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El tropezón no fue caída

ATENAS (ESPNdeportes.com) -- No tanto por la derrota ante España, si no fundamentalmente por su rendimiento, entre irregular y deslucido, la selección argentina de básquetbol había desparramado algunas dudas sobre su futuro en los Juegos Olímpicos.

Siguiendo el mismo parámetro ahora es justo decir, más por el buen juego colectivo mostrado que por el abultado triunfo sobre China por 82-57 en sí, que el equipo de Magnano devolvió una imagen muy recuperada, que le permitirá encarar más desahogada y con mayor confianza los dos últimos partidos clasificatorios.

Una victoria argentina ante China no sorprenderá a nadie, aunque sí debe reconocerse que la diferencia final (25 puntos), dentro de un torneo que muestra mayoría de resultados apretados, superó los pronósticos más optimistas. ¿Cómo se llegó a eso? Acá trataremos de analizar los puntos salientes del equipo argentino, que se reflejan en algunas estadísticas.

Sólida tarea de su gente grande. A Argentina le dolieron los rivales que la superan en altura. Conviene aclarar, que junto a Angola, son los únicos dos países sin jugadores por encima de los 2,08 metros. Por eso era una prueba exigente el enfrentar a un equipo con muchos centímetros cerca del canasto como China (que los sepan aprovechar o no es otra cosa...).

Esta vez, al igual que en el Mundial de Indianápolis, Argentina supo disimular sus carencias de altura. Primero Wolkowyski y después Oberto se las ingeniaron para controlar al gigante Yao Ming, quien llegaba como máximo anotador del torneo con 25,5 puntos y 9 rebotes de media.

Es cierto que no fue trabajo de ellos solos, ya que tras un trabajo inicial de contención, enseguida recibían la ayuda de uno o dos compañeros para limitar los movimientos del pivote de Houston. Así, Yao Ming terminó frustrado con pálidos 15 puntos (varios con el partido sentenciado) y 7 rebotes. El resumen muestra que china apenas pudo anotarle 20 puntos a argentina en la zona pintada.

En ataque, al mismo tiempo, se especulaba con los problemas que encontraría Argentina para anotar cerca del cesto. Sin embargo, los números finales son elocuentes: 52 puntos logrados en la pintura, muchos de ellos con el recurso del pase de un hombre alto desde la línea de libres a otro pivote que cortaba por línea final. Así Scola, Oberto y Wolkowyski se cansaron de jugar y hacer jugar a sus compañeros.

Pero el buen trabajo de los jugadores internos también se trasladó a la lucha rebotera. Argentina era el peor equipo en ese apartado estadístico y ante jugadores más altos pudo imponerse por 40-29 en rebotes y lograr 17 puntos de segundos intentos.

Una defensa acorde a las circunstancias. Mucho de lo que logró Argentina en los últimos años fue gracias a que incorporó los hábitos defensivos que el alto nivel internacional exige. Por eso, mucha de la suerte del equipo depende del trabajo por recuperar el balón.

Esta vez se palpó una mayor actitud defensiva, con largos pasajes de marcaje sobre la salida del rival después de conversión. Esto le trajo varios recuperos, le provocó errores al rival (alarmantes 23 pérdidas) y permitió definiciones rápidas y cómodas, para sumar 20 puntos de ataque rápido.

Es cierto que China lleva pésimos porcentajes de eficacia (37% en tiros de cancha en el torneo), pero Argentina no le dio la oportunidad de recuperarse, ya que tuvo apenas un 39% de acierto en sus intentos. No es un dato menor, porque los argentinos tuvieron problemas para defender los tiros del perímetro en los partidos anteriores y esta vez se vio una defensa más agresiva, sobre todo por el lado de Nocioni, Ginóbili y Montecchia.

Recuperó la memoria ofensiva. China, como hicieron los rivales anteriores, apostaron a la defensa zonal, algo que evidentemente incomoda a los argentinos, carentes de un tirador consistente.

Si bien nuevamente Argentina estuvo imprecisa en sus tiros externos (6-29 triples, un muy flojo 29%), pudo vulnerar esa marcación con movimientos de balón hasta lograr tiros o penetraciones cómodos.

Para eso necesitó recuperar la paciencia para esperar el momento justo y la lucidez para llevar ese balón cerca del cesto, sacarlo al perímetro, hacerlo circular por él, hasta provocar un desequilibrio defensivo, que China tuvo muchos.

De esta manera, Argentina parece ir perdiéndole el miedo a las marcaciones zonales, al tiempo que reapareció el poder ofensivo de Nocioni, Ginóbili siguió con su aporte habitual, lo mismo que Scola, dentro de un ataque más repartido, más claro, fluído y menos ansioso que en otros partidos.

Es verdad que China mostró una pálida imagen, pero también lo es que Argentina necesitaba reencontrarse así misma para encarar los últimos dos partidos de la clasificación desde una posición más fortalecida. Y lo logró.