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Ultratalentoso pero inmaduro

MIAMI -- Horas antes del comienzo programado del ultimo partido de la Liga Dominicana en Santo Domingo en enero, Hanley Ramirez -- acompañado de varios miembros de su séquito -- salió de la banca en el Estadio Quisqueya y se dirigió a la jaula de bateo que estaba plantada en el jardín. El estadio estaba practicamente vacío salvo por unos pocos trabajadores que estaban limpiando las gradas. Uno de esos empleados comenzó a gritarle a Ramírez.

"Oye Hanley, ¿Te acuerdas de mí?", le dijo el hombre vestido con un mameluco.

Ramírez, vistiendo pantalones de correr de diseñador, una camisa blanca y un par de zapatos nuevos, comenzó a batear en la jaula e hizo caso omiso al hombre.

"Hanley, solíamos hablar cuando eras muy pequeño", gritó el hombre.

Ramírez se hizo famoso originalmente en el Estadio Quisqueya como estrella de los Tigres del Licey de la Liga invernal dominicana. Fue un regular del Licey hasta que firmó una extensión de contrato de seis años y 70 millones con los Marlins de Florida el año pasado. Ahora dice que los Marlins le impiden jugar aquí, por lo que simplemente entrena en el estadio.

El veterano vestido con el mameluco pasó los siguientes 20 minutos tratando de llamar la atención de Ramírez, pero éste ni siquiera pestañeó. Recién cuando terminó su práctica de batéo Ramírez camino hacia donde estaba aquel hombre. Y luego de un rápido saludo, Ramírez regresó al vestidor y no volvió a ser visto.

Aquí está la dicotomía sobre Ramírez: un jugador con hábitos de trabajo admirables, aunque con una actitud poco agradable. Ramírez como persona puede ser soberbio y distante, pero como jugador es tremendamente dinámico e imposible de despreciar.

Todo sobre Ramírez, de 25, es grande: su juego y su actitud. Esta temporada, se peleó con compañeros que dudaban de la validez de su lesión, discutió con la gerencia sobre la política de cabello del equipo y desacreditó a los reporteros por algunas críticas -- algo que podría volver loco a los fanáticos, y ni hablar de los ejecutivos.

Sin embargo, puede que sea el jugador más completo de la liga, con una combinación de poder, velocidad y capacidad de bateo, cosas que no podría haber perfeccionado sin una tremenda ética de trabajo. Los compañeros y entrenadores todavía lo consideran un niño --muy querido, pero por momentos caprichoso. Pero mientras concluye su temporada más productiva -- de calibre de JMV -- y va camino hacia su quinta temporada completa en las Grandes Ligas, Ramírez tiene casi el status de un veterano.

Ahora, no hay dudas que Ramírez tiene el talento para impulsar a los Marlins, pero la gran pregunta pasa por saber si podrá liderarlos. ¿Puede ser la presencia en el vestidor que convierta a los Marlins --un talentoso grupo de jóvenes -- en un contendor al título o sólo una mera súper estrella más preocupada por logros individuales?

"Va a tener que asumir ese rol de líder, quiera o no", dijo el ex JMV de la Liga Nacional, Andre Dawson, asistente especial de los Marlins. "Ese rol de líder es algo que recae sobre los jugadores de élite. Ahora, resta por verse si podrá asumir ese rol y hacer lo que tiene que hacer con él".

En el penúltimo fin de semana de la temporada, Ramírez está sentado frente a su vestidor en el Land Shark Stadium momentos antes de un juego reciente ante los Mets de Nueva York. Durante una corta entrevista -- sus representantes prometieron al menos 20 minutos, pero Ramírez se puso impaciente después de sólo ocho minutos y terminó la entrevista diciendo,
"¿Terminaste no?"-- Ramírez dijo que se siente incómodo con el rol de líder.

"No soy una persona demasiado expresiva, por eso cuando lidero es más con el ejemplo", dijo Ramírez.

Sería inteligente que los Marlins más jóvenes imiten los hábitos de práctica de Ramírez.

Cuando el manager Fredi González le dijo al final de la temporada pasada que pasaría del primer al tercer lugar en la alineación, Ramírez rápidamente comenzó a formular una estrategia.

Durante el receso, Ramírez subió alrededor de 20 libras de músculo para asegurarse resistir sin tanto desgaste hasta el final del año, como le ocurrió en 2008. Con ejercicios de agilidad y levantamiento de pesas, Ramírez pasó de ser un infielder veloz a un campo corto poderoso, productor de carreras, con el cuerpo de un profundo de la NFL. Sin embargo, los músculos extra no fueron suficientes.

"Tuve que cambiar mi enfoque", dijo Ramírez.

Para lograrlo, Ramírez conversó con varios jugadores, incluído Albert Pujols, sobre cómo batear en el tercer lugar. Aunque no reveló detalles de las conversaciones con Pujols -- "Simplemente hablamos de cosas que los jugadores de béisbol hablamos" -- Ramírez le dio crédito al toletero por ayudarlo a hacer la transición.

Ramírez ha adoptado una actitud más agresiva en el plato. Ya no camina tanto como el año pasado (recibió 92 pasaportes en 2008 contra los 61 esta temporada) y la cantidad de jonrones se ha reducido (de 33 a 24), pero el porcentaje de slugging de Ramírez se mantiene en .542, un poco más alto que el año pasado.

Su promedio líder en la Liga Nacional de .341 es ciertamente producto de la cantidad de bolas que pone en juego (su BABIP histórico es de .355), por lo que hay que decir que ha tenido algo de suerte. Pero esa musculatura extra lo ha ayudado a convertirse en un bateador más completo, capaz de poner la bola en los huecos. Su caída en bases robadas (35 contra 26 este año), es simplemente el resultado de su nueva ubicación en la orden.

"No voy a volver a robar bases como robaba antes", dijo Ramírez. "Mi cuerpo ha cambiado y además se que si me lastimo corriendo, realmente afecto a mi equipo".

Ramírez no ve videos -- algo por lo que ha sido criticado en Miami -- pero estudia a los lanzadores desde la banca. Luego de cada turno al bate, el infielder reserva Andy González dice acercarse a Ramírez para escuchar su consejo.

"Si ve algo mal con tu swing o tu actitud, te aconseja", dijo González. "A veces me dice que lanzamiento debo esperar".

Ramírez lo tomó personal cuando hubo gente que sugirió que debió cambiar de posición tras cometer 26 errores en 2006 -- aunque los Marlins nunca consideraron un cambio de posición para Ramírez, según el entrenador del infield, Andy Fox.

Previamente esta primavera, Ramírez trabajó con Fox sobre atacar la bola. En general, Fox creía, Ramírez se recostaba demasiado y permitía que malos botes se lo comieran. Luego de varias horas de práctica, Ramírez aprendió a cargar sobre las bolas antes de que pudiesen dar un mal bote.

La experiencia también le ha enseñado a Ramírez donde posicionarse en el campo ante cada bateador en particular. Además, su madurez como bateador lo ha ayudado en defensa.

"A veces, cuando tiene problemas en el campo, los arrastra al campo", dijo el infielder de los Marlins, Emilio Bonifacio, compañero también de Ramírez en el Licey. "Ahora creo que es capaz de separar ofensiva y defensiva".

Tras cometer 22 errores la temporada pasada, Ramírez ha cometido solo 10 este año, cuarta menor cantidad entre los campo cortos detrás de Jimmy Rollins (seis), J.J. Hardy (ocho) y Troy Tulowitzki (nueve). Su rating de zona final fue un terrible --19.2 en 2007. Este año, es un respetable 0.7. (Jack Wilson lidera a los torpederos con un UZR de 14.2)

"Creo que nadie esperaba ese tipo de mejora", dijo Fox, "pero lo logró porque tiene mucho orgullo".

Más allá de toda esta actitud, todavía hay cierta inocencia en Ramírez, un dulce sentido del humor que suele mostrar con sus compañeros, y cariño para sus dos hijos cada vez que lo acompañan al estadio. Puede que su actitud difícil sea un personaje machista, para aparecer más duro de lo que realmente es. En realidad, Ramírez es increíblemente sensible.

"Es un muchacho que no toma bien las críticas, aunque sean constructivas", dijo Dawson.

Todos los incidentes inmaduros de Ramírez han ocurrido cuando alguien tocó su ego.

Andre Dawson [Hanley] es un muchacho que no toma bien las críticas, aunque sean constructivas.

-- Andre Dawson, asistente especial de los Marlins


En la primavera, los Marlins instituyeron una política de pelo corto, la cual claramente afectó a Ramírez, quien solía usar rastas. Un día durante la primavera, Ramírez, en protesta, vistió una camiseta que decía, "Estoy harto de esta m...".

En septiembre, Ramírez se encabronó cuando fue golpeado por un lanzamiento en un partido contra los Azulejos de Toronto y nadie de los Marlins respondió. Ramírez le dijo al South Florida Sun-Sentinel que los Marlins tenían la "obligación" de responder.

La discusión más famosa fue la que tuvieron Ramírez y el segunda base Dan Uggla, luego que Ramírez -- quien tenía un tirón en el aductor -- se retirara de un juego contra los Bravos a comienzos de septiembre cuando los Marlins estaban en medio de la carrera por el comodín. Los dos se gritaron duramente frente a los reporteros.

El infielder Wes Helms dijo que ha tratado de aconsejar a Ramírez sobre cómo comportarse.

"Puede que yo sea un veterano, pero si lideras, todos te seguirán", le dijo Helms a Ramírez.

Pero obviamente esas lecciones no siempre han sido tan amenas. Previamente este año, Yahoo! Sports reportó que Helms y Ramírez habían tenido un altercado verbal.

"Los líderes a veces deben atravesar ciertas cosas", dijo González. "Se ven cualidades de líder (en Hanley) más a menudo que el año pasado y mucho más a menudo que hace dos temporadas. Está mejorando".

Cuando le pregunté que lecciones había aprendido de estos incidentes, Ramírez replicó abruptamente, "Aprendí que necesitaba cortarme el pelo".

Dawson dijo que ha intentado recordarle a Ramírez que el béisbol puede volverte humilde. Imaginen, Dawson pensaba, qué sucedería si Ramírez jugase en una gran ciudad donde algunas de sus trangresiones se hubieran hecho mucho más públicas. ¿Cómo lo hubiese manejado?
Ramírez ya se niega a hablar con reporteros locales que han escrito sobre sus problemas en el vestidor. Sin embargo, como el resto de los Marlins, Dawson no puede evitar querer a Ramírez.

Dado que Dawson tiene un rol en la gerencia con los Marlins, sólo aparece dentro de la cancha de forma esporádica. El sábado pasado, Dawson caminó hacia el campo en el Land Shark Stadium mientras Ramírez realizaba su práctica de batéo. Luego que Ramírez terminara la sesión, Dawson lo llamó. Casi inmediatamente, Ramírez se aceró a Dawson, quien entonces lo agarró y le dio un gran abrazo. Con una sonrisa infantil, Ramírez dejó escapar una gran carcajada. Pronto, incluso Dawson empezó a reirse también.