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Al que quiere Celeste...

El desahogo del equipo argentino en el final AP

BUENOS AIRES -- En ese instante, enmudeció prácticamente un estadio completo. En ese fatídico minuto 89, Perú acababa de empatar en el mismísimo Monumental. A la Argentina se le venía el mundo abajo y no precisamente por el diluvio universal que se sufría. Volvían los fantasmas y el temor de ver el Mundial por TV. Pero todavía faltaba algo.

Hay una gran historia dentro de la historia principal. Es la que protagonizó Martín Palermo con su gol agónico del triunfo. Pero ese nuevo capítulo de su vida cinemátográfica forma parte de una nota anexa que se encuentra más abajo. En las siguientes líneas vamos a hablar de un partido para el recuerdo, que Argentina le ganó 2-1 a Perú.

¿Qué estarán pensando ahora los que decían que Perú era un trámite? Los que daban por descontada la victoria y estaban más pendientes de Ecuador-Uruguay, de cara al duelo del miércoles en Montevideo. Al que quiere Celeste, que le cueste. Y cómo...

En el Monumental hubo de todo: dramatismo, polémicas, incertidumbre, descontento y éxtasis por un desenlace inesperado y feliz para Argentina. Son esas cosas que hacen del fútbol el deporte más hermoso del mundo, aunque muchos piensen lo contrario.

De la emoción inicial, por el himno entonado por la recientemente fallecida y ya inolvidable Mercedes Sosa, pasando por el aliento que se transformó en silencio y terminó en reproche por un equipo de Maradona que no contagia dentro de la cancha.

Un primer tiempo con monólogo de Argentina, al que le costó entrarle al bien parado Perú. Lo más interesante surgió de los pies de Di María, punzante por la izquierda y con desborde permanente. Higuaín tuvo las dos más claras, pero primero remató incómodo y luego con pifia para que Butron ataje en dos tiempos.

Párrafo aparte para Messi. El 10 de octubre no apareció el 10 del Diez. Destellos de su zurda endiablada, sobre todo al encarar de derecha al medio como en Barcelona. Pero poquito para lo que se espera del próximo Balón de Oro.

Los silbidos del entretiempo marcan la pauta. La visita no le había visto la cara a Romero y aún así la Albiceleste no ganaba. Pero entraba Palermo y el ambiente se transformaba.

Sin embargo, a los 46 segundos del complemento, Vargas conectó de volea un corner de la derecha y Romero alcanzó a arañar la pelota que impactó en el travesaño. No había que dormirse. Y a los 2 minutos, Messi tocó al medio, Aimar encontró un resquicio para la diagonal de Higuaín y el punta de Real Madrid, en su debut oficial en la Mayor, definió cruzado para abrir el marcador. El gol que antecedía la tormenta, en todas sus variantes.

Lo que tenía que convertirse en empuje fue todo lo contrario. Llamativamente, Argentina se quedó. Y Perú creció. A los 12, Ramírez asistió a Fano quien se topó mano a mano con Romero, en el rebote un remate pegó en la mano de Emiliano Insúa, pero el boliviano Ortube interpretó que el lateral izquierdo no tuvo intención. Correcto, pero tranquilamente pudo haberse cobrado penal, porque se cortó una opción manifiesta de gol.

Minuto 13, comienza a llover. Y el "Sí se puede, sí se puede" peruano era cada vez más posible. Palacios entró por Solano y en su primera intervención, Chorri tocó a la derecha con Ramírez, quien mandó un centro al corazón del área que Schiavi, defectuosamente, casi convierte en gol en contra.

Para muestra, sobra un botón: adentro Demichelis, tras dos meses de inactividad, afuera Higuaín. Jonás Gutiérrez al medio, pero la clara intención de cuidar el triunfo parcial.

La pelota seguía siendo patrimonio de Perú. En las tribunas, la misma ciclotimia que mostraban los jugadores locales. De los gritos a favor de Diego, a la silbatina por el toque para atrás y los insultos por un resultado demasiado corto.

Llovía y llovía. Muchos se preocupaban más por resguardarse del agua que por el partido. Y los astutos vendedores por hacerse el mes con los pilotines. Caían baldazos. El de agua helada lo tiró el ingresado Rengifo, a los 44, tras conectar de cabeza un centro. En el inicio de la jugada, el capitán Mascherano tiró un taco inexplicable dentro del área y luego habilitó al goleador. Parecía el final. Sudáfrica quedaba aún más lejos.

Hasta que en el 3º minuto de descuento, Insúa ejecutó un corner pasado desde la derecha, Di María la volvió a tirar al área, Pocho recibió y lanzó un buscapié que, tras una serie de rebotes, encontró solo a Palermo. Tan solo que parece en offside.

Locura generalizada. Adentro, felicitaciones para el Titán y uno, dos, mil avioncitos de Maradona en el césped. Afuera, abrazos entre desconocidos con tal de celebrar. Ya no importaba la lluvia. El gol del delantero de Boca provocó el delirio. Y el tiro de Vargas al sacar del medio, que pegó en el travesaño, casi un suicidio masivo.

Fue victoria, apretada, sufrida, histórica. Ahora Argentina depende de sí mismo para viajar a Sudáfrica. Llega en zona de clasificación directa a Montevideo. Pero al que quiere Celeste...