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Ganó como nunca

MÉXICO (ESPNdeportes.com) -- El dicho aquel del "ya merito", muy coloquial en el futbol mexicano, ha quedado en el olvido con los héroes de Perú 2005.

Los pupilos de Jesús Ramírez 'echaron la casa por la ventana' con su futbol, con su determinación y con la mentalidad que pusieron en cada partido jugado en el torneo Sub-17 que organiza la FIFA; por ello son campeones del mundo, sin discusión alguna.

Son un ejemplo de perseverancia y disciplina, no solamente para los chicos de su edad, sino para la Selección Nacional mayor que ha tenido un sinfín de oportunidades para trascender, para dar el último paso, y se ha quedado ahí, como sucedió dos veces en Copa América, primero con Miguel Mejía Barón y después con Javier el "Vasco" Aguirre.

Tal vez pequemos de exigentes cuando recordamos que con Manuel Lapuente ganó el título de la Copa Confederaciones, pero que lo hizo en suelo mexicano, un pequeño detalle -este último- que para muchos es de suma importancia. Verle crecer en el extranjero, en un torneo en el que participen los mejores, es el sueño dorado de muchos.

A lo largo de la historia del futbol mexicano, en algunas etapas sobre todo, se habló de las "derrotas honrosas", de "jugar como nunca y perder como siempre". Afortunadamente para todo el mexicano que le gusta el futbol, eso también se acabó. A partir del gran torneo que realizaron los cadetes en Perú, ahora podemos decir con orgullo que esta vez "jugaron como nunca y ganaron como nunca".

La Sub-17 de México demostró que sí se puede, cuando hay un trabajo serio de por medio, cuando existe la tan cacareada continuidad que nunca antes de hoy se había puesto en práctica.

El Tricolor acabó con un grande del mundo: Brasil. Lo despedazó en la cancha y le impuso un contundente 3-0 en la final. En ese triunfo no solamente está implícito el resultado, sino los deseos de dar el salto que nunca antes de había logrado. Pareció tan fácil la victoria, pero no lo fue.

LA DECISIÓN MÁS COHERENTE

Quien haya sido el promotor directo de que Jesús Ramírez esté al frente de la Selección Sub-17, debe sentir que por fin tomó una decisión coherente.

Recordamos muy bien que cuando el argentino Humberto Grondona renunció como jefe de las Selecciones Menores de México, tras su fracaso con la Sub-20 en el Mundial de Holanda, se dudó mucho en darle la oportunidad a Chucho, cuando estaba en puerta el Premundial Sub-17 celebrado en Culiacán, Sinaloa, en mayo pasado.

Era obvio que no había nadie mejor que Ramírez para dirigir en la eliminatoria a los cadetes. Desde hace cuatro años, aun antes de ser contratado Grondona, él ya conocía a miles y miles de jóvenes mexicanos que había seguido en sus tantos viajes de visoría que realizó por todo México.

En cualquier tipo de torneos regionales o nacionales ahí estaba Chucho, quien muchas veces tuvo que sacar de su bolsa viáticos para traslado y alimentación. También la hizo de promotor, al conseguir patrocinios para sostener su trabajo.

La base de la Selección que se coronó en Perú, ganó con Ramírez la Copa Dallas 2003, cuando esos chamacos contaban con 14, 15 años.

NO ES CASUALIDAD

Así que no es casualidad que en este momento se estén recogiendo los frutos. Cuatro años de trabajo y esfuerzo arduos han premiado al técnico nacional y a sus dirigidos con una Copa que ha hecho feliz a todo México. Prueba de ello es la gran recepción de que fue objeto el equipo a su regreso de Perú.

La gente en las calles reconoció la labor de la Selección Sub-17, que hizo un recorrido espectacular desde el Aeropuerto de la ciudad de México hacia Los Pinos, donde fue recibido por el presidente de la nación, Vicente Fox Quezada.

Ante lo evidente no hay más que decir: gracias, muchachos. Y muchos días de estos.