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El poder del uniforme a rayas: cómo Gerrit Cole se convirtió en un Yankee

NEW YORK -- Una semana antes del Día de Navidad el año pasado, los New York Yankees celebraron una rueda de prensa en un elegante salón en Yankee Stadium para presentar a Gerrit Cole luego de haber firmado un contrato de $324 millones de dólares, el acuerdo más lucrativo para un lanzador en la historia de las Grandes Ligas.

Esta vez, los Yankees no iban a perder a Cole, como sucedió después del sorteo colegial en 2008, cuando fue su selección número 28 en la primera ronda y el entonces estudiante de secundaria optó por ir a la Universidad de UCLA. Y no lo perderían viendo a los Pittsburgh Pirates escogerlo como el primer seleccionado del sorteo de 2011. Y ciertamente, los Houston Astros no superarían a los Bombarderos de nuevo, como lo hicieron al adquirirlo en un canje con Pittsburgh en 2018.

Antes de iniciar la rueda de prensa aquel miércoles, el ex capitán de los Yankees, Willie Randolph, estaba fuera de casa haciendo mandados. Las Navidades estaban cerca, al igual que sus nietos. Había programado su DVR para las 11 a.m., cuando estaba programado que los Yankees presentarían a su elusiva estrella. El lanzador que el gerente general Brian Cashman había intentado firmar desde que era estudiante en Orange Lutheran High School, finalmente iba a estrenar el uniforme a rayas. Y de repente, el teléfono de Randolph comenzó a sonar constantemente, con docenas de llamadas y mensajes de texto.

"'¿Oíste lo que dijo Gerrit Cole?' y me preguntaba a mí mismo: "¿De qué está hablando esta gente? Nunca lo he conocido, ¿qué dijo?", dijo Randolph a ESPN. "¿Por qué diría mi nombre? Eso fue realmente lo primero que pensé; me sorprendió mucho".

Randolph corrió a su casa, y junto a su esposa, prendieron la televisión. Fue entonces cuando todo quedó claro: el nuevo as de los Yankees elogió a Randolph durante la rueda de prensa. Y así inició la historia de una familia de fanáticos de los Yankees que podría tener un gran impacto en la franquicia más histórica del béisbol.

El padre de Cole, Mark, nació en Syracuse y pasó parte de su infancia en el estado de Nueva York, donde creció como fanático de Willie Randolph en la década los 70. El fanatismo de su padre es el motivo por el cual Gerrit creció siendo fan de los Bombarderos del Bronx, y por lo que siempre confió en que algún día vestiría el uniforme a rayas.

"Mi esposa y yo lo estábamos mirando, y me puse a pensar, 'Qué momento tan bonito. Me hizo el día", dijo Randolph. "Habló de que su padre era uno de los fanáticos más grandes de los Yankees cuando vivía en Nueva York, y dijo que sus jugadores favoritos eran Willie Randolph y Mickey Rivers. Fue genial. No sabía que su padre era oriundo de esta área. Oír eso fue un gran momento para mí. A mi familia le encantó. "'Papá, ¿oíste lo que dijo Gerrit Cole?'", me dijo mi hijo por teléfono, 'Eso sí que es fenomenal'".

"Me llenó de orgullo", agregó Randolph. "Teníamos estrellas como Thurman Munson y Reggie Jackson y Chris Chambliss, todos esos grandes peloteros, y yo era como el héroe desconocido. Y que luego alguien diga, 'Willie Randolph es uno de mis jugadores favoritos', realmente aprecio mucho a mis fanáticos, y el hecho de que ahora estemos conectados de alguna manera con su hijo es realmente fenomenal".

Cole nació en Newport Beach, California, el 18 de septiembre de 1990. Habiendo crecido en el sur de California, Cole ha contado historias de salir corriendo de la escuela para irse a casa a ver los juegos de los Yankees, que jugaban en las tardes debido a la diferencia horaria. Los Cole, padre e hijo, eventualmente asistirían a los Juegos 6 y 7 de la Serie Mundial de 2001, cuando Gerrit, con 11 años, levantó con el ahora famoso cartel con rayas desteñidas el cual dice, traducido del inglés: FAN DE LOS YANKEES HOY, MAÑANA Y SIEMPRE.

Cole tuvo la dicha de crecer durante una de las épocas más exitosas para los fanáticos de los Yankees. Y así como su padre había sido fanático de Randolph por su entrega y bravura, el jugador favorito de Cole era un lanzador considerado uno de los peloteros estrella más modesto de los Yankees: Andy Pettitte.

Junto a los eventuales miembros del Salón de la Fama, Derek Jeter y Mariano Rivera, y al receptor Jorge Posada, Pettitte integró el cuarteto conocido en inglés como el "Core Four" (el núcleo de cuatro), cuatro peloteros clave para la dinastía de los Yankees que ganó cuatro campeonatos en cinco años. Después de pasar tres años con los Astros, Pettitte regresó a los Yankees en 2007, y el veterano zurdo agregó un anillo más a su hoja de vida en 2009, el más reciente de los 27 títulos de Serie Mundial del equipo.

El factor histórico, además de la admiración por su ídolo de infancia, fue por lo cual los Yankees le pidieron a Pettitte que los ayudara a reclutar al agente libre más codiciado del invierno pasado, invitándolo a una de las cinco reuniones que tuvieron con Cole mientras intentaban firmar a uno de los mejores lanzadores en todo el béisbol.

"Los Yankees me pidieron que fuera con ellos. Booney [el dirigente Aaron Boone] me dijo que Cole era fanático mío", dijo Pettitte a ESPN. "Fui para darle la perspectiva de un pelotero que jugó en Nueva York. Me alegro de haber sido de ayuda".

Los ayudó, pero sin saber cuánto. Pettitte le dijo a Cole lo más importante: que podría seguir siendo él mismo en Nueva York.

Apelando a la naturaleza competitiva de Cole, Pettitte habló en detalle sobre jugar y lanzar en un escenario como Nueva York, lo que significaba vestir el uniforme rayado, y porqué Cole sería la cereza del pastel de un equipo conformado por toleteros con bates poderosos, respaldados por un potente bullpen.

"Andy me dio una muy buena perspectiva sobre cómo hizo que Nueva York funcionara para él. Fue muy bueno articulando cómo puedes sentirte cómodo allí", explicó Cole. "Puedes vivir fuera de la ciudad; puedes vivir dentro de la ciudad. Me dio la perspectiva de un pelotero que se dijo a sí mismo, 'Esto no es para mí, pero hice que funcionara para mi familia y terminó encantándome'".

Pettitte, como es su naturaleza, no pretende ningún crédito. Randolph tampoco. La firma de Cole fue simplemente destino.

Randolph, quien junto a Pettitte fue uno de los instructores invitados de los Yankees al inicio de los entrenamientos primaverales a principios de febrero, finalmente tuvo la oportunidad de hablar con Cole. No fue sorprendente que sintiera una conexión.

Cole le dijo a Randolph: "Siento como si fuera una extensión de mi papá; quería decirte eso". "Se podía ver, era casi como si él hubiera estado allí, viéndome jugar, porque probablemente escuchó a su padre hablar de eso. Hablamos de cuánto le gustaba [a su padre] como yo jugaba, la forma en que jugaba. Él me dijo: "Quizás mi padre vendrá a finales de la primavera. Si no, estoy seguro de que lo conocerás en Nueva York". Y le dije: "No puedo esperar para conocerlo. Voy a tener una pelota o un bate y lo voy a firmar para regalárselo y espero poder hablar de los viejos tiempos".

En 1977, Mark Cole vio al equipo de Randolph romper una sequía de campeonatos de 15 años. Y 15 años son una eternidad para los fanáticos de los Yankees. Su hijo vio a Pettitte ganar con equipos igualmente legendarios, incluidos los Yankees de 1998, que ganaron unos históricos 125 partidos (incluida la postemporada) rumbo a coronarse campeones de Serie Mundial. Pettitte ganó los tres partidos de eliminación en 2009, el año en que la franquicia ganó su campeonato más reciente, el cual también vino tras una sequía de nueve años.

El propietario mayoritario de los Yankees, Hal Steinbrenner, no dudó en abrir la chequera para Cole en gran parte porque no haber ganado un título en más de una década no es aceptable, ni en Nueva York, ni para los Yankees. Y si el "Imperio del Mal" consigue su campeonato número 28 en esta inédita temporada de Grandes Ligas, todos los que odien a los Yankees pueden echarles la culpa a ex estrellas como Pettitte y Randolph.

"Nunca te imaginas que el hijo de un fanático de los Yankees terminaría siendo un Yankee, uno de los mejores lanzadores el béisbol, y luego resulta que eres uno de los jugadores favoritos de su padre", dijo Randolph. "Cuando te pones a pensarlo, es como si fuera el fin de un cuento de hadas. Está bien. Que me culpen a mí".