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jueves, 11 de enero
A buscar la diplomacia
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Phil Jackson tendrá que recaer en su reputación de buen arbitro para reestablecer la química entre los Lakers


EL ARBITRO
Phil Jackson tiene que asumir el control
(Allsport)
La lucha abierta que han iniciado el pívot Shaquille O'Neal y el escolta Kobe Bryant por conseguir el puesto de máxima figura de Los Angeles Lakers ha dejado al entrenador Phil Jackson como la primera gran víctima.

Jackson, que había llegado a los Lakers con la aureola de ser el entrenador perfecto para imponer su sistema de juego y autoridad por encima de las figuras, ahora se ha encontrado en su segunda temporada como máximo responsable técnico que está sucediendo todo lo contrario.

O'Neal, que gracias a él, al factor de la lesión del alero Tim Duncan, de los Spurs de San Antonio y aun "colapso" inexplicable e histórico de los Trail Blazers de Portland, hizo posible que los Lakers ganasen el año pasado su primer título de liga en 12 años, ha dicho claramente que se siente a disgusto con el actual sistema de juego y reivindica su condición máxima estrella.

El ganador de los premios de Jugador Más Valioso (MVP) de la pasada liga y de las Finales de la NBA, en declaraciones al "New York Times", reiteró que no estaba feliz con lo que sucedía dentro del equipo y que sentía como que no formaba parte del mismo.

"Cuando todo el mundo dijo que este era mi equipo la marca que logramos fue de 67-15 y fuimos campeones, en lo que va de temporada tenemos 23-11 y somos terceros en la División del Pacífico", subrayó O'Neal. "Pero lo peor de todo es que jugamos sin pasión, sin entusiasmo y ganas de victoria por lo que puedo decir claramente que no es mi equipo".

La fuertes declaraciones de O'Neal fueron de inmediato respondidas por Bryant, quien con toda tranquilidad dijo que lo único que se le pedía a O'Neal era que siguiese teniendo una presencia dominante en el campo y entendiese que es y juega una gran defensa.

"Eso es todo lo que se le pide a Shaq porque el asunto de anotar puntos no tiene nada que ver con la defensa", comentó Bryant.

La reacción de Bryant mostró que no está dispuesto a perder el protagonismo que ha adquirido como máximo encestador del equipo en perjuicio de O'Neal, que es lo que el pívot también reivindica, ser la primera opción en el ataque.

Bryant en lo que va de temporada lidera la liga en anotaciones con un promedio de 29,6 por partido y ha hecho 171 tiros a canasta más que O'Neal, que se perdió dos encuentros por lesión, pero tiene promedio de 25, tantos, cuatro menos que la pasada temporada.

La posición de Bryant es la misma que mantuvo al comienzo de temporada cuando Jackson le pidió que mantuviese para la nueva liga su condición de segunda opción dentro del equipo, aun en el apartado ofensivo, algo a lo que el joven escolta de los Lakers, que busca ocupar el puesto dejado vacante por Michael Jordan, no está dispuesto a aceptar.

Inclusive, Bryant también ha manifestado que tiene la "curiosidad" de lo que podría ser su juego si estuviese en otro equipo, donde fuese la única estrella.

La "curiosidad" ha puesto nerviosos a los directivos de los Lakers porque la consideran como un "aviso" de que Bryant puede tener en los planes futuros sino consigue establecerse como la máxima figura del equipo irse a otra parte donde pueda desarrollar en plenitud todo su poder dentro y fuera del campo.

Mientras Jackson, considerado como un "genio" de la diplomacia, ha vuelto a utilizarla como hizo cuando estuvo con los Bulls de Chicago, pero ahora la situación es mucho más difícil y compleja porque tiene a dos estrellas que se pelean por el poder y con su ex equipo, ganador de seis títulos de liga, había sólo una que era Jordan y al que estaba completamente sometido.

De acuerdo a Jackson su filosofía con los Lakers es que se ponga mayor énfasis en el juego que le permita a O'Neal recibir el balón dentro del área antes que realizar tiros desde fuera, pero la realidad hasta el momento ha demostrado todo lo contrario.

Jackson también asegura que todos los jugadores, incluido Bryant, saben cual es su filosofía como entrenador en cuanto a la relación y comportamiento que debe haber dentro del equipo.

"Kobe sabe cual es mi posición como entrenador y no es otra que conseguir que mis jugadores se encuentren felices y puedan coexistir sin problemas", destacó Jackson. "Creo que tanto Kobe como Shaq intentan hacerlo lo mejor posible".

El título de liga conseguido la pasada temporada permitió a Jackson llevarse los honores que con su sistema los Lakers podrían convertirse en los nuevos Bulls del Siglo XXI, pero el enfrentamiento cada día mayor que ha surgido entre O'Neal y Bryant no sólo ha perjudicado y dañado su imagen de líder sino que además lo coloca ante el reto más importante de su carrera profesional.

Jackson tendrá que buscar la formula de como hacer compatibles y felices a dos estrellas que quieren ser el hombre equipo de los Lakers y tal vez si estuviese dispuesto a buscar la ayuda o el consejo de alguno de sus colegas, una llamada a Pat Riley, el actual entrenador de los Heat de Miami, le pudiese ser de gran utilidad.

Riley logró que Magic Johnson, Kareem Abdul Jabbar y James Worthy, entre otros, fuesen no sólo las grandes estrellas de los Lakers de la década de los ochenta sino que además con su comportamiento en el campo demostraron que los profesionales lo único que tienen que hacer es jugar y el entrenador dirigir.

Pero los directivos de los Lakers despidieron a Del Harris, uno de los mas capacitados que hay en la liga, porque quiso reivindicar los mismos derechos y responsabilidades al establecer disciplina y exigir el respeto que debe tener la figura del técnico dentro del equipo.

La crisis que viven los Lakers con O'Neal y Bryant es la misma que se está dando en la mayoría de los equipos de la NBA, donde los llamados jugadores estrellas son los que imponen las decisiones sobre lo que hay que hacer en el campo para dejar al entrenador en un segundo plano.

-EFE
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