<
>

Es un niño gigante

BARCELONA (EFE) -- El español Rafael Nadal se mostró intratable y con un tenis sublime se aseguró su cuarto título ATP de la temporada. Fue el Conde de Godó, después de un partido magnífico ante un rival de alcurnia, su compatriota Juan Carlos Ferrero, quien claudicó en tres sets: 6-1, 7-6 (4) y 6-3, en 2 horas y 55 minutos.

El triunfo es el cuarto de la temporada de Nadal, que ha ganado en Costa de Sauipe, Acapulco, Montecarlo y Barcelona y se ha situado en la séptima posición de la ATP; y la primera final en catorce meses de Ferrero, quien desde el pasado febrero ha pasado de la posición 98 a situarse nuevamente entre los cuarenta primeros del circuito.

El juego ofrecido por Nadal en Barcelona es para enmarcarlo. Si sigue así, no es un aspirante a ganar Roland Garros, sino el aspirante a llevarse el título en París, porque su tenis es perfecto, su intensidad inimaginable, su físico impresionante y tiene una mentalidad a prueba de bombas.

No es que Ferrero jugara mal, muy al contrario, estuvo a un nivel altísimo con lo que confirma la recuperación de su tenis; pero es que Nadal estuvo acertadísimo desde el principio, sin dar ni una sola opción al de Onteniente.

"Está duro este chaval" o "no falla ni una" son dos frases pronunciadas por Ferrero durante el partido que resumen cómo estuvo Nadal durante todo momento.

La principal incógnita antes del encuentro estaba en la capacidad física de Nadal, que en Barcelona ha alternado individuales y dobles, y venía de acumular muchos partidos después de ganar en Montecarlo.

Después de que el encuentro se iniciara un cuarto de hora más tarde, porque todos querían ver el desenlace de la carrera de Fórmula Uno en Imola, Nadal empezó muy suelto y se puso 2-1 por delante.

El cuarto juego de la primera manga fue determinante en la suerte de ese parcial. Duró 19 minutos, Nadal tuvo cinco ventajas y presionó con su 'drive' ante un rival que tenía problemas cuando debía jugar con su segundo saque.

Cuando el mallorquín logró el 'break', Nadal tuvo más cerca el set, pero Ferrero no se rindió. Jugó profundo, ofreció magníficos golpes cruzados con su revés, pero el de Manacor llegaba a todas las bolas y volvió a romper el saque de su rival en sexto, antes de cerrar el primer parcial (6-1) en 45 minutos.

Ferrero se estaba desesperando, apuró su juego, presionó más y obtuvo premio en el cuarto juego del segundo set. Rompió el servicio de Nadal, algo que no había sucedido durante todo el torneo, y se puso 3-1 por delante.

Sin embargo, Nadal ni se inmutó. Fue a lo suyo, volvió a concentrarse como si nada hubiera pasado y recuperó su saque a las primeras de cambio. Sin más posibilidad de rotura se llegó al desempate, en el que el servicio del mallorquín fue determinante.

Estuvo impresionante, se fue 6-3 y en el segundo punto de set decidió. Nadal supo, en este punto, que la final la tenía más cerca, porque Ferrero ya no sabía qué hacer para darle la vuelta a la situación, ya que todo lo que intentaba se topaba con la calidad del rival.

En el tercero, Nadal rompió en blanco el saque de Ferrero en el segundo juego y se puso 3-0 por delante. El de Onteniente forzó la máquina en el quinto y tuvo un 0-40 para recuperar el tiempo perdido, pero aunque tuvo hasta cinco ventajas, Nadal se rehizo, puso el 4-1 y prácticamente echó el cierre al partido.

El triunfo de Nadal, que lleva una racha de 25 victorias y 2 derrotas en tierra, es la confirmación de la clase de un tenista que ha hecho añicos las estadísticas y está dispuesto a marcar una época.

No habla del futuro, quiere ir paso a paso, elude referirse a la posibilidad de ganar este mismo año Roland Garros y admite que la expresión "Top ten" le suena muy bien.

"¿Queréis saber mi secreto? Trabajar con humildad y nunca conformarme con lo que se tiene, sino querer siempre más", aseguró el mallorquín, poco antes de abandonar la sala de prensa para ir a disputar la final del torneo de dobles con Feliciano López.