<
>

La historia detrás del Himno Nacional de Estados Unidos en eventos deportivos

Se cumplen 55 años de la controversial e histórica interpretación del himno nacional de Estados Unidos por el cantante puertorriqueño José Feliciano durante la Serie Mundial de 1968


La interpretación del himno nacional en los grandes eventos deportivos de Estados Unidos suele ser uno de los momentos cumbre, y en ocasiones, el más esperado más allá del juego en sí. ¿Quién canta? ¿Cómo lo hará? ¿Superará la interpretación de Whitney Houston en el Super Bowl XXV? Esa que alcanzó en 1991 entrar en el top 20 del Billboard Hot 100 y es considerada por muchos como la más grandiosa de la historia. ¿Llegará a la exclusiva "liga" de Mariah Carey o Lady Gaga?

Esas son algunas de las preguntas recurrentes de hoy.

Pero hubo una época cuando aquella ceremonia no pasaba de ser un momento solemne, pero también un protocolo rígido, "convencional y anticuado" donde la gente se levantaba, bostezaba y casi se quedaba dormida. De poco importaba el nombre y la popularidad del artista de turno. Sin embargo, todo cambió gracias a un puertorriqueño de 23 años, quien nació ciego por un glaucoma congénito y que acompañado de su guitarra se atrevió a transgredir límites en una época de escasa tolerancia.

DESDE EL PRIMER ACORDE de la guitarra acústica de José Feliciano, Ernie Harwell, la voz radial de los Detroit Tigers, supuso que algo no andaba bien aquella fría tarde del 7 de octubre de 1968 en el gigantesco Tiger Stadium.

Ni siquiera comenzaba el Juego 5 de la Serie Mundial entre los Tigers y los St. Louis Cardinals --con los Cards ganando 3-1 la serie al mejor de siete-- y ya Harwell se encontraba en estado de zozobra.

A él, y nadie más que él, se le había ocurrido la idea de invitar a cantar el himno al joven invidente puertorriqueño, que era muy popular aquellos días gracias a su versión de "Light my fire" de The Doors, además de estar nominado a los Grammy como Artista Revelación.

No había tenido tiempo de perder una jugada sobre el diamante o pifiar el nombre de algún jugador. Simplemente sudaba frío en la misma medida que escuchaba a un Feliciano lúcido (eso lo supo después) y atrevido, interpretar libremente The Star-Spangled Banner en la ceremonia protocolar antes del juego.

Harwell nunca imaginó que aquel joven, criado en New York como inmigrante a pesar de su pasaporte estadounidense, "jugaría" con la canción que, en 1931 y por ley del Congreso, se había convertido en el himno oficial de los Estados Unidos.

Aquellos no eran tiempos de experimentar con uno de los símbolos de una nación dividida por la guerra en Vietnam, los asesinatos de Robert F. Kennedy y el reverendo Martin Luther King Jr., además de los disturbios en toda la nación por causa de la lucha por los derechos civiles.

Aun así, José Feliciano cantó como nadie lo había hecho. Y lo hizo en uno de los mayores escenarios posibles con alrededor de 56 mil personas en los graderíos y millones de televidentes/radioyentes atentos al juego que podía decidir la Serie Mundial del principal pasatiempo de los estadounidenses.

Su transgresora interpretación, más cercana al blues y el jazz latino, se alejó de la rígida y pulcra solemnidad con la que Margaret Whiting y Marvin Gaye, los respectivos invitados por Harwell, entonaron el himno nacional en los Juegos 3 y 4 en Detroit.

El pelotero Bill Freehan, de los Tigres dijo entonces: "sé una cosa. (Feliciano) Hizo que Marvin Gaye, quien cantó el himno el domingo, sonara convencional, anticuado".


"(SU ACTUACIÓN) FUE TRASCENDENTAL porque fue, primero que nada, pionera en términos de una interpretación libre del himno de los Estados Unidos", explicó sobre aquel momento Javier Santiago, director ejecutivo de la Fundación Nacional para la Cultura Popular de Puerto Rico.

Pero en 1968, Detroit y Estados Unidos no estaban preparados para esa nueva mirada.

"Causó una conmoción increíble en sectores conservadores porque no estaban acostumbrados a escuchar a una persona interpretar el himno de la forma en que José Feliciano lo hizo en aquel momento", agregó Santiago en entrevista con ESPN. "Fue él quien puso, como decimos, la pica en Flandes".

Sobre aquel momento, Feliciano recordó en una entrevista para la radio pública de Boston (WBUR) en 2019 que "bueno, escuché algunos vítores, pero fueron muy escasos. Y escuché muchos abucheos. Y dije: 'Guau, ¿qué hice? ¿Por qué me abuchean?'".

Harwell escribió tiempo después que, además de temer por su trabajo, le llamaron comunista. "El país estaba furioso por la actuación de José. Los editoriales la criticaron, los grupos cívicos aprobaron resoluciones airadas. Los pacientes de un hospital de veteranos en Phoenix, Arizona, arrojaron zapatos al televisor durante la interpretación de la canción".

"Fue una vergüenza, un insulto", dijo entonces a The Associated Press una fanática del béisbol, Arlene Raicevich, de Detroit. "Voy a escribirle a mi senador al respecto".

Entre los jugadores también hubo reacciones encontradas.

"No creo que fuera el lugar adecuado para ese tipo de tratamiento. Tal vez soy conservador", dijo Roger Maris de los Cards al Boston Globe.

Sin embargo, Orlando Cepeda, paisano de Feliciano, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown y que por aquel entonces defendía a los Cardenales, contó recientemente a ESPN que "ver a ese muchacho cantando el himno como lo cantó, y luego saber que era puertorriqueño, fue una tremenda emoción. No lo conocía. No me gustaba mucho su música, pero cuando lo escuché allí me encantó".

"Siempre cuando se rompen patrones suele ocurrir que hay problemas en la aceptación (...)", indicó Santiago que añadió que varias emisoras radiales en Estados Unidos dejaron de pasar sus canciones. "Él pagó el precio de haber sido pionero. Eso (la interpretación) ha trascendido, y luego de José Feliciano, cuántos otros no lo han hecho de distintas maneras. Y ya hoy en día tenemos hasta (...) una versión en español del himno de Estados Unidos".

El director ejecutivo de la Fundación Nacional para la Cultura Popular de Puerto Rico aclaró que aquella situación, si bien no era ideal, permitió a Feliciano expandirse a otros mercados como Australia, Europa y Latinoamérica.

RCA Records reaccionó a la controversia y lanzó la interpretación del himno al mercado como un sencillo. No hubo que esperar mucho para que la versión de Feliciano golpeara el puesto 50 de Billboard. Primera vez que sucedía.


Aquella irreverente interpretación, que casi le costó el puesto a Harwell, cambió el modo de acercarse al poema escrito por Francis Scott Key a mediados de septiembre de 1814.

"Interpretar el Himno de la manera que lo hizo habla del momento histórico que se estaba viviendo", apuntó Santiago. "Había gente que no quería ir al servicio militar obligatorio a una guerra no declarada como la de Vietnam. Había gente quemando banderas. Había mucho malestar en la parte racial y él (Feliciano) quiso, de verdad, romper el molde en ese momento y él tenía la oportunidad de hacerlo ante un público de millones de personas, tan amplio. Él quiso hacerlo de manera distinta, como su generación y como él, un inmigrante, lo sentía en ese momento".

Feliciano motivó a otros músicos a explorar y exteriorizar sus sentimientos patrióticos a través del himno, sin ataduras creativas. A fin de cuentas, no hay una versión original, tradicional u oficial de "The Star-Spangled Banner. Gracias a él, hoy podemos contar también con las memorables interpretaciones de Jimmi Hendrix en el Festival de Woodstock, Whitney Houston, Lady Gaga y el propio Marvin Gaye, quien en 1968 fue convencional, pero luego el All Star Game de la NBA de 1983 entregó una interpretación sui generis que es considerada una joya.

Desde ese entonces, la interpretación del himno en los grandes acontecimientos deportivos de la Unión se convirtió en uno de los momentos más esperados, dejando de ser, como dijera el inicialista y receptor de los Cards, Tim McCarver, a propósito de la histórica interpretación de Feliciano: "¿Por qué no así? La gente sigue una rutina cuando toca el himno. Se levantan, bostezan y casi se quedan dormidos. De esta manera, al menos escucharon".

Años después, Feliciano confesó a la radio pública de Boston: "(lo hice) porque estaba harto y cansado de escucharlo a la antigua usanza y que al público no le interesara. Llegaba al final de la canción y el público empezaba a aplaudir como diciendo: 'Gracias a Dios, esto ya pasó'. Y me cansé de eso. Lo hice. Realmente, realmente lo hice. Y dije: 'Lo arreglaré'".

"Siento un gran respeto por él, siento admiración, siento agradecimiento como puertorriqueño porque el momento en que José Feliciano se atrevió a hacer esto no era un momento fácil en la historia", confesó Javier Santiago a ESPN Digital. "Él logró cosas que aún hoy, que ser latino está de moda, muchos no se atreven a hacer. Creo que él dejó ese legado para la posteridad como un ejemplo a las nuevas generaciones de que podemos cantar el himno de la forma en que lo sentimos".

Y sí, un joven músico boricua tuvo el valor, lo arregló y hoy la mayoría de los grandes artistas y celebridades estadounidenses sigue su ejemplo, aunque puede que algunos no conozcan el origen del cambio que hoy nos permite tener interpretaciones tan sublimes como la de Whitney Houston.

PD: Aquel quinto juego terminó ganándolo Detroit, el equipo local (5-3), que no paró hasta ganarle la Serie Mundial en el Juego 7 a los Cardenales.