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El secreto del éxito

Pellegrini y dos de sus nuevas estrellas en el Real Madrid: Cristiano Ronaldo y Benzema Getty Images

BUENOS AIRES -- Con el comienzo de la Liga de España este sábado, se habrán puesto en marcha todas las competencias de primer nivel en el fútbol europeo. Y más allá de saber cómo se reforzó cada uno de los equipos o qué rivales tendrá en esta temporada, es interesante conocer qué hicieron en este tiempo para ponerse a punto y llegar en su mejor nivel al puntapié inicial.

Para entender cómo se prepara un equipo europeo, lo más importante es entender cuánto hay de distinto con lo que vemos en el fútbol de nuestro continente. Y la clave pasa por la planificación, tanto del trabajo como del descanso.

Hay un hecho que marca claras diferencias entre el fútbol del Viejo Continente y el de toda América: allá, cuando termina una temporada, los jugadores tienen un mes completo de vacaciones. Eso les permite recuperarse como es debido y afrontar un nuevo año con energías renovadas.

Llegar descansados es clave para el primer desafío que marca el calendario: la pretemporada. Los equipos europeos saben que es el momento de "hacer base" para luego poder afrontar un año bien exigente. Recuerden que, durante el año futbolístico (agosto a fines de mayo), serán pocas las pausas. Apenas un receso invernal que coincide con las Fiestas, y a veces, como en el caso de Inglaterra, ni siquiera eso.

La etapa de acondicionamiento físico es sin duda la más importante, pero también la puesta a punto futbolística se planifica hasta el más mínimo detalle. Los primeros partidos son contra rivales claramente inferiores: equipos que están varias categorías por debajo o incluso juveniles, que simplemente cumplen el rol de partenaire.

Qué diferencia con lo que se ve en nuestro medio, ¿no? En Argentina al menos, es imposible pensar en contar con tanto tiempo para trabajar. Y además, uno comienza demasiado temprano a enfrentar a rivales de su mismo nivel, ¡a veces incluso en la misma semana en la que comenzó la pretemporada!

Eso, obviamente, implica riesgos físicos mucho mayores. Me pasó en mi primer ciclo en Boca, donde en un torneo de verano se lesionó Chicho Serna y no pude contar con él para la Copa Libertadores 2000. En otro momento perdí al Patrón Bermúdez en uno de esos amistosos, y lo que hice muchas veces fue probar a muchos jugadores de corta edad que recién se sumaban al plantel, para así minimizar los riesgos y de paso foguear a los más nuevos.

Las diferencias no terminan ahí: por el contrario, cuanto más uno busca, más se agrandan. En Europa, es mucho más sencillo planear una temporada entera, ya que antes de empezar uno sabe al detalle con quién va a jugar y en qué día lo va a hacer. Aquí, cuesta conocer la fecha de inicio de un torneo...

Claro que además es más fácil hacer todo cuando sobran los recursos. Por empezar, los grandes allá cuentan con planteles profundos. Es común que los mejores equipos de cada liga tengan prácticamente dos planteles de primer nivel, con jugadores de selección, lo que les permite afrontar todos sus compromisos sin llevar a sus estrellas al límite del esfuerzo.

Por supuesto que para eso se necesita poderío económico. Allí se sabe que el título no va a salir de los cuatro o cinco clubes más fuertes, y más en un torneo largo, de 38 fechas. En mis últimas dos experiencias en Europa, me tocó estar en dos clubes del pelotón que viene inmediatamente detrás de los dos ó tres candidatos favoritos que tiene cada país.

En Atlético Madrid y Roma, uno sabe que vivirá en constante equilibrio: salvo alguna rara excepción, sólo podrá gastar lo justo y necesario, pero a la vez tiene que aprovechar el dinero al máximo para armar un equipo competitivo. Todavía recuerdo lo que me costó convencer al presidente de Roma de gastar 1.5 millones de dólares para traer a Candela, luego campeón mundial con Francia.

Pero con presupuesto acotado y todo, uno tiene que salir a buscar la mejor colocación posible en la tabla, con el acceso a la Champions como gran objetivo, pero sabiendo que al hincha rara vez lo conforma algo menor a salir campeón.

Una vez que comenzó la temporada, ¿cómo sigue el año? De a poco, el trabajo físico le va dejando lugar al futbolístico. Es más, en tren de comparar, es bueno también desmitificar una cuestión: en Europa NO se trabaja más que en Sudamérica. Por el contrario, las jornadas son más cortas y la práctica del doble turno, bastante común aquí, allá sería considerado prácticamente un instrumento de tortura.

Alguna vez, en el Atlético Madrid, tuve una sesión de entrenamiento que duró dos horas y media. Un diario tituló, al otro día, "Palizazo". En la conferencia de prensa siguiente le pregunté a los periodistas españoles, ya que para ellos eso era una paliza, qué pensaban de los inmigrantes sudamericanos que trabajaban 12 horas seguidas construyendo sus autopistas. Es el día de hoy que sigo esperando una respuesta...

Sin embargo, menos trabajo no significa peor preparación. Por el contrario, el tiempo le rinde más a un jugador de un club europeo, porque todo el contexto le hace más sencillo enfocarse en el fútbol y en nada más. Con la tranquilidad de saber que va a cobrar puntualmente, de que va a tener todo lo que necesite para hacer su trabajo y seguido de cerca por un plantel de expertos, es más sencillo para cualquier deportista explotar al máximo su potencial.

Comparen eso con un ejemplo muy cercano: Huracán consiguió un muy meritorio subcampeonato a pesar de los sueldos atrasados, penurias de todo tipo y los elementos justos para trabajar. Lo de Huracán es digno de destacar, porque el cuerpo técnico y sus jugadores hicieron un torneo muy bueno, pero no es para copiar.

En defensa del fútbol argentino, es necesario decir que es mucho más complicado contar con los recursos necesarios cuando hay tantos clubes en tan pocos kilómetros cuadrados. La enorme mayoría de los equipos de Primera está en Buenos aires y alrededores. En Europa, cada gran ciudad está alineada detrás de un equipo, como máximo dos, y entonces todo el apoyo (incluyendo el económico) se vuelca en una sola dirección.

Lo bueno es que aquí se aprende a hacer más con menos. Uno tiene que arreglarse con lo que hay, sacar el máximo de lo que se posee y salir adelante. El ser humano, ese eterno disconforme, debería mirar siempre al que no tiene para evitar quejarse innecesariamente.

En el fondo, como digo siempre, en el fútbol son siempre 11 contra 11 y, a la hora en que empieza a rodar la pelota, todos empiezan con las mismas chances.

Felicidades.