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El tiro de gracia

BUENOS AIRES -- De no creer. San Fernando sale de Guatemala para meterse de lleno, bien de lleno, en guatepeor.

Cuando las discusiones entre los jugadores y la dirigencia parecían ir encaminándose hacia la vereda del sol luego de la asunción de la nueva presidente -el pope saliente fue Osvaldo Rapagna, que ahora está como vocero-, la desgracia volvió a pegarle un cachetazo al ya golpeado club de la Barranca.

Esta vez no se trató de algo relacionado con el plantel, con los escritorios o con el juego. Ojalá estuviéramos hablando de un asunto ligado a esos temas. Pero no. Ahora lo que ocurrió es bastante más grave; se trató de un cáncer que está enquistado en la sociedad argentina desde hace un tiempo largo, larguísimo, casi eterno.

Pintemos el cuadro de situación. Sábado, dos y media de la mañana, en Perú Beach, un bar ubicado en el Bajo Acasusso, más precisamente en la calle El Cano y la Barranca de Perú.

Hasta ahí llegaron varios jugadores de San Fernando, luego de haber perdido por 34-31 ante Belgrano, por la 10º fecha del Torneo de la URBA. Hasta acá, todo bien. La idea era distenderse, pasarla bien y rodearse de amigos. Pero la suerte, la mala suerte, tenía otro plan para los rugbiers. ¿Cuál? Que lo explique Juan Patricio Glitz, tercera línea de Sanfer y uno de los principales damnificados. "No sé bien cómo empezó todo, porque yo estaba en la puerta decidiendo si entraba o no. Pero mientras que pensaba qué hacer, noté que varios de mis amigos discutían con los cuidacoches. Me acerqué a ver qué ocurría y, ahí nomás, se armó una pelea que terminó a los tiros, y con Sebastián Abadie y yo heridos de bala". ¡Epa!

-¿Y cómo estás vos?
-Bien, por suerte bien. Bah, uno ahora tiene que decir "por suerte" cuando no lo matan, ¿no? A mí la bala me pegó en la mano, en el dedo, y a Sebas, que recibió dos, una le dio en el gemelo y la otra le quedó alojada en la rótula.

-¿Sebas cómo está?
-Los dos estamos bien, no corremos peligro. Nos operamos este martes; yo paso por el quirófano del Sanatoria La Florida -allí se encuentra internado desde el viernes pasado el medio scrum Guillermo Spikermann debido a una extraña infección en el dedo meñique-

-¿Por qué se originó la pelea?
-Porque los cuidacoches querían cobrar como diez o 15 mangos. Los chicos les dijeron que se lo pagaban a la vuelta, porque siempre cuando les das la plata antes, terminan desapareciendo a los cinco minutos. Y bueno, puteada va, puteada viene, comenzó la pelea.

-¿Y el momento de los tiros? ¿Te acordás de algo?
-Uno de los trapitos se fue para atrás, empezó a gritar, sacó una 22 y tiró como ocho tiros. Por suerte, yo que estaba de espaldas, me avivé de que se venía una jodida y, ni bien escuché los gritos, me di vuelta y empecé a correr. Quizás si me quedaba de espaldas me la pegaban ahí y ahora no estaría hablando con vos.

-¿Corriste y...?
-Y me tiré atrás de un auto; ahí fue cuando me di cuenta de que me habían dado en una mano, más precisamente en un dedo.

-¿La Policía?
-Vino al toque; siempre hay un patrullero en esa esquina. Es más, hay una comisaría ahí, a una cuadra y media. Después me enteré que estos chicos, que fueron detenidos, salieron libres por menores de edad, aunque para mí sólo uno de ellos tenía menos de 18 años...

Tanto Glitz como otros jugadores de San Fernando destacaron la predisposición del ex CASI Patricio Fuselli -tiene la concesión de Perú Beach-. Según los players, el Colo llamó a medio mundo y se puso a disposición en todo momento. "Se portó como un verdadero grande. El no tenía nada que ver porque esto sucedió en la vía pública, pero igual se puso la pilas y nos ayudó muchísimo. Perú es un lugar re tranquilo, al cual vamos siempre porque hay muy buena onda y siempre la pasamos bien. Pero se ve que ya no se puede salir a ningún lado", le explicó Ramiro Dobal, referente del plantel de la Barranca, a Scrum.com.

Y tiene razón Rama. Tanto él como Poty y Ronco fueron los protagonistas principales de la inseguridad con la que, a pasos agigantados, ya nos vamos familiarizando. Esta vez fue una desgracia con suerte, aunque a decir verdad... la cruda realidad es que de suertudos no tuvieron nada. No debería haber sucedido y punto.