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En Argentina no se sabe perder

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BUENOS AIRES (ESPNdeportes.com) -- Otra vez, lamentablemente, tenemos que decirlo: en Argentina no se sabe perder. Escasea eso que se conoce con el nombre de caballerosidad deportiva, esa grandeza de asumir ser derrotado con todas las de la ley.

No hay con qué darle. En la semana se habló de una bienvenida hostil, de dar vuelta un resultado contra viento y marea. Iluso de mi parte, imaginé que esa fuerza mayúscula se iba a poner en el campo de juego, utilizando armas leales para contrarrestar la diferencia en contra.

Es una lástima. Como hoy, como siempre, nadie se banca la derrota. Nadie. La brecha que transforma un estadio de fútbol en un caliente coliseo romano es corta, pequeña, ínfima, y se viola sin ningún problema. Siga, siga. Mañana nos olvidamos y borramos con el codo lo que escribimos con la mano.

Entendamos que esto es una falta enorme de respeto. Un manchón que empaña la clasificación inobjetable de las Chivas de Guadalajara, la historia de Boca y también, por que no, la imagen del fútbol de estos aires, que de por sí ya está bastante lastimada con lo que pasa domingo a domingo en la competición local.

LA BARBARIE SE HIZO PROTAGONISTA

Iban 30 minutos de la segunda etapa cuando pasó lo peor: una discusión bien caliente entre Palermo y Bautista por una supuesta burla del delantero mexicano a la tribuna local, terminó con la expulsión de ambos por parte del árbitro uruguayo Martín Vázquez, de muy floja actuación.

Palermo, fuera de sus cabales e impotente porque su equipo tenía todos los caminos cerrados, persiguió al "Bofo" buscando una pelea sin sentido, que generó una reacción impresentable del público.

Escoltado por la policía, el punta de Chivas se fue en medio de acciones lamentables. Primero Benítez, DT xeneize, escupió al delantero (sí, leyó bien), y luego, para completar el papelón, un hincha saltó desde la platea local para golpear al Bofo, que no atinó a defenderse. ¿La Policía? Brillaba por su ausencia.

La debacle no terminó ahí. El arquero Corona se tuvo que retirar de su arco debido a los objetos contundentes que arrojaba la hinchada local y luego, en el medio del caos, Marcelo Delgado golpeó a un policía, vaya a saber uno por qué.

El encuentro se suspendió por cuestiones obvias, pero, increíblemente, Vásquez demostró de nuevo su falta de autoridad, intentando volver a jugar un partido que había dejado de serlo hacía rato. Por supuesto, se sumaron más proyectiles contra el arquero mexicano, terminando de empañar una noche para el olvido.

Cuerpo técnico, jugadores y público se unieron en lo que fue un nuevo episodio triste del deporte argentino que generó vergüenza para los locales y una gran bronca para la visita, que no pudo festejar como merecía.

EL FUTBOL QUEDO A UN LADO

No se merecen las Chivas tener sólo un apartado de su producción futbolística. Pero lamentablemente, los inadaptados coparon la parada y obligaron a castigar su pésima conducta en primera plana.

El equipo de Benjamín Galindo hizo todo bien para pasar a semifinales. Salió en La Bombonera a apretar arriba clausurando las subidas de Bedoya y Baiano, y vaya si lo logró. Boca tuvo que conformarse con el traslado de Cascini, quien además de marcar, cumplió la función de Vargas y Cagna, desaparecidos en acción.

El local apretó en los primeros cuarenta y cinco minutos con más ganas que fútbol, generando dos chances claras: primero, un mano a mano de Barros Schelotto que Corona desvió al córner y luego, un cabezazo de Palermo que se estrelló en el travesaño. No fue mucho más. Para el local, todo era remar contra la corriente en un río revuelto de piernas rojas y blancas. Faltaban ideas y no había claridad. ¿Resultado? Negocio perfecto para las Chivas, que hacían correr los minutos en una tormenta de aburrimiento para todos los presentes.

En la segunda parte, Benítez mandó a la cancha primero a Guly por Vargas y luego a Palacio por Baiano. A partir de aquí se vio lo mejor de Boca, que inquietó el arco de un Corona que poco a poco se fue convirtiendo en figura del partido, atajando dos definiciones a quemarropa, primero de Guglienminpietro y luego de Palermo. La película de semifinales, que casi se habia finalizado de rodar en Jalisco, no tuvo un final inesperado en Buenos Aires.

No queda nada por reprochar. En la cancha, Chivas fue muy superior. Aunque muchos no quieran reconocerlo, desde aquí nos sacamos el sombrero por el equipo de Galindo.

LA VIOLENCIA COMO MONEDA CORRIENTE

Ya se había visto un papelón en la primera semifinal de Copa Libertadores del año 2004 entre Boca y River, cuando los jugadores de ambos equipos se pelearon en el medio del campo de juego. En aquel entonces, si bien fue un episodio de menor envergadura, se marcó una frase hecha: "Podía haber sido mucho peor". Tenían razón. Pasaron un par de meses y listo: siga, siga, borrón y cuenta nueva.

Ocho meses después, el fútbol vuelve a teñirse de escándalo: hinchas, jugadores, cuerpo técnico, todos envueltos en una serie de hechos bochornosos, dieron el ejemplo a la juventud de lo que no hay que hacer.

Como hoy, como siempre, en la Argentina nadie sabe perder. Es momento de poner las barbas en remojo. O quizá, algún día, el episodio será "realmente mucho peor".

Aprendamos de los errores. Es momento de recapacitar.