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Detrás del jogo bonito

El 22 de abril se produjo una revuelta en la favela carioca Pavão-Pavãozinho, en el barrio de Copacabana, cuando los vecinos reaccionaron con violencia por la muerte de un joven bailarín, luego de un operativo policial.

En los enfrentamientos que irradiaron el caos a toda la zona, acaso la más turística de Río, murió de un tiro en la cabeza otra persona, víctima también del accionar de la policía.

Los enfrentamientos de la población de los morros con la policía no es una novedad. Sólo que a poco del comienzo del Mundial, la crónica se expande con otro acento.

Ahora inspira mayor preocupación, pero no por un renovado sentimiento hacia la abismal desigualdad que aqueja a la sociedad brasileña –aun luego de varios años de gestión exitosa de un gobierno progresista y con vocación inclusiva–, sino porque se teme que la gran fiesta del fútbol no sea todo lo aterciopelada que la FIFA requiere.

Se dice que la violencia en las favelas -donde, en medio de la pobreza extrema, también se afinca la tropa del narcotráfico- ha cedido en los últimos años gracias al concurso de la Unidad de Policía Pacificadora.

No obstante, las estadísticas difundidas por el Instituto de Seguridad Pública de Río de Janeiro hablan de unas 500 muertes violentas por mes en todo el estado. Se supone que nacionalizar esta cifra arrojaría números todavía más alarmantes.

De todos modos, las autoridades policiales brasileñas confían en que su experiencia en eventos multitudinarios (citan el carnaval, la visita del Papa y la Copa de las Confederaciones) les permitirá evitar desbordes durante la competencia.

Para tal fin deberán, en primer lugar, disciplinar su propia fuerza, que no sólo por abusos represivos crea temor, sino también por sus procedimientos extorsivos hacia el poder político.

Sigue fresco y latente el acuartelamiento de la policía militar del estado de Bahía en reclamo de un aumento salarial, lo que promovió una virtual zona liberada con un resultado de 39 muertos y un aluvión de saqueos. En Bahía, donde fueron enviadas tropa federales, se disputarán seis partidos de la Copa del Mundo.

También tuvieron una importante cobertura internacional las marchas de protesta que nuclearon a millones de brasileños a lo largo del territorio y que comenzaron el año pasado en San Pablo, impulsadas por el Movimiento por el Pase Libre en oposición a una escalada en la tarifa del transporte público.

Muy pronto, la consigna inicial fue superada y las manifestaciones canalizaron cierto descontento social acerca de distintos tópicos y adquirieron un fuerte tono anti Mundial. Los disconformes planteaban que la enorme millonada invertida en la organización del torneo debería haberse destinado a salud y educación.

En este sentido, los Comités Populares de la Copa han formulado graves denuncias sobre los perjuicios que, según dicen, ocasionará la organización del Mundial según el modelo de negocios de la FIFA. Y mencionan desde desalojos hasta daños ambientales y pérdidas de empleos informales.

De acuerdo con el balance oficial publicado a fines del año pasado, la inversión en el Mundial llegaba a 11 mil millones de dólares. Por supuesto, las matemáticas ariscas que manejan los opositores a la Copa le suman unos cuantos millones a los números oficiales.

Tanto en la construcción y refacción de estadios cuanto en la infraestructura de aeropuertos, Brasil debió escuchar las quejas insistentes de la FIFA por el atraso en las obras. De hecho, en tres de las doce canchas (San Pablo, sede de la jornada inaugural, Curitiba y Cuiabá) se concluirán los trabajos a horas de que comience a rodar la pelota.

Con tanta agitación, las encuestas indican que el país del fútbol no avala mayoritariamente la organización del Mundial. Según Datafolha, el último sondeo revela que sólo el 48 por ciento de los brasileños respalda abiertamente la realización del evento.

La Copa, según los encuestadores, ha visto mermar su popularidad en forma vertiginosa: en 2008 la apoyaba el 79 por ciento de la población.

Habrá que ver si los resultados deportivos de la selección verdeamarela modifican esta ecuación.