no todos los inmortales fueron caballeros.

Algunos sin dudas lo fueron. ¿Pero … qué hay de Tris Speaker y Rogers Hornsby, quienes pertenecían al Klan? Probablemente no lo eran. ¿Y qué me dicen de Hank Greenberg y Joe DiMaggio, quienes tenían serias conexiones con la mafia? Ty Cobb se jactaba de haber cometido un asesinato y fue sospechoso por arreglar al menos un partido. Grover Cleveland Alexander lanzó borracho cuando el alcohol era una sustancia federalmente prohibida. Y la lista sigue.

Y esas son simplemente las transgresiones extra deportivas. En otra era, los peloteros utilizaban cualquier sustancia que podía darles una ventaja. En 1889, el lanzador Pud Galvin tomó testosterona de mono. Mickey Mantle se perdió la carrera por el banderín en 1961 por una infección que contrajo luego que le inyectaran un cóctel de esteroides y anfetaminas. Sandy Koufax tomaba tantos esteroides no anabólicos para calmar los dolores en el brazo que a veces jugaba "medio volado". Incluso Hank Aaron admitió haber tomado anfetaminas una vez durante un partido. Todos ellos están en Cooperstown -- y las paredes no se han derrumbado.

Obviamente, los miembros de la Asociación de Escritores de Béisbol de Estados Unidos, quienes deciden los ingresos, dejaron pasar estas (y otras) indiscreciones incluso antes de darles la bienvenida en el Salón. Recuerde, se necesitó un jugador, José Canseco, para hacer correr la bola del consumo de esteroides. Ahora, sin embargo, los escritores han encontrado su religión. Con el celo de un nuevo converso, votaron por un margen de 3 a 1 dejar afuera a Mark McGwire del Salón, y amenazan con hacer lo mismo con quienes hayan "contaminado" el juego con ayuda química.

No podrían estar más equivocados. Los jugadores son el reflejo de su era. Hoy, los estudiantes de posgrado toman Ritalin y los abogados toman antidepresivos antes de ingresar a la corte. ¿En el fondo, no son estas sustancias para mejorar el rendimiento? ¿Por qué los beisbolistas deberían tener una regla diferente? No deberían, y el béisbol necesita aceptar eso. Las sustancias que mejoran el rendimiento son ahora una pieza tan habitual del juego como innovaciones tan impensables como los juegos nocturnos, la integración racial y la agencia libre.

El Salón de la Fama siempre ha sido una institución pasiva y cómplice. Ahora tienen la oportunidad de hacer historia en lugar de simplemente registrarla. Pero eso requerirá honestidad y transparencia. Un buen comienzo sería juzgar a los peloteros según sus contemporáneos; sólo por lo que hacen en el diamante. En 1998, por ejemplo, McGwire enfrentó los mismos lanzadores que todo el resto de la liga e igualmente bateó más jonrones que nadie. Ahora sabemos que otros bateadores también consumían. Al igual que muchos lanzadores. Comparar estos números con los de Babe Ruth tiene el mismo sentido que comparar a Ruth con Home Run Baker's. Eras diferentes, estadísticas diferentes.

El Salón no puede excluir a dos generaciones de súper estrellas. Y si a los escritores no les gusta, necesitan recordar que funcionan como el colegio electoral de Cooperstown y están bajo las órdenes de los controladores del Salón -- una organización sin fines de lucro que no pertenece a la MLB -- y pueden ser reemplazados. Hay muchísimos votantes potenciales esperando su chance: ex jugadores de Grandes Ligas y ligas menores, entrenadores colegiales, periodistas de revistas, televisión y radio, miembros de SABR, participantes de juegos de fantasía y bloggeros serios. Dichos electores serían más jóvenes y menos monocromáticos que los actuales miembros de la BBWAA, con menor tendencia a mantener la hipocresía que estos escritores han perpetuado por años. ¿Cómo luciría el Salón de la Fama? Exactamente igual al viejo. El museo de Cooperstown incluiría un capítulo sobre esteroides como parte de la narrativa del béisbol, al igual que incluye capítulos sobre las Ligas Negras y la evolución del equipo disponible para jugar el deporte.

Y en la galería, Manny y Bonds, A-Rod y Clemens colgarían junto a los grandes de otras eras, en el lugar donde merecen estar. Se ganaron su lugar a la antigua -- haciendo lo necesario para tener una ventaja sobre sus pares.

Zev Chafets es el autor de Cooperstown Confidential: Heroes, Rogues and the Inside Story of the Baseball Hall of Fame (Bloomsbury USA), que estará disponible para la venta en julio.